Capítulo 11
En los últimos días dos profetas serán muertos en Jerusalén — Estos resucitarán al cabo de tres días y medio — Cristo reinará sobre toda la tierra.
1 Entonces me fue dada una caña semejante a una vara de medir, y se me dijo: Levántate, y mide el templo de Dios, y el altar y a los que adoran en él.
2 Y deja aparte el patio que está fuera del templo y no lo midas, porque ha sido entregado a los gentiles; y ellos hollarán la ciudad santa cuarenta y dos meses.
3 Y daré poder a mis dos testigos, y ellos profetizarán durante mil doscientos sesenta días, vestidos de cilicio.
4 Estos son los dos olivos y los dos candeleros que están delante del Dios de la tierra.
5 Y si alguno quiere dañarlos, sale fuego de la boca de ellos y devora a sus enemigos; y si alguno quiere hacerles daño, debe morir de la misma manera.
6 Estos tienen poder para cerrar el cielo a fin de que no llueva en los días de su profecía; y tienen poder sobre las aguas para convertirlas en sangre, y para herir la tierra con toda plaga cuantas veces quieran.
7 Y cuando ellos hayan acabado su testimonio, la bestia que sube del abismo hará guerra contra ellos, los vencerá y los matará.
8 Y sus cadáveres yacerán en la plaza de la gran ciudad que en sentido espiritual se llama Sodoma y Egipto, donde también nuestro Señor fue crucificado.
9 Y gente de todo pueblo, y tribu, y lengua y nación verá los cadáveres de ellos durante tres días y medio, y no permitirán que sean sepultados.
10 Y los moradores de la tierra se regocijarán acerca de ellos y se alegrarán, y se enviarán regalos los unos a los otros, porque estos dos profetas habían atormentado a los que moraban sobre la tierra.
11 Pero después de tres días y medio, el espíritu de vida enviado por Dios entró en ellos, y se levantaron sobre sus pies, y cayó gran temor sobre los que los vieron.
12 Y oyeron una gran voz del cielo, que les decía: Subid acá. Y subieron al cielo en una nube, y sus enemigos los vieron.
13 Y en aquella hora hubo un gran terremoto, y la décima parte de la ciudad se derrumbó, y por el terremoto murieron en número como siete mil hombres; y los demás se aterrorizaron y dieron gloria al Dios del cielo.
14 El segundo ¡ay! ha pasado; he aquí, el tercer ¡ay! viene pronto.
15 Y el séptimo ángel tocó la trompeta, y hubo grandes voces en el cielo que decían: Los reinos del mundo han venido a ser reinos de nuestro Señor y de su Cristo; y él reinará para siempre jamás.
16 Y los veinticuatro ancianos que estaban sentados delante de Dios en sus tronos se postraron sobre sus rostros y adoraron a Dios,
17 diciendo: Te damos gracias, oh Señor Dios Todopoderoso, que eres y que eras y que has de venir, porque has tomado tu gran poder y has reinado.
18 Y se han airado las naciones, y tu ira ha venido, y también el tiempo de juzgar a los muertos, y de dar el galardón a tus siervos los profetas, y a los santos, y a los que temen tu nombre, a los pequeños y a los grandes, y de destruir a los que destruyen la tierra.
19 Y el templo de Dios fue abierto en el cielo, y el arca de su convenio fue vista en su templo. Y hubo relámpagos, y voces, y truenos, y un terremoto y granizo grande.