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Capítulo 17: Preservar y proteger a la familia


Capítulo 17

Preservar y proteger a la familia

“Es probable que en ocasiones el hogar parezca ser común y corriente por sus deberes rutinarios, pero procurar el éxito del mismo debe ser la más importante de todas nuestras ocupaciones”

De la vida de Howard W. Hunter

Howard W. Hunter se crió en una familia amorosa y trabajadora, donde aprendió de sus padres que edificar un hogar feliz con frecuencia requiere sacrificio. Poco antes de casarse, hizo un sacrificio que sintió que era necesario para el bienestar de su futura familia.

Howard había cultivado el amor por la música desde temprana edad. Primero aprendió a tocar el piano y el violín, y luego aprendió de manera autodidacta a tocar muchos otros instrumentos. Cuando era adolescente, formó su propio grupo musical: “Hunter’s Croonaders”, el cual tocaba en bailes y demás eventos en la zona de Boise, Idaho [EE. UU.]. Cuando tenía 19 años, los contrataron a él y al grupo para encargarse de la música en un crucero a Asia de dos meses1.

El año posterior a su regreso del crucero, Howard se mudó al sur de California, donde siguió tocando con diversos grupos. En California también conoció a Claire Jeffs, a quien propuso matrimonio en la primavera [boreal] de 1931. Cuatro días antes de casarse, Howard tocó con su grupo musical, después empacó los instrumentos y nunca más tocó de forma profesional. Tocar en bailes y fiestas “era glamoroso en algunos aspectos”, decía, “y ganaba bien”, pero él sintió que algunas partes de ese estilo de vida eran incompatibles con la clase de vida que concebía para su familia. “Me quedó un vacío de algo que había disfrutado, [pero] nunca me he arrepentido de la decisión ”, dijo años después2.

Howard y Claire fueron bendecidos con tres hijos, Howard William (Billy), John y Richard. Para su pesar, Billy falleció cuando era bebé. Conforme John y Richard crecieron, los Hunter edificaron una familia estrechamente unida. Howard tenía la agenda repleta debido a su trabajo como abogado y los llamamientos de la Iglesia, pero él y Claire dieron prioridad a la familia. Mucho antes que la Iglesia designara la noche del lunes como la noche de hogar, los Hunter apartaron dicha noche para enseñar el Evangelio, narrar relatos, jugar juegos y visitar lugares juntos. Con frecuencia, a los niños se les asignaba dar las lecciones.

Howard y sus hijos adquirieron intereses en común, tales como el ferromodelismo. Armaban trenes a partir de kits y construían elaboradas vías a escala con rieles asegurados a planchas de madera contrachapada. Howard rememoró: “Uno de nuestros pasatiempos preferidos era ir a los patios del ferrocarril… cerca de la Estación Alhambra del Ferrocarril Southern Pacific a fin de buscar ideas para nuestros patios de maniobras y nuestro equipo”3.

Con el tiempo, la familia del presidente y la hermana Hunter creció hasta incluir dieciocho nietos. Además de las visitas prolongadas a sus hijos y nietos, muchas de las visitas del presidente Hunter eran “de pasada”, cuando por asignaciones de la Iglesia tenía que hacer escala en California. Debido a que John a menudo llevaba a sus hijos al aeropuerto a ver al abuelo durante dichas escalas, éstos a veces se referían a él como “el abuelo que vive en el aeropuerto”4.

padres jugando con hijos

La familia “supera a todos los demás intereses de la vida”.

Enseñanzas de Howard W. Hunter

1

La familia es la unidad más importante de la sociedad, de la Iglesia y en la eternidad

La familia es la unidad más importante en esta vida y en la eternidad y, como tal, supera a todos los demás intereses de la vida5.

La Iglesia tiene la responsabilidad y la autoridad de preservar y proteger a la familia como la base de nuestra sociedad. El modelo de la vida familiar, que fue instituido desde antes de la fundación del mundo, establece que los niños nazcan de un padre y una madre que sean marido y mujer legalmente casados, y que esos niños sean criados por ellos. La paternidad es un privilegio y una responsabilidad sagrada, donde los niños son bienvenidos como “herencia de Jehová” (Salmos 127:3).

La sociedad ahora empieza a preocuparse y a darse cuenta de que la desintegración de la familia trae al mundo las calamidades que previeron los profetas. Los concilios y las deliberaciones del mundo sólo triunfarán cuando definan a la familia como la ha establecido el Señor. “Si Jehová no edifica la casa, en vano trabajan los que la edifican” (Salmos 127:1)6.

