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El templo enseña sobre el gran plan de salvación
“Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado” (Juan 17:3).
Objetivo
Ayudar a los alumnos a entender que en el templo se enseña el plan de salvación.
Preparación
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Antes de comenzar la clase, prepare un cartel o dibuje en la pizarra un diagrama incompleto del plan de salvación (véase la pág. 3). (Podría también hacer otros parecidos en hojas de papel, para que cada miembro de la clase lo termine durante la lección.)
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Asegúrese de que cada miembro de la clase tenga las Escrituras a mano. También entrégueles un ejemplar del cuadernillo Cómo prepararse para entrar en el santo templo. Esos cuadernillos se deberán haber solicitado de antemano, como parte del material necesario para este curso.
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Tal vez le convenga pedir a varios miembros de la clase que le ayuden en la segunda parte de la lección. También puede dar a un miembro de la clase las referencias de las Escrituras mencionadas en cada parte del plan de salvación (vida preterrenal, la Caída, etc.), y pedirle que venga preparado para hacer un resumen de lo que esos pasajes enseñan en cuanto a ese plan.
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Tal vez podrían ver el video de 13 minutos llamado El hombre y su búsqueda de la felicidad (53490 002).
Presentación de la lección
El templo es una escuela espiritual
Pida a alguien que ofrezca la primera oración.
Explique que en todas las lecciones se utilizarán las Escrituras, y anime a los alumnos para que las lleven a la clase.
Entregue un ejemplar del cuadernillo Cómo prepararse para entrar en el santo templo a cada integrante de la clase. Explique que éste será el suplemento del alumno, y que durante las lecciones se tratarán temas extraídos de él. Cada miembro de la clase deberá leerlo durante las semanas que dure el curso.
Para comenzar la lección, explique que el templo es una escuela de enseñanza espiritual que nos ayuda a aprender más sobre el propósito de la vida y el plan de salvación.
Pida a los miembros de la clase que lean las citas que se encuentran a continuación, las cuales explican algunas de las cosas que aprendemos en el templo:
El presidente Gordon B. Hinckley ha dicho que el templo pasa a ser “una escuela en la que se recibe instrucción sobre los asuntos sublimes y santos de Dios. Allí se nos da el bosquejo del plan que nuestro amoroso Padre Celestial creó para todos Sus hijos; se nos presenta un boceto de la odisea de la jornada eterna del hombre, desde su existencia premortal y su pasaje por este mundo, hasta la otra vida. Se enseñan grandes verdades fundamentales con claridad y sencillez, de modo que todos los que escuchen puedan entender” (“El Templo de Salt Lake”, Liahona, noviembre de 1993, pág. 6).
El presidente Brigham Young enseñó que la ordenanza del templo llamada investidura nos da instrucciones que son necesarias para la vida eterna: “Su investidura consiste en recibir, en la casa del Señor, todas las ordenanzas que les son necesarias, después que hayan salido de esta vida, para permitirles volver a la presencia del Padre…” (Enseñanzas de los presidentes de la Iglesia: Brigham Young, pág. 318).
Pida a los miembros de la clase que lean Juan 17:3.
• ¿Qué enseña este pasaje de las Escrituras con respecto al conocimiento más importante que se pueda adquirir?
Explique que en el templo aprendemos más acerca de nuestro Padre Celestial y Jesucristo y que podemos acercarnos más a Ellos. Aprendemos sobre el plan que tienen para nosotros, el cual en las Escrituras lleva diferentes nombres, tales como plan de redención o plan de salvación.
“y con esto los probaremos, para ver si harán todas las cosas que el Señor su Dios les mandare” (Abraham 3:25).• Hasta este punto de sus vidas, ¿qué les ha ayudado a aprender acerca del plan de salvación?
• ¿En qué forma ha sido una bendición en sus vidas el tener una comprensión del plan de salvación?
En el templo se nos enseña el plan de salvación
Explique que el plan de salvación se enseña como parte de la investidura del templo. Esta sección de la lección ayudará a los miembros de la clase a prepararse para entender estas enseñanzas del templo.
Haga referencia a la ilustración incompleta de la pizarra, y repase la información que se da a continuación, empleando las Escrituras para ayudar a los miembros de la clase a comprender las ideas. Mientras se analicen los pasajes de la Escrituras, escríbalos sobre las líneas correspondientes de la gráfica (véase la gráfica completa en la pág. 6). Si los participantes tienen sus propias copias de la gráfica, dígales que las llenen con los versículos que correspondan.
Si asignó a ciertos miembros de la clase a que le ayuden, pídales que hagan su presentación acerca del plan de salvación. Explique que este análisis se centrará en las siguientes preguntas: ¿De dónde vinimos? ¿Por qué estamos aquí en la tierra? ¿Hacia dónde vamos después de esta vida?
La vida preterrenal
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Somos hijos espirituales de Dios, nuestro Padre Celestial, y vivimos con Él antes de venir a la tierra (véase Romanos 8:16–17).
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Nuestro Padre Celestial convocó un gran concilio en los cielos (véase Abraham 3:22–23). Allí presentó un plan para nuestro desarrollo eterno y nuestra felicidad, el que se llama el plan de salvación. Por nuestra parte, elegimos seguir Su plan.
