Capítulo 3
Los gentiles son coherederos con Israel — El amor de Cristo excede a toda comprensión.
1 Por esta causa yo, Pablo, prisionero de Cristo Jesús por vosotros los gentiles,
2 si es que habéis oído de la comisión de la gracia de Dios que me ha sido dada para con vosotros,
3 que por revelación me fue declarado el misterio, como antes lo he escrito brevemente.
4 Al leer esto, podéis entender mi comprensión del misterio de Cristo,
5 el cual en otras generaciones no se dio a conocer a los hijos de los hombres, como ahora es revelado a sus santos apóstoles y profetas por el Espíritu:
6 que los gentiles son coherederos, y miembros del mismo cuerpo, y copartícipes de la promesa en Cristo Jesús mediante el evangelio,
7 de quien yo fui hecho ministro por el don de la gracia de Dios que me ha sido dado según la acción de su poder.
8 A mí, que soy menos que el más pequeño de todos los santos, me fue dada esta gracia de anunciar entre los gentiles el evangelio de las inescrutables riquezas de Cristo,
9 y de aclarar a todos cuál es la dispensación del misterio escondido desde los siglos en Dios, que creó todas las cosas por medio de Jesucristo.
10 Para que la multiforme sabiduría de Dios sea ahora dada a conocer por medio de la iglesia a los principados y potestades en los lugares celestiales,
11 conforme al propósito eterno, que hizo en Cristo Jesús nuestro Señor,
12 en quien tenemos seguridad y acceso con confianza por medio de la fe en él.
13 Por tanto, os pido que no desmayéis a causa de mis tribulaciones por vosotros, las cuales son vuestra gloria.
14 Por esta causa doblo mis rodillas ante el Padre de nuestro Señor Jesucristo,
15 de quien toma nombre toda familia en los cielos y en la tierra,
16 para que os dé, conforme a las riquezas de su gloria, el ser fortalecidos con poder en el hombre interior por su Espíritu,
17 a fin de que Cristo more por la fe en vuestros corazones, para que, arraigados y cimentados en amor,
18 seáis plenamente capaces de comprender, con todos los santos, cuál es la anchura, y la longitud, y la profundidad y la altura,
19 y de conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios.
20 Y a Aquel que es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos, según el poder que actúa en nosotros,
21 a él sea la gloria en la iglesia y en Cristo Jesús, por todas las edades, por los siglos de los siglos. Amén.