Al procurar el bienestar de las personas y familias, es importante recordar que la unidad básica de la Iglesia es la familia. Sin embargo, al centrarnos en la familia, debemos recordar que, en el mundo en que vivimos, ésta no se limita al grupo tradicional compuesto por padre, madre e hijos. Las familias de la Iglesia de hoy en día también se componen de [esposos y esposas] sin hijos, padres o madres sin cónyuge pero con hijos, y personas solteras que viven solas… Cada una de esas familias debe recibir el cuidado atento del sacerdocio. A menudo, quienes podrían necesitar el cuidado más atento son aquellas familias cuya estructura no es la tradicional. En cada hogar se necesitan maestros orientadores dedicados que se interesen. No se debe desatender a nadie7.

grupo familiar grande

El presidente Hunter con sus hijos, nietos y las familias de éstos el 2 de octubre de 1994, el día después que se le sostuvo como Presidente de la Iglesia.

2

Los padres son socios en lo tocante al liderazgo del hogar y tienen la estricta obligación de proteger y amar a los hijos

Las responsabilidades de la paternidad son de máxima importancia y los resultados de nuestros esfuerzos tendrán consecuencias eternas para nosotros y para los niños y las niñas que criemos. Toda persona que se convierte en padre [o madre] tiene la estricta obligación de proteger, amar y ayudar a [sus] hijos a regresar a su Padre Celestial. Todos los padres deben comprender que el Señor no considerará inocentes a aquellos que descuiden esas responsabilidades8.

Los padres y madres tienen una gran responsabilidad con respecto a los hijos que se confían a su cuidado… En el Libro de Proverbios hallamos esta admonición para los padres:

“Instruye al niño en su camino; y aun cuando fuere viejo, no se apartará de él” (Proverbios 22:6).

La mejor enseñanza que puede darse a un niño es la que proviene del ejemplo de los padres. Los padres deben dar a los jóvenes el ejemplo a seguir. Hay una gran fortaleza que procede del hogar donde se enseñan principios rectos, donde hay amor y respeto mutuos, donde la oración ha sido una influencia en la vida familiar, y donde existe respeto por aquello que es de Dios9.

El ser líderes de familia eficaces… requiere el dar a ésta tiempo en cantidad y calidad. No deben dejar… la enseñanza y el gobierno de la familia… en manos de… la sociedad, ni de la escuela y ni siquiera de la Iglesia10.

El hombre que posee el sacerdocio debe considerar que la familia es ordenada por Dios. El ser líder de su familia es su deber más importante y más sagrado…

El hombre que posee el sacerdocio está a la cabeza de su familia en lo que toca a participar en la Iglesia para que ellos conozcan el Evangelio y estén bajo la protección de los convenios y las ordenanzas. Si desean recibir las bendiciones del Señor, tienen que poner su propia casa en orden. Junto con su esposa, determinan el ambiente espiritual de su hogar. La primera obligación de ustedes es poner en orden su propia vida espiritual valiéndose del estudio regular de las Escrituras y de la oración diaria. Afiancen y honren su sacerdocio y sus convenios del templo e insten a su familia a hacer lo mismo11.

El hombre que posea el sacerdocio debe tener reverencia por la maternidad. A las madres se les ha dado el sagrado privilegio de engendrar “las almas de los hombres; pues en esto se perpetúa la obra [del] Padre, a fin de que él sea glorificado” (D.y C. 132:63).

…El sacerdocio no puede alcanzar su destino, ni los propósitos de Dios pueden cumplirse sin la compañera, la esposa. Las madres realizan una labor que el sacerdocio no puede realizar. Por ese don de la vida, el poseedor del sacerdocio debe tener un amor ilimitado a la madre de sus hijos.

[Hermanos], honren la función exclusiva y divinamente señalada de su esposa como madre en Israel y su don especial de tener y criar hijos. Hemos recibido el mandato divino de multiplicarnos y henchir la tierra, y de criar a nuestros hijos en la luz y la verdad (véanse Moisés 2:28; D. y C. 93:40). Ustedes comparten, como compañeros cariñosos, el cuidado de los hijos. Ayuden a su esposa a administrar y a mantener el hogar. Ayúdenle a enseñar, a formar y a disciplinar a los hijos.

