Capítulo 7
Esteban relata la historia de Israel y menciona a Moisés como prototipo de Cristo — Testifica de la apostasía de Israel — Ve a Jesús a la diestra de Dios — Rechazan el testimonio de Esteban y le apedrean hasta matarlo.
1 El sumo sacerdote dijo entonces: ¿Es esto así?
2 Y él dijo: Varones hermanos y padres, oíd: El Dios de la gloria se apareció a nuestro padre Abraham, estando en Mesopotamia, antes que morase en Harán,
3 y le dijo: Sal de tu tierra y de tu parentela, y ven a la tierra que yo te mostraré.
4 Entonces salió de la tierra de los caldeos y habitó en Harán; y de allí, muerto su padre, Dios le trajo a esta tierra, en la cual vosotros habitáis ahora.
5 Y no le dio herencia en ella, ni aun para asentar un pie, pero le prometió que se la daría en posesión a él y a su descendencia después de él, aunque no tenía hijo todavía.
6 Y le habló Dios así: Que su descendencia sería extranjera en tierra ajena, y que los reducirían a servidumbre y los maltratarían durante cuatrocientos años.
7 Pero yo juzgaré, dijo Dios, a la nación de la cual serán siervos; y después de esto saldrán y me servirán en este lugar.
8 Y le dio el convenio de la circuncisión; y así Abraham engendró a Isaac y lo circuncidó al octavo día; e Isaac a Jacob, y Jacob a los doce patriarcas.
9 Y los patriarcas, movidos por envidia, vendieron a José para Egipto; pero Dios estaba con él,
10 y le libró de todas sus tribulaciones, y le dio gracia y sabiduría delante de Faraón, rey de Egipto, que le puso como gobernador sobre Egipto y sobre toda su casa.
11 Vino entonces hambre en toda la tierra de Egipto y de Canaán, y gran tribulación; y nuestros padres no hallaban alimentos.
12 Y cuando oyó Jacob que había trigo en Egipto, envió a nuestros padres la primera vez.
13 Y en la segunda, José se dio a conocer a sus hermanos, y fue manifestado a Faraón el linaje de José.
14 Y enviando José, hizo venir a su padre Jacob y a toda su parentela, en número de setenta y cinco personas.
15 Así descendió Jacob a Egipto, donde murieron él y nuestros padres,
16 quienes fueron trasladados a Siquem y puestos en el sepulcro que Abraham había comprado a precio de dinero a los hijos de Hamor en Siquem.
17 Pero como se acercaba el tiempo de la promesa, la cual Dios había jurado a Abraham, el pueblo creció y se multiplicó en Egipto,
18 hasta que se levantó en Egipto otro rey que no conocía a José.
19 Este rey, usando de astucia con nuestro pueblo, maltrató a nuestros padres, a fin de que expusiesen a peligro de muerte a sus niños para que no viviesen.
20 En aquel mismo tiempo nació Moisés, y fue agradable a Dios; y fue criado tres meses en casa de su padre.
21 Y habiendo sido abandonado, la hija de Faraón lo recogió y lo crio como a hijo suyo.
22 Y fue instruido Moisés en toda la sabiduría de los egipcios, y era poderoso en sus palabras y hechos.
23 Y cuando hubo cumplido la edad de cuarenta años, le vino al corazón el deseo de visitar a sus hermanos, los hijos de Israel.
24 Y cuando vio a uno que era maltratado, lo defendió, e hiriendo al egipcio, vengó al injuriado.
25 Él pensaba que sus hermanos entendían que Dios les había de dar libertad por su mano, pero ellos no lo habían entendido así.
26 Y al día siguiente, riñendo unos de ellos, se les presentó e intentó ponerlos en paz, diciendo: Varones, hermanos sois, ¿por qué os maltratáis el uno al otro?
27 Entonces el que maltrataba a su prójimo le empujó, diciendo: ¿Quién te ha puesto por gobernante y juez sobre nosotros?
28 ¿Quieres tú matarme como mataste ayer al egipcio?
29 Al oír estas palabras, Moisés huyó y vivió como extranjero en la tierra de Madián, donde engendró dos hijos.
30 Y pasados cuarenta años, un ángel se le apareció en el desierto del monte Sinaí, en la llama de una zarza que ardía.
31 Entonces Moisés, mirando, se maravilló de la visión; y al acercarse para mirar, vino a él la voz del Señor:
32 Yo soy el Dios de tus padres, el Dios de Abraham, y el Dios de Isaac y el Dios de Jacob. Mas Moisés, temblando, no osaba mirar.