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Para cumplir con el plan, Jesucristo, el Hijo Primogénito de nuestro Padre Celestial, se ofreció para ser nuestro Salvador (véase Moisés 4:2; Abraham 3:27).
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Lucifer, otro hijo de Dios, se rebeló en contra del plan de nuestro Padre Celestial y “pretendió destruir el albedrío del hombre”. Él y sus seguidores fueron expulsados del cielo, y se les negaron los privilegios de tener un cuerpo físico y experimentar la vida terrenal. A través de las edades, Satanás, como se le dice ahora a Lucifer, ha tratado de hacer que el género humano sea tan miserable como él, y por medio de la tentación intenta conducirlos a la iniquidad (véase Moisés 4:1, 3–4; 2 Nefi 2:17–18).
La Caída
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Adán y Eva fueron escogidos para ser los primeros hijos de nuestro Padre Celestial en venir a la tierra, y se les puso en el Jardín de Edén. Al principio, sus cuerpos no eran mortales (véase Moisés 3:7–8, 21–23).
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Adán y Eva escogieron comer del fruto que Dios les había prohibido; como consecuencia de ello, fueron separados de la presencia de Dios. A esta separación se la llama muerte espiritual. Además, se convirtieron en seres mortales, lo que significa que sus cuerpos físicos algún día iban a morir. También, podrían tener hijos. Este cambio en la condición terrenal se conoce como la Caída (véase2 Nefi 2:19–25; D. y C. 29:40–41).
La vida terrenal
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Todos los que decidieron seguir el plan de nuestro Padre Celestial en la vida preterrenal reciben un cuerpo físico cuando nacen en esta tierra. Durante nuestra vida terrenal, somos probados para ver si estamos dispuestos a vivir por la fe y obedecer los mandamientos de nuestro Padre Celestial mientras no estemos ante Su presencia física (véase Alma 34:32; Abraham 3:24–26).
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En la vida terrenal, cada persona es libre de seguir a Dios o a Satanás (véase 2 Nefi 2:27).
La muerte y la Resurrección
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Cuando morimos, nuestro espíritu entra al mundo de los espíritus, mientras que nuestros cuerpos permanecen en la tierra. Ese período de separación perdura hasta el momento de nuestra resurrección. Los espíritus de los justos son recibidos en un estado de paz y felicidad que se llama paraíso. Los espíritus de los inicuos son enviados a un estado de tinieblas al cual a menudo se le dice prisión (véase Alma 40:9–14; véase también 1 Pedro 3:19).
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La expiación y la resurrección de Jesucristo proporcionan el medio que permite que toda la humanidad supere la muerte física y resucite. La palabra “resurrección” significa que nuestros espíritus y nuestros cuerpos ya perfeccionados serán unidos por toda la eternidad (véase 2 Nefi 9:10–13; 1 Corintios 15:22; 2 Nefi 9:10–13; Alma 11:42–44).
“Creemos que por la Expiación de Cristo, todo el género humano puede salvarse, mediante la obediencia a las leyes y ordenanzas del Evangelio” (Artículos de Fe 1:3).3. La expiación de Jesucristo también asegura el medio por el cual podemos ser purificados y perdonados del pecado para poder morar en la presencia de Dios. El Salvador sufrió en el Huerto del Getsemaní y en la cruz por los pecados de toda la humanidad. Como resultado de Su expiación, podemos arrepentirnos y ser perdonados. Al vivir el Evangelio, podemos hacernos merecedores de recibir el don de la vida eterna y llegar a ser como Él (véase Mosíah 3:5–12).
Los reinos de gloria
En la Resurrección, cada persona será asignada a un reino de gloria. Las personas que son justas heredarán una gloria y bendiciones mayores que las que no obedecieron los mandamientos de Dios (véase 1 Corintios 15:35, 40–42).
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La gloria telestial es para quienes no aceptan el Evangelio de Jesucristo o el testimonio de Jesús o de los profetas de Dios, y para quienes llevan vidas pecaminosas (véase D. y C. 76:81–88, 98–103).
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La gloria terrestre es para la gente honorable de la tierra que es engañada y para quienes no son valientes en el testimonio de Jesucristo (véase D. y C. 76:71–79).
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La gloria celestial está reservada para aquellos que guardan los mandamientos y reciben las ordenanzas, vencen todas las cosas por la fe en Jesucristo, y llegan a ser puros de corazón (véaseD. y C. 76:50–70).
Pida a los miembros de la clase que contesten las preguntas siguientes:
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¿Qué han aprendido en cuanto al plan de salvación que antes no sabían?
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¿Cómo se sienten cuando piensan en la parte que tiene Jesucristo en este gran plan?
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¿Cómo podemos demostrar a nuestro Padre Celestial y a Jesucristo que estamos agradecidos por Su plan?
Para recalcar la gran importancia de la expiación del Salvador en el plan de salvación, escriba el tercer artículo de fe debajo de la gráfica ya terminada.
Conclusión
Haga hincapié en que el templo nos da conocimiento de este plan, y este conocimiento trae grandes bendiciones a nuestra vida. Exprese su testimonio sobre las bendiciones que usted ha recibido por comprender el plan de salvación y vivir los principios del Evangelio.
Para finalizar, muestre el video El Hombre y su Búsqueda de la Felicidad.
Invite a alguien a ofrecer la última oración.