Expresen con regularidad a su esposa y a sus hijos su reverencia y respeto hacia ella. En realidad, una de las mejores cosas que un padre puede hacer por sus hijos es amar a la madre de ellos12.

El hombre que posee el sacerdocio debe aceptar a su esposa como compañera en la dirección del hogar y de la familia, por lo que ella debe participar de forma total, y con un conocimiento pleno de los detalles, en todas las decisiones que atañan a éstos. Necesariamente debe haber en la Iglesia y en el hogar un oficial presidente (véase D. y C. 107:21). Por decreto divino, la responsabilidad de presidir en el hogar descansa sobre el poseedor del sacerdocio (véase Moisés 4:22). El Señor dispuso que la esposa fuese ayuda idónea para el hombre, o sea, una compañera apropiada y necesaria para él e igual en todo sentido. Para presidir con rectitud, es preciso que se compartan las responsabilidades entre marido y mujer; deben actuar juntos con conocimiento y participación en lo que respecta a todos los asuntos familiares. El que el hombre actúe por su propia cuenta, sin tener en consideración la opinión ni el consejo de su esposa en el gobierno de la familia, es ejercer injusto dominio13.

Los exhortamos, hermanos, a recordar que el sacerdocio es una autoridad que obra únicamente en rectitud. Gánense el respeto y la confianza de sus hijos, tratándolos con cariño. Un padre recto y justo protege a sus hijos dándoles de su tiempo y su presencia en las actividades y los deberes sociales, escolares y espirituales de ellos. Las tiernas expresiones de amor y de cariño hacia los hijos son tanto la responsabilidad del padre como de la madre. Díganles a sus hijos que los quieren14.

3

Nuestro hogar debe ser un lugar donde reine el amor, la oración y la enseñanza del Evangelio

Sencillamente, en nuestro hogar deben existir el amor, la integridad y principios firmes; debemos asumir un compromiso constante para con el matrimonio, los hijos y la moralidad; debemos lograr el éxito en ese aspecto, que será el más importante para la próxima generación.

Sin duda, el hogar más fuerte y hermoso es aquel donde se encuentran personas sensibles a los sentimientos ajenos, que se esfuerzan por servir a los demás y por vivir en el hogar los principios que demostramos en sitios más públicos. Tenemos que esforzarnos más por vivir el Evangelio en nuestro círculo familiar; nuestro hogar merece que le dediquemos nuestro compromiso más fiel. El niño tiene el derecho de saber que está seguro en el hogar, que ése es el lugar donde hallará protección de los peligros y los males del mundo exterior; y para poder ofrecerle esas condiciones, se requieren la unidad y la integridad de la familia. Los hijos necesitan padres que sean felices el uno con el otro, que se esfuercen alegremente por lograr el ideal de la vida familiar, que amen a sus hijos con un amor sincero y abnegado, y que asuman el compromiso de alcanzar el éxito familiar15.

Cuando se instituyó la noche de hogar como programa oficial de la Iglesia, la Primera Presidencia dijo: “Si los santos obedecen este consejo [de llevar a cabo la noche de hogar], les prometemos grandes bendiciones como resultado; aumentarán el amor en el hogar y la obediencia a los padres; se desarrollará la fe en el corazón de los niños y jóvenes de Israel, y obtendrán fuerzas para combatir la mala influencia y las tentaciones que los acosan”. Reafirmamos las bendiciones prometidas a quienes hacen la noche de hogar fielmente.

La noche del lunes debe reservarse para la noche de hogar. Los líderes locales deben asegurarse de que los centros de reuniones y edificios de la Iglesia estén cerrados, que no se planifiquen actividades de barrio ni de estaca para el lunes por la noche, y que se eviten otras interrupciones a la noche de hogar.

El objeto principal de la noche de hogar debe ser que la familia esté reunida para estudiar el Evangelio. Les recordamos a todos que el Señor ha exhortado a los padres que enseñen a sus hijos el Evangelio, a orar y a observar el día de reposo. Las Escrituras son la fuente más importante para enseñar el Evangelio16.

Oren en familia tanto por la noche como por la mañana. ¡Qué grandes bendiciones se derraman en la vida de los hijos que escuchan a sus padres rogar al Señor por su bienestar! Ciertamente, los hijos que estén bajo la influencia de padres tan rectos estarán mejor protegidos contra las influencias del adversario17.