33 Y le dijo el Señor: Quita el calzado de tus pies, porque el lugar en que estás es tierra santa.
34 Ciertamente he visto la aflicción de mi pueblo que está en Egipto, y he oído el gemido de ellos y he descendido para librarlos. Ahora, pues, ven, te enviaré a Egipto.
35 A este Moisés, a quien habían rechazado, diciendo: ¿Quién te ha puesto por gobernante y juez?, a este envió Dios como gobernante y libertador por mano del ángel que se le apareció en la zarza.
36 Este los sacó, habiendo hecho prodigios y milagros en la tierra de Egipto, y en el mar Rojo, y en el desierto durante cuarenta años.
37 Este es el Moisés que dijo a los hijos de Israel: Profeta como yo os levantará el Señor vuestro Dios de entre vuestros hermanos; a él oiréis.
38 Este es aquel Moisés que estuvo en la congregación en el desierto con el ángel que le hablaba en el monte Sinaí, y con nuestros padres, y que recibió palabras de vida para darnos;
39 a quien nuestros padres no quisieron obedecer, sino que le desecharon y volvieron su corazón a Egipto,
40 diciendo a Aarón: Haznos dioses que vayan delante de nosotros, porque a este Moisés que nos sacó de la tierra de Egipto, no sabemos qué le habrá acontecido.
41 Y entonces hicieron un becerro, y ofrecieron sacrificio al ídolo y se regocijaron en las obras de sus manos.
42 Y Dios se apartó de ellos y los entregó para que sirviesen al ejército del cielo; como está escrito en el libro de los profetas:¿Acaso me ofrecisteis víctimas y sacrificiosen el desierto durante cuarenta años, oh casa de Israel?
43 Antes bien, llevasteis el tabernáculo de Molocy la estrella de vuestro dios Renfán,figuras que os hicisteis para adorarlas.Os haré llevar, pues, más allá de Babilonia.
44 Tuvieron nuestros padres el tabernáculo del testimonio en el desierto, como había ordenado Dios cuando dijo a Moisés que lo hiciese según el modelo que había visto.
45 El cual, habiéndolo recibido, introdujeron también nuestros padres con Josué al tomar posesión de la tierra de los gentiles, a quienes Dios expulsó de la presencia de nuestros padres hasta los días de David,
46 quien halló gracia delante de Dios y pidió hallar tabernáculo para el Dios de Jacob.
47 Pero Salomón le edificó casa.
48 Si bien el Altísimo no habita en templos hechos por mano, como dice el profeta:
49 El cielo es mi trono,y la tierra es el estrado de mis pies.¿Qué casa me edificaréis?, dice el Señor;¿o cuál es el lugar de mi reposo?
50 ¿No hizo mi mano todas estas cosas?
51 ¡Duros de cerviz, e incircuncisos de corazón y de oídos! Vosotros resistís siempre al Espíritu Santo; como vuestros padres, así también vosotros.
52 ¿A cuál de los profetas no persiguieron vuestros padres? Y mataron a los que anunciaron de antemano la venida del Justo, de quien ahora vosotros habéis sido entregadores y asesinos;
53 vosotros que recibisteis la ley por disposición de ángeles y no la guardasteis.
54 Y oyendo estas cosas, se enfurecían sus corazones y crujían los dientes contra él.
55 Pero Esteban, estando lleno del Espíritu Santo, puestos los ojos en el cielo, vio la gloria de Dios, y a Jesús que estaba a la diestra de Dios,
56 y dijo: ¡He aquí, veo los cielos abiertos y al Hijo del Hombre que está a la diestra de Dios!
57 Entonces ellos, dando grandes voces, se taparon los oídos y arremetieron a una contra él;
58 y echándolo fuera de la ciudad, le apedrearon. Y los testigos pusieron sus ropas a los pies de un joven que se llamaba Saulo.
59 Y mientras apedreaban a Esteban, él invocaba y decía: Señor Jesús, recibe mi espíritu.
60 Y puesto de rodillas, clamó a gran voz: Señor, no les tengas en cuenta este pecado. Y habiendo dicho esto, durmió.