La responsabilidad de la presidenta de la Sociedad de Socorro en cuanto a Bienestar
El propósito de la Sociedad de Socorro
Mis queridos hermanos y hermanas, es un privilegio hablarles sobre la responsabilidad de la presidenta de la Sociedad de Socorro de barrio en cuanto a Bienestar. Detrás de mí están los retratos de las mujeres que han servido como presidentas generales de la Sociedad de Socorro. Al estudiar sus historias recuerdo que esta organización ha llevado a cabo su obra en épocas de crecimiento y prosperidad pero también durante épocas de guerra, hambruna, epidemias y depresión. Las lecciones que aprendemos del pasado nos ayudan en nuestros días al pasar por desastres naturales, guerras, agitación política, pruebas personales y problemas económicos. La Sociedad de Socorro tiene la intención de proporcionar alivio, o sea, “aligerar, hacer menos pesado, quitar a alguien parte del peso”1. Siempre se nos ha encomendado ayudar a las mujeres y a sus familias en sus responsabilidades vitalicias a engrandecer la fe y la rectitud personal, fortalecer a la familia y el hogar y servir al Señor y a Sus hijos. Hoy nos concentraremos en la porción de nuestra obra que concierne el bienestar, y hablaremos de trabajar bajo la dirección del obispo para organizar, enseñar e inspirar a las hermanas en cuanto a velar por el pobre y el necesitado, y ayudarles a ser autosuficientes.
Velar por el pobre y el necesitado
La Sociedad de Socorro, que tiene la responsabilidad de “velar por el bienestar espiritual y la salvación… de todas las mujeres miembros de la Iglesia” 2, se organizó para proveer “alivi[o] al pobre, al destituido, a la viuda y al huérfano, y realizar todo acto de benevolencia” 3. Esto incluye: “ayudar al necesitado, atender al enfermo, disipar las dudas, liberar de la ignorancia, aliviar todo lo que obstaculice la alegría y el progreso de la mujer” 4.
He escuchado al presidente Monson hablar con mucho aprecio sobre las presidentas de la Sociedad de Socorro que sirvieron con él cuando era un obispo joven. Él y las presidentas de la Sociedad de Socorro siguieron el mismo modelo que tenemos hoy. Bajo la dirección de él, la presidenta de la Sociedad de Socorro iba al hogar de los miembros para averiguar si había o no suficiente alimento, mobiliario, habilidades, fortaleza emocional u otras necesidades. Con la ayuda de la oración y de los dones espirituales que tenían, las presidentas de la Sociedad de Socorro pedían inspiración para hacer una evaluación adecuada de las necesidades en aquellos hogares y él, utilizando la evaluación de ellas, creaba un plan de autosuficiencia para sus miembros.
La autosuficiencia y la vida providente
Además de la responsabilidad de ayudar al obispo a velar por los necesitados, la Sociedad de Socorro organiza a las hermanas de la Sociedad de Socorro y les enseña e inspira a ser autosuficientes. Para entender sus responsabilidades, las líderes podrían hacer algunas preguntas importantes:
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¿Qué es la autosuficiencia?
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¿Qué responsabilidades personales tiene cada hermana tocante a la autosuficiencia?
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¿Cuán autosuficientes son las hermanas de mi barrio?
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¿Qué habilidades de autosuficiencia deben adquirir las hermanas de mi barrio?
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¿De qué forma nos ayudaremos mutuamente a ser más autosuficientes?
“La autosuficiencia significa utilizar todas las bendiciones del Padre Celestial para velar por nosotros mismos y por nuestra familia, y para hallar soluciones a nuestros problemas” 5. Todos tenemos la responsabilidad de tratar de evitar problemas antes de que sucedan y de aprender a superar los retos cuando ocurran.
Este cuadro en mi oficina muestra a una mujer en un cuarto de almacenamiento. Lo que aprendemos de este cuadro no es tanto una lección sobre los cuartos de almacenamiento ni cómo preparar conservas. Miren a la mujer; como está sola no sabemos si es casada o soltera; lleva un delantal, lo que implica que ha estado trabajando. El trabajo es un principio fundamental de la autosuficiencia. Podemos suponer que los productos alrededor de ella son el resultado de su propio empeño. Ha hecho algunos preparativos personales: miren su rostro, se ve un poco cansada pero muy tranquila; sus ojos muestran la satisfacción que hay en su corazón y tiene la mirada de una mujer autosuficiente.
¿Cómo llegamos a ser autosuficientes? Lo logramos al obtener suficiente conocimiento, educación y alfabetismo; al administrar el dinero y los recursos en forma prudente, al ser fuertes espiritualmente, al prepararnos para las emergencias y las eventualidades y al tener salud física, bienestar social y emocional.