A fin de que padres e hijos puedan comprenderse mejor mutuamente, la Iglesia ha adoptado un plan conocido como “El consejo de familia”. A Dicho consejo lo convocan y dirigen los padres, y asisten todos los integrantes de la familia. Afianza los lazos familiares, confirma a los hijos que “forman parte” [de la familia] y les da la seguridad de que los padres se interesan por sus problemas. Esa reunión familiar enseña el respeto mutuo, elimina el egoísmo, y hace hincapié en la regla de oro [véase Mateo 7:12] en el hogar y en llevar una vida pura. Se enseñan la adoración y la oración en familia, junto con lecciones sobre la bondad y la honradez. Por lo general, el problema de la familia uno lo afronta tan de cerca que no llega a concebir sus dimensiones ni importancia reales, no obstante, cuando la familia es fuerte y está unida en la labor de servir a Dios y guardar Sus mandamientos, muchos de nuestros problemas modernos desaparecen18.

[Hermanos], tomen seriamente su responsabilidad de enseñar el Evangelio a su familia al realizar con regularidad la noche de hogar, la oración familiar, la lectura de las Escrituras y de mensajes espirituales, y al aprovechar los momentos propicios para enseñar. Hagan especial hincapié en la preparación para el servicio misional y el matrimonio en el templo. Como patriarcas del hogar, ejerzan su sacerdocio efectuando las ordenanzas correspondientes por su familia y dando bendiciones a su esposa y a sus hijos. Después de su propia salvación, hermanos, no hay nada tan importante para ustedes como la salvación de su esposa y de sus hijos19.

pareja caminando con hijo adolescente

“Debemos dedicarnos a la oración y… [hacer] sentir nuestro amor y preocupación [a nuestros hijos]”.

4

Un padre o madre que tiene éxito es aquel que ha amado, se ha sacrificado y ha enseñado a su hijo, y se ha preocupado por las necesidades de éste y las ha atendido

Las Autoridades Generales tenemos el privilegio de llegar a conocer a miembros de la Iglesia de todo el mundo que han llevado vidas constantemente buenas y que han criado a su familia bajo la influencia del Evangelio. Esos santos han gozado de las grandes bendiciones y el consuelo que se reciben al examinar, como padres, abuelos y bisabuelos, la larga y exitosa labor de crianza que han realizado. Ciertamente, se trata de algo que a cada uno de nosotros le gustaría.

Sin embargo, hay muchas personas en la Iglesia y en el mundo que viven con sentimientos de culpabilidad e indignidad porque algunos de sus hijos se han alejado del rebaño o se han extraviado…

…Sabemos que, aunque los padres responsables dan lo mejor de sí, casi todos han cometido errores. No es posible embarcarse en tamaña empresa como la de la paternidad sin darse cuenta enseguida de que se cometerán muchos errores a lo largo del camino. Ciertamente, cuando el Padre Celestial confía los hijos, cuyo espíritu Él procreó, al cuidado de padres jóvenes e inexpertos, sabe que habrá errores y decisiones equivocadas…

…Cada uno de nosotros es diferente y único; cada hijo es único. Así como todos empezamos nuestra carrera de la vida en momentos diferentes, y así como cada uno de nosotros tiene diferentes fortalezas, debilidades y talentos, del mismo modo se bendice a cada hijo con su propio conjunto de características especiales. No debemos dar por sentado que el Señor juzgará el éxito de uno de la misma forma que el de otro. A menudo, los padres suponemos que hemos fracasado si nuestro hijo no sobresale en todo. Debemos ser cuidadosos al emitir juicios…

Los padres que han tenido éxito son los que han amado, los que se han sacrificado, los que se han preocupado, han enseñado y han atendido a las necesidades de sus hijos. Si han hecho todo eso y aún así su hijo es desobediente, contencioso o mundano, puede muy bien ser que, a pesar de ello, sean buenos padres. Es posible que entre los hijos que han venido al mundo haya quienes constituirían un reto para cualquier pareja de padres, bajo cualquier circunstancia. De la misma manera, quizás haya otros que bendecirían y serían un gozo en la vida de cualquier padre o madre.

Mi inquietud hoy es que haya padres que quizás se juzguen muy duramente como tales, y que permitan que esos sentimientos destruyan su vida, cuando en realidad han hecho lo mejor que podían, y deben continuar con fe20.

