Seminario
Hechos 27–28


Hechos 27–28

Seguir al profeta

Tormenta oscura en el mar con relámpagos y olas por la noche

Después de haber sido perseguido, maltratado y encarcelado falsamente en Jerusalén y Cesarea, el apóstol Pablo solicitó apelar su caso ante César en Roma. De camino a Roma, Pablo y quienes lo acompañaban afrontaron violentas tormentas, naufragios y otras adversidades. En esas circunstancias, Pablo brindó consejos y advertencias inspirados para mantener a todos a salvo. La finalidad de esta lección es ayudarte a sentir la importancia de seguir el consejo del profeta.

Seguir al profeta

Lee las siguientes declaraciones de consejo o advertencia proféticos que se encuentran en el librito Para la Fortaleza de la Juventud, 2011.

“Demuestra amor por los miembros de tu familia todos los días” (página 14).

“La educación académica es una parte importante del plan de nuestro Padre Celestial para ayudarte a llegar a ser más como Él […]. La educación académica que recibas será valiosa para ti durante la vida mortal y en la vida venidera” (página 9).

“No asistas, ni mires, ni participes en nada que de alguna manera sea vulgar, inmoral, violento o pornográfico” (página 11).

“Si tus amigos(as) te instan a hacer cosas malas, sé la persona que defienda lo bueno, aun si te encuentras solo(a)” (página 16).

  • ¿Qué actitudes diferentes has visto que muestran las personas en cuanto a seguir el consejo de los profetas?

  • ¿Por qué elegirían algunos jóvenes no prestar atención al consejo de los profetas?

  • ¿Cuáles podrían ser algunas de las consecuencias de no seguir el consejo de los profetas?

Medita sobre cómo respondes en lo personal al consejo y la dirección del profeta. Al estudiar Hechos 27, busca inspiración del Padre Celestial por medio del Espíritu Santo para recibir impresiones que te ayuden a fortalecer tu compromiso de seguir el consejo del profeta del Señor.

El consejo profético de Pablo

De camino a Roma para apelar su caso ante César, Pablo dio consejos y advertencias para mantener a los viajeros a salvo en su viaje.

Escribe en una hoja de papel con un bolígrafo o lápiz. 1. Haz lo siguiente en tu diario de estudio:

Para completar la siguiente actividad, primero lee la información que se encuentra en la parte superior de cada recuadro. Luego, lee los versículos que la acompañan, los cuales se encuentran en Hechos 27. Resume el relato en el centro de cada recuadro; para ello, haz un dibujo sencillo o escribe un resumen de las palabras y acciones de Pablo. Asegúrate de incluir también la reacción de las personas al consejo de Pablo.

El viaje de Pablo a Roma

Los soldados romanos llevaron a Pablo y a otros prisioneros en un barco de casi 300 personas. Su viaje fue lento, difícil y peligroso debido a que era ya entrado el otoño, época en la que se producían tormentas violentas con frecuencia.

Lee Hechos 27:9–13.

Durante una terrible tormenta, se hicieron intentos por reparar el barco y aligerar la carga.

Lee Hechos 27:20–26.

Después de catorce días en la terrible tormenta, intentaron un peligroso acercamiento a tierra. Los marineros tiraron el ancla y quisieron abandonar el barco porque pensaban que se estrellaría contra las rocas.

Lee Hechos 27:30–36.

Después de aligerar aún más el barco, intentaron tocar tierra.

Lee Hechos 27:41–44.

  • ¿Cómo crees que habrías reaccionado a las enseñanzas de Pablo si hubieras estado en el barco? ¿Por qué?

  • ¿Qué verdades aprendes de lo que estudiaste?

  • ¿Qué sabes acerca de los profetas que te dé confianza en sus consejos y enseñanzas?

El Señor ha enseñado que, por medio del profeta, escucharemos Su voz (véase Doctrina y Convenios 1:37–38) y que Sus advertencias a menudo llegarán por medio de Sus profetas escogidos (véase Doctrina y Convenios 1:1–4). En nuestra época, sostenemos a todos los miembros de la Primera Presidencia y del Cuórum de los Doce Apóstoles como profetas, videntes y reveladores. Dedica un momento a meditar sobre por qué el Señor nos habla por medio de profetas y lo que esto demuestra en cuanto a Sus sentimientos por nosotros.