Entonces, ¿qué habilidades necesitamos para ser autosuficientes? Para mi abuela era importante saber matar y desplumar una gallina; pero yo todavía no he tenido la necesidad de hacerlo; sin embargo, aún en los comienzos de la Iglesia, Brigham Young suplicó a las hermanas que aprendieran a prevenir las enfermedades en la familia, a establecer industrias domésticas, aprender contabilidad y otras habilidades prácticas 6. Esos principios también se aplican a nuestros días. La educación sigue siendo de vital importancia; cada uno somos un maestro y un alumno y el alfabetismo y las habilidades técnicas y de razonamiento son un requisito diario. Hay también una gran necesidad de mejores aptitudes de comunicación en el matrimonio y la familia, y nunca han sido más importantes las habilidades de crianza de los hijos. También han aumentado las deudas y el consumismo en el mundo.
Les pregunté a algunos obispos las habilidades de autosuficiencia que más necesitaban las hermanas de sus barrios y dijeron que era hacer un presupuesto. Las mujeres deben entender las implicaciones de comprar a crédito y de no ceñirse a un presupuesto. La segunda habilidad que los obispos anotaron fue cocinar; las comidas que se preparan y se comen en casa cuestan por lo general menos, son más sanas y contribuyen a una relación familiar más sólida.
He visto grandes ejemplos de hermanas por todo el mundo ayudándose a ser autosuficientes. En los Estados Unidos, las hermanas se reúnen para aprender a presupuestar para comprar con cuidado y reducir las deudas. Las hermanas mayores están enseñando a las más jóvenes a cocinar y preparar comidas saludables en casa. En Ghana, las hermanas aprenden juntas a leer; en Perú las hermanas sellan arroz y frijol en paquetes para no pasar hambre cuando ocurran terremotos. En las Filipinas, donde hay tifones con regularidad, las hermanas hacen paquetes de artículos y alimentos para usar cuando deban evacuar su hogar.
Otro cuadro que tengo en la oficina muestra la forma en que este principio se puede poner en práctica en cualquier parte. Ahí vemos a una familia filipina en su choza de ramas de nipa asentada sobre pilotes; al frente su gran jarra de agua. Tienen una canasta de mangos, un poco de combustible para cocinar y una sencilla fuente de luz para ver; están sentados alrededor de la mesa con la cabeza inclinada en oración. En la pared está un bordado con las palabras: “Las familias son eternas”. Me imagino que la madre de esta familia aprendió muchos de estos principios y habilidades de autosuficiencia en las reuniones y actividades de la Sociedad de Socorro.
¿Cuán autosuficientes son las hermanas de su barrio? ¿Cómo puede discernir sus necesidades? y ¿Quién debe ayudar a la presidenta de la Sociedad de Socorro en este empeño? Ya que esta es una obra divina y ya que la presidenta de la Sociedad de Socorro tiene un llamamiento divino, tiene derecho a la ayuda divina. También tiene la ayuda de buenas maestras visitantes que entienden su responsabilidad de velar por las hermanas y quererlas. A través de los informes que recibe de ellas y de otras hermanas, puede enterarse de sus necesidades; puede utilizar también la ayuda de los comités y de hermanas más jóvenes que tienen mucha energía y están listas para servir.
Este otro cuadro que está en mi oficina representa a una partera pionera. Me recuerda que una hermana que tenga una aptitud puede bendecir a muchas personas. Un ejemplo de esto es mi tatarabuela, Mary Ann Hamblin, que era partera; ella ayudó a traer a más de dos mil bebés a este mundo. Hizo una valiosa contribución de tiempo y talentos al almacén del Señor.
El cumplimiento de nuestras responsabilidades
El proveer para nosotros y para los demás es evidencia de que somos discípulos del Señor Jesucristo. Como a muchos de ustedes, el ejemplo de mi madre y de otras hermanas de la Sociedad de Socorro me ha inspirado y me ha enseñado los principios de la autosuficiencia. Una de ellas fue mi suegra, June, una mujer fina que sirvió en presidencias de la Sociedad de Socorro casi sin interrupción por treinta años. Cuando falleció de pronto el año pasado, dejó evidencia de su vida autosuficiente: una recomendación para el templo vigente, y Escrituras y manuales de estudio del Evangelio muy usados. Nos repartimos con amor las ollas, las sartenes y los platos con los que había preparado miles de comidas. Nos dejó acolchados que había hecho de ropa vieja, pues creía en el viejo adagio: “Úsalo, gástalo, haz que sirva o arréglatelas sin él”. Vimos las provisiones de alimentos que había cultivado, preservado y almacenado, y fueron en especial conmovedores los libritos de contabilidad en los que fielmente registró sus gastos por muchos años. Debido a que vivió en forma providente, dejó algún dinero que había ahorrado para las emergencias y ¡no dejó ninguna deuda! Lo más importante es que había enseñado e inspirado a muchas otras personas con las habilidades que había adquirido durante su fiel vida.
Como líderes demostramos nuestra fe cuando usamos el tiempo, los talentos, las reuniones y las actividades para atender primero lo que es esencial para el bienestar y la salvación temporal y espiritual. Al hacerlo, abundarán el amor, la unidad, el gozo, la hermandad y las bendiciones. Testifico que la obra de la Sociedad de Socorro es parte integral de la Iglesia restaurada del Señor y que la obra de Él la dirige un profeta viviente. En el nombre de Jesucristo. Amén.