El padre o madre [cuyo hijo se haya descarriado] no está solo. Nuestros primeros padres conocieron la aflicción y el sufrimiento de ver que algunos de sus hijos rechazaban las enseñanzas de la vida eterna (véase Moisés 5:27). Siglos después, Jacob se enteró de los celos y los malos sentimientos de sus hijos mayores hacia su amado José (véase Génesis 37:1–8). El gran profeta Alma, quien tenía un hijo llamado también Alma, oró durante mucho tiempo al Señor concerniente a la actitud rebelde de su hijo y, sin duda, estaba lleno de inquietud y preocupación por la disensión e iniquidad que éste sembraba entre quienes estaban en la Iglesia (véase Mosíah 27:14). Nuestro Padre Celestial también ha visto a muchos de Sus hijos, cuyo espíritu Él procreó, perderse en el mundo; Él conoce los sentimientos del corazón de ustedes…

…no pierdan la esperanza con algún joven o jovencita que se haya descarriado; muchos que parecían totalmente perdidos han vuelto. Debemos dedicarnos a la oración y, si es posible, hacerles sentir nuestro amor y preocupación…

…sepan que nuestro Padre Celestial reconocerá el amor y el sacrificio, la preocupación y la inquietud, aun cuando nuestros grandes esfuerzos no hayan tenido éxito. Aunque los padres a menudo tengan el corazón roto, deben comprender que cuando han enseñado a los hijos principios correctos, la responsabilidad, en definitiva, recae sobre los hijos

…por grandes que sean el pesar y la preocupación, y el dolor y la angustia, busquen alguna forma de que se conviertan en algo de provecho, quizás al ayudar a otras personas a evitar los mismos problemas, o tal vez al cultivar en nosotros una mayor empatía por los sentimientos de otros que padezcan de manera semejante. Sin duda, comprenderemos más el amor de nuestro Padre Celestial cuando, por medio de la oración, finalmente nos demos cuenta de que Él nos entiende y desea que fijemos nuestra vista hacia adelante…

Jamás debemos dejar que Satanás nos engañe haciéndonos pensar que todo está perdido. Sintamos la satisfacción de lo bueno y lo correcto que hemos hecho; rechacemos y eliminemos de nuestra vida lo que sea incorrecto; recurramos al Señor en busca de perdón, fortaleza y consuelo, y luego sigamos adelante21.

5

Nuestro hogar debe ser un lugar santo donde se puedan vivir los principios del Evangelio y donde pueda morar el Espíritu del Señor

Esperamos que no los venza el desánimo en sus esfuerzos por criar a su familia en rectitud. Recuerden que el Señor ha mandado esto: “Pero mis discípulos estarán en lugares santos y no serán movidos” (D. y C. 45:32).

Aunque algunas personas interpreten que eso significa el templo, a lo cual ciertamente se refiere, también representa el hogar en que vivimos. Si se esfuerzan diligentemente por dirigir a su familia con rectitud, al fomentar la oración familiar diaria, la lectura de las Escrituras, la noche de hogar, y el amor y el apoyo mutuos para vivir las enseñanzas del Evangelio, y también al participar ustedes en todo ello, recibirán las bendiciones prometidas por el Señor para criar una posteridad recta.

En un mundo cada vez más inicuo, cuán esencial es que cada uno de nosotros permanezca en “lugares santos” y se comprometa a ser leal y fiel a las enseñanzas del evangelio de Jesucristo22.

Para lograr el éxito en la familia, los padres deben tener amor y respeto el uno por el otro. El esposo, poseedor del sacerdocio, debe tener a su esposa en la más alta estima delante de sus hijos, y la esposa debe amar y apoyar al marido. A su vez, los hijos han de tener amor por sus padres y entre ellos. Así pues, el hogar se convertirá en un lugar santo donde se puedan vivir los principios del Evangelio de la mejor manera y donde pueda morar el Espíritu del Señor. Ser un padre o una madre de éxito es mucho más importante que alcanzar posiciones de liderazgo o altos cargos en los negocios, en el gobierno y en los asuntos del mundo. Es probable que en ocasiones el hogar parezca ser común y corriente por sus deberes rutinarios, pero procurar el éxito del mismo debe ser la más importante de todas nuestras ocupaciones23.

Sugerencias para el estudio y la enseñanza

Preguntas

  • Al repasar las enseñanzas del presidente Hunter de la sección 1, considere la importancia de la familia. ¿Cuál es la responsabilidad de la Iglesia para con la familia? ¿Cómo podemos proteger y fortalecer a nuestra familia?