  • ¿Qué aprendes acerca del Señor a partir del consejo y las advertencias que da por medio de Sus profetas?

  • ¿Qué experiencias han tenido tú u otras personas que conozcas en cuanto a escoger si seguir o no el consejo del profeta?

Dedica varios minutos a encontrar y estudiar consejos o advertencias recientes que el Señor nos haya dado por medio de Sus profetas. Algunos lugares donde podrías buscar pueden incluir discursos recientes de la conferencia general, la revista Para la Fortaleza de la Juventud o el librito Para la Fortaleza de la Juventud. Podrías incluir las declaraciones de los profetas que se dieron al comienzo de la lección.

Escribe en una hoja de papel con un bolígrafo o lápiz. 2. Escribe un breve resumen de lo que encontraste y responde las siguientes preguntas:

  • ¿De qué manera ese consejo del profeta del Señor es evidencia del cuidado, la preocupación y la misericordia que Él tiene por ti?

  • Si has seguido ese consejo en tu vida, ¿de qué manera te ha bendecido el Padre Celestial por tu obediencia?

  • Si hay alguna forma en que hayas desatendido o desobedecido ese consejo, ¿por qué podría un amoroso Salvador invitarte a comenzar a seguir ese consejo? ¿Cómo podría eso mejorar tu vida?

Seguir el consejo profético en tu vida

  • ¿Cuáles son algunas de las razones por las que estás agradecido por el consejo y las advertencias proféticos en tu vida?

Busca inspiración del Padre Celestial por medio del Espíritu Santo para ayudarte a reconocer las formas en que el Señor demuestra que está complacido con tu obediencia a Sus profetas, así como las formas en que Él podría instarte a mejorar. Anota los pensamientos e impresiones que te acudan a la mente y comprométete a seguirlos. Podría ser útil hablar sobre tus impresiones con un familiar cercano o con un líder de la Iglesia de confianza e invitarlos a ayudarte a seguir esas impresiones.

Opcional: ¿Quieres aprender más?

¿Cómo me afecta el seguir el consejo de los profetas?

El presidente Henry B. Eyring, de la Primera Presidencia, enseñó lo siguiente:

Retrato oficial del presidente Henry B. Eyring, tomado en marzo de 2018.

[L]a elección de no [aceptar el consejo profético] sacude el mismo suelo que pisamos; este se torna más peligroso. El no seguir el consejo profético disminuye nuestro poder de aceptarlo en el futuro. El mejor momento para haberse decidido a ayudar a Noé a construir el arca fue la primera vez que él lo pidió; después, cada vez que él pedía ayuda, toda respuesta negativa disminuía la sensibilidad al Espíritu. Y así, cada vez que solicitaba ayuda, su petición parecía más insensata, hasta que descendió la lluvia; y para entonces era demasiado tarde.

En mi vida, siempre que he elegido posponer seguir el consejo inspirado o que he decidido que yo era la excepción, he llegado a darme cuenta de que me encontraba en peligro. Siempre que he escuchado el consejo de los profetas, lo he confirmado por medio de la oración, y lo he seguido, he visto cómo me he dirigido hacia un lugar seguro.

(Véase Henry B. Eyring, “Busquemos seguridad en el consejo”, Liahona, julio de 1997, pág. 28)

Retrato oficial del presidente Henry B. Eyring, tomado en marzo de 2018.

Porque es muy bondadoso, el Señor llama a Sus siervos para que adviertan a la gente sobre los peligros. Ese llamado de advertencia se vuelve aún más serio e importante porque las advertencias de mayor mérito son acerca de peligros que la gente aún no cree que sean reales.

(Véase Henry B. Eyring, “Una voz de amonestación”, Liahona, enero de 1999, pág. 37)

Hechos 27:9. ¿Qué significa que “ya había pasado el ayuno”?

“El ayuno” probablemente hacía referencia al día santo judío llamado Día de la Expiación, que marcaba el comienzo de la estación durante la cual se consideraba peligroso viajar por el mar Mediterráneo a causa de las fuertes tormentas. El Día de la Expiación solía celebrarse a finales de septiembre o principios de octubre.

Hechos 27:28. ¿Cuánto es una “braza”?

Una braza es la distancia desde el dedo más largo de una mano hasta el dedo más largo de la otra cuando los brazos están extendidos. Una braza equivalía a unos cuatro codos.