“Usted es el maestro de los niños”, Ven, sígueme — Para la Primaria: Antiguo Testamento 2022 (2021)
“Usted es el maestro de los niños”, Ven, sígueme — Para la Primaria: 2022
Usted es el maestro de los niños
Usted ha sido llamado por Dios para enseñar a Sus hijos a la manera del Salvador. Fue apartado para este llamamiento por la autoridad de Su santo sacerdocio. Aun cuando no tenga experiencia como maestro, al vivir dignamente, orar a diario y estudiar las Escrituras, el Padre Celestial le concederá la influencia y el poder del Espíritu Santo que le ayudarán a tener éxito (véase 2 Nefi 33:1).
Los que han sido confiados a su cuidado son hijos del Padre Celestial, y Él sabe lo que ellos necesitan y cuál es la mejor manera de llegar a ellos. Por medio del Espíritu Santo, Dios le guiará a medida que se prepare y mientras esté enseñando. Él le revelará lo que debe decir y hacer (véase 2 Nefi 32:5).
El propósito esencial de la enseñanza y el aprendizaje del Evangelio es hacer que la conversión al Padre Celestial y a Jesucristo sea más profunda. Su meta como maestro es ayudar a las personas a las que enseña a hacer todo lo que puedan para lograr una mayor conversión, lo cual es una labor que se extiende más allá de la hora de clase. Invite a las personas a las que enseña a participar activamente en el aprendizaje de Jesucristo y Su evangelio, y a actuar de conformidad con lo que aprendan. Aliéntelas a que hagan de su estudio individual y familiar fuera de la clase la fuente principal de su aprendizaje del Evangelio. A medida que actúen con fe al estudiar de forma individual y familiar, invitarán al Espíritu a su vida, y es el Espíritu el que conduce a la verdadera conversión. Todo lo que usted haga como maestro debe apuntar hacia ese sagrado objetivo.
Enseñe solo la doctrina del evangelio restaurado de Jesucristo tal y como se halla en las Escrituras y las palabras de los profetas de los últimos días. La doctrina pura —la verdad eterna e inmutable impartida por Dios y Sus siervos— invita al Espíritu y tiene el poder de cambiar vidas.
El llamamiento de enseñar es una responsabilidad sagrada y es normal sentirse abrumado de vez en cuando. Sin embargo, recuerde que su Padre Celestial le ha llamado y que nunca le abandonará. Esta es la obra del Señor, y conforme usted sirva con “todo [su] corazón, alma, mente y fuerza” (Doctrina y Convenios 4:2), Él ampliará sus capacidades, dones y talentos, y su servicio bendecirá la vida de las personas a las que enseña.