  • Medite en las enseñanzas del presidente Hunter sobre el modo en que los padres son socios en el liderazgo del hogar (véase la sección 2). ¿Cómo pueden ayudar esas enseñanzas tanto a los padres como a las madres? ¿Cómo pueden llegar a estar unidos los padres en la crianza de sus hijos? Considere cómo podría mejorar el “ambiente espiritual” de su hogar.

  • En la sección 3, el presidente Hunter imparte consejo sobre cómo establecer una familia fuerte. ¿Cómo podemos cultivar más “unidad [e] integridad” en la familia? ¿De qué manera la noche de hogar ha bendecido a su familia? ¿Cómo han bendecido a su familia el estudio de las Escrituras en familia y la oración familiar?

  • ¿De qué forma las enseñanzas del presidente Hunter de la sección 4 podrían ser de ayuda para los padres de alguien que se haya descarriado? ¿De qué modo los padres que sufren pesar y dolor pueden sacar provecho de ello? ¿Qué pueden hacer los padres, los abuelos, los líderes de los jóvenes y otras personas para ayudar a los hijos que se descarríen?

  • Tras leer la sección 5, reflexione sobre las enseñanzas del presidente Hunter concernientes a hacer de nuestro hogar un “lugar santo”. ¿Cuáles son algunas de las dificultades que afrontamos al hacerlo? ¿Cómo podemos esforzarnos para que nuestro hogar sea un lugar santo?

Pasajes de las Escrituras relacionados con el tema

Éxodo 20:12; Deuteronomio 6:4–7; Salmos 127:3–5; Efesios 6:1–4; Enós 1:1–3; Mosíah 4:14–15; Alma 56:45–48; 3 Nefi 18:21; D. y C. 68:25–28; 93:40; 121:41–46.

Ayuda didáctica

Pida a los integrantes de la clase que se agrupen de a dos y que planifiquen cómo enseñarían alguna de las secciones del capítulo en una noche de hogar. ¿Cómo podemos lograr que las enseñanzas sean relevantes para los niños y los jóvenes? Invite a algunos de los grupos a compartir sus ideas con la clase.

Notas

  1. Véase Eleanor Knowles, Howard W. Hunter, 1994, págs. 46–48.

  2. En Knowles, Howard W. Hunter, pág. 81.

  3. En Knowles, Howard W. Hunter, pág. 109.

  4. En Knowles, Howard W. Hunter, pág. 252; véase también la pág. 251.

  5. Véase “El ser marido y padre con rectitud”, Liahona, enero de 1995. pág. 58.

  6. Véase “Preciosas y grandísimas promesas”, Liahona, enero de 1995, pág. 9.

  7. The Teachings of Howard W. Hunter, ed. Clyde J. Williams, 1997, pág. 144.

  8. Véase “¿Se ha extraviado vuestro hijo?”, Liahona, enero de 1984, pág. 114.

  9. En Conference Report, abril de 1960, pág. 125.

  10. Véase “El ser marido y padre con rectitud”, pág. 58.

  11. “El ser marido y padre con rectitud”, págs. 58, 63.

  12. Véase “El ser marido y padre con rectitud”, pág. 58.

  13. Véase “El ser marido y padre con rectitud”, pág. 58.

  14. “El ser marido y padre con rectitud”, págs. 58, 63.

  15. Véase “Somos testigos de Dios”, Liahona, julio de 1990, págs. 74–75.

  16. Véase Carta de la Primera Presidencia, 30 de agosto de 1994: Howard W. Hunter, Gordon B. Hinckley y Thomas S. Monson.

  17. En Mike Cannon, “‘Be More Fully Converted’, Prophet Says”, Church News, 24 de septiembre de 1994, pág. 4; véase también The Teachings of Howard W. Hunter, pág. 37.

  18. En Conference Report, abril de 1960, págs. 125–126.

  19. Véase “El ser marido y padre con rectitud”, pág. 63.

  20. Véase “¿Se ha extraviado vuestro hijo?”, págs. 112, 114, 115.

  21. Véase “¿Se ha extraviado vuestro hijo?”, págs. 113, 114, 115.

  22. The Teachings of Howard W. Hunter, pág. 155.

  23. The Teachings of Howard W. Hunter, pág. 156.