Introducción
Objetivo
Este curso de instrucción tiene como objetivo ayudar a los miembros de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días a prepararse para recibir una recomendación para entrar en el templo y a entrar en dicho edificio. También pueden participar de la clase los miembros que ya hayan asistido al templo y deseen aprender más acerca de él.
Participantes
Los participantes del curso deben tener el deseo de ir al templo y ser dignos de poseer una recomendación para el templo. Si todavía no han recibido una, deben prepararse para recibirla.
Si los participantes aún no han asistido a una clase de la Escuela Dominical en la que se estudie el manual Principios del Evangelio, se sugiere que lo hagan, aunque no es un requisito, antes de tomar este curso. Antes de asistir a este seminario, deben tener un entendimiento moderado de las doctrinas y los principios básicos del Evangelio y deben estar dispuestos a obedecer los mandamientos de Dios, entre los cuales están la ley de castidad, santificar el Día de Reposo, la Palabra de Sabiduría y la ley del diezmo. El esforzarse por vivir una vida recta y el ser dignos son requisitos indispensables para participar en las ordenanzas del templo.
Bajo la dirección del obispo o presidente de rama, el consejo de barrio o rama puede analizar las formas de valerse de este curso como parte de los esfuerzos por fortalecer las familias y ayudar a los varones a recibir el Sacerdocio de Melquisedec.
Cada participante debe recibir una invitación personal de su obispo o presidente de rama u otro líder del Sacerdocio de Melquisedec del barrio o rama para asistir a la clase.
El lugar y la hora
El número de alumnos por clase puede variar, pero se recomienda que las clases sean pequeñas y se mantengan a nivel de barrio o rama. Éstas pueden enseñarse en casa o en la capilla. El lugar, la hora en que se realicen y la frecuencia con que se efectúen deberán ser convenientes para el instructor y para los participantes.
El material de enseñanza está dividido en siete lecciones. Los maestros pueden tomar en cada lección el tiempo que consideren conveniente de acuerdo con las necesidades de los miembros de la clase. Es posible que se requiera más de una clase para desarrollar un tema determinado.
Los materiales de la clase
Todo alumno debe tener los libros canónicos a la mano durante la clase. Cada persona debe también tener un ejemplar del cuadernillo Cómo prepararse para entrar en el santo templo (36793 002), el que servirá de suplemento para los alumnos durante este curso. En las lecciones a menudo se cita este folleto, por lo que se pedirá a los alumnos que lo lean durante las semanas en que se presente el curso.
Los instructores
Se puede llamar como maestros de este curso a personas o a parejas casadas. Los instructores deben tener un fuerte testimonio del Evangelio y ser sensibles a la inspiración del Espíritu. Deberán haber recibido la investidura del templo, tener recomendaciones vigentes y entender la importancia y el carácter sagrado de lo que ocurre en el templo.
Si fuera posible, los instructores deberán acompañar a los participantes al templo cuando éstos reciban las ordenanzas del templo.
Sugerencias para el instructor
Antes de que los miembros de la Iglesia entren en el templo, deben estar espiritualmente preparados para hacerlo. Parte de tal preparación consiste en que tengan una comprensión adecuada de las doctrinas del plan de salvación y de la obra del templo. Usted tiene el privilegio de ayudar a otros en el proceso de preparación, guiándolos a una de las experiencias más sagradas de la vida de ellos. Sea sensible a las impresiones del Espíritu para que pueda presentar el material de la lección de tal manera que todo participante se beneficie al máximo. Recuerde el consejo del Señor: “Y se os dará el Espíritu por la oración de fe; y si no recibís el Espíritu, no enseñaréis” (D. y C. 42:14).
Antes de presentar la primera lección, lea este manual de principio a fin, para que comprenda cómo está organizado el material de enseñanza. Prepare cada lección con suficiente anticipación a fin de entender bien las ideas y las pueda presentar correctamente. Al enseñar las lecciones, asegúrese de que los participantes entiendan completamente los conceptos expresados antes de continuar enseñando otros. No se apure; sea paciente, y permita que los alumnos comprendan el mensaje y ofrezcan sus respuestas.
Antes de cada lección y durante la misma, brinde oportunidades para que los miembros de la clase hagan preguntas y analicen ideas. Ayúdelos a aplicar en sus propias vidas los principios que hayan aprendido. Para contestar preguntas, utilice las Escrituras, las enseñanzas de los profetas modernos y la guía del Espíritu del Señor.
A lo largo del curso, tenga presente la naturaleza sagrada de las ordenanzas del templo. Como se explica en la siguiente declaración, hay ciertos aspectos de la obra del templo de los que no se debe hablar fuera del mismo:
“No hablamos de las ordenanzas del templo fuera de este edificio. Nunca se tuvo como propósito que el conocimiento de dichas ceremonias se circunscribiera a un corto número de personas selectas a quienes se obligaría a que se aseguraran de que nadie más se enteraría de ellas; en realidad, es todo lo contrario, ya que exhortamos vigorosamente a toda persona a prepararse y hacerse merecedora de participar de las ceremonias del templo…
“Las ordenanzas y las ceremonias del templo son sencillas. Son hermosas y sagradas. Se conservan confidenciales, no sea que se den a conocer a quienes no estén preparados para ellas” (Cómo prepararse para entrar en el santo templo, pág. 2).
Esfuércese por fortalecer su propio testimonio del templo, y testifique con frecuencia a su clase de la veracidad de los principios que usted enseñe. Asimismo, proporcione oportunidades para que los miembros de la clase compartan sus testimonios cuando sea apropiado.
Siempre recuerde la vital importancia que tiene la obra del templo. El élder Boyd K. Packer dijo: “Las ordenanzas y los convenios constituyen nuestra credencial para entrar en la presencia de Dios. El recibirlos dignamente es la meta principal de la vida; y cumplir con ellos es el objetivo de esta vida” (“Estar bajo convenio”, Boyd K. Packer, Liahona, julio de 1987, pág. 22).