Capítulo 11
Fuego de Jehová consume a los rebeldes de Israel — Israel murmura y ansía comer carne en vez de maná — Moisés se queja de no poder llevar la carga solo — Se le manda escoger setenta ancianos para que le ayuden — Jehová promete carne hasta que le sea aborrecible a Israel — Se escoge a los setenta ancianos, ellos profetizan, Jehová desciende, Eldad y Medad profetizan en el campamento — Se proveen codornices a Israel — Israel codicia; sigue una gran plaga y muchos mueren.
1 Y aconteció que el pueblo se quejó a oídos de Jehová; y lo oyó Jehová y se enardeció su ira, y se encendió entre ellos fuego de Jehová y consumió un extremo del campamento.
2 Entonces el pueblo clamó a Moisés, y Moisés oró a Jehová; y se extinguió el fuego.
3 Y llamó a aquel lugar Tabera, porque el fuego de Jehová se encendió entre ellos.
4 Y el vulgo que había en medio de ellos tuvo un deseo voraz, y volvieron y aun lloraron los hijos de Israel y dijeron: ¡Quién nos diera a comer carne!
5 Nos acordamos del pescado que comíamos en Egipto de balde, de los pepinos, y de los melones, y de los puerros, y de las cebollas y de los ajos;
6 y ahora nuestra alma se seca, pues nada más que maná ven nuestros ojos.
7 Y era el maná como semilla de culantro, y su color como color de bedelio.
8 Se esparcían los del pueblo y lo recogían, y lo molían en molinos o lo majaban en morteros, y lo cocían en caldera o hacían de él tortas; y su sabor era como sabor de aceite nuevo.
9 Y cuando descendía el rocío de noche sobre el campamento, el maná descendía sobre él.
10 Y oyó Moisés al pueblo que lloraba cada uno en su familia, a la entrada de su tienda; y la ira de Jehová se encendió en gran manera, y también le pareció mal a Moisés.
11 Y dijo Moisés a Jehová: ¿Por qué has hecho mal a tu siervo? ¿Y por qué no he hallado gracia ante tus ojos, que has puesto la carga de todo este pueblo sobre mí?
12 ¿Concebí yo a todo este pueblo? ¿Lo engendré yo, para que me digas: Llévalo en tu seno, como lleva la que cría al de pecho, a la tierra que juraste dar a sus padres?
13 ¿De dónde conseguiré yo carne para dar a todo este pueblo? Porque me lloran, diciendo: Danos carne para que comamos.
14 No puedo yo solo llevar a todo este pueblo, que me es pesado en demasía.
15 Y si así lo haces tú conmigo, yo te ruego que me des muerte, si he hallado gracia ante tus ojos, y que yo no vea mi mal.
16 Entonces Jehová dijo a Moisés: Reúneme a setenta hombres de entre los ancianos de Israel, que tú sabes que son ancianos del pueblo y sus principales, y tráelos a la entrada del tabernáculo de reunión, y que esperen allí contigo.
17 Y yo descenderé y hablaré allí contigo; y tomaré del espíritu que está en ti y lo pondré en ellos, y llevarán contigo la carga del pueblo, y no la llevarás tú solo.
18 Pero dirás al pueblo: Santificaos para mañana y comeréis carne. Pues habéis llorado a oídos de Jehová, diciendo: ¡Quién nos diera a comer carne! Porque mejor nos iba en Egipto. Jehová, pues, os dará carne, y comeréis.
19 No comeréis un día, ni dos días, ni cinco días, ni diez días, ni veinte días,
20 sino hasta un mes entero, hasta que os salga por las narices, y os sea aborrecible, por cuanto menospreciasteis a Jehová que está en medio de vosotros, y llorasteis delante de él, diciendo: ¿Para qué salimos acá de Egipto?
21 Entonces dijo Moisés: Hay seiscientos mil hombres de a pie en este pueblo en medio del cual yo estoy, y tú dices: Les daré carne, y comerán durante todo un mes.
22 ¿Se degollarán para ellos ovejas y bueyes que les basten? ¿O se juntarán para ellos todos los peces del mar para que tengan abasto?
23 Entonces Jehová respondió a Moisés: ¿Acaso se ha acortado la mano de Jehová? Ahora verás si se cumple mi palabra o no.
24 Y salió Moisés y dijo al pueblo las palabras de Jehová; y reunió a los setenta hombres de entre los ancianos del pueblo, y los reunió alrededor del tabernáculo.
25 Entonces Jehová descendió en la nube y le habló; y tomó del espíritu que estaba en él y lo puso en los setenta varones ancianos; y aconteció que cuando posó sobre ellos el espíritu, profetizaron, y no cesaron.
26 Y habían quedado en el campamento dos hombres, uno llamado Eldad y el otro Medad, sobre los cuales también reposó el espíritu; estaban estos entre los inscritos, pero no habían ido al tabernáculo; y profetizaron en el campamento.
27 Y corrió un joven y dio aviso a Moisés, y dijo: Eldad y Medad profetizan en el campamento.
28 Entonces respondió Josué hijo de Nun, ayudante de Moisés desde su juventud, y dijo: Señor mío Moisés, impídeselo.
29 Y Moisés le respondió: ¿Tienes tú celos por mí? ¡Ojalá que todos los del pueblo de Jehová fuesen profetas, que Jehová pusiera su espíritu sobre ellos!
30 Y volvió Moisés al campamento, él y los ancianos de Israel.
31 Y Jehová envió un viento que trajo codornices del mar y las dejó sobre el campamento, un día de camino de un lado, y un día de camino del otro lado, en derredor del campamento, y casi dos codos sobre la faz de la tierra.
32 Entonces el pueblo estuvo levantado todo aquel día y toda la noche, y todo el día siguiente, y recogieron codornices; el que menos, recogió diez montones; y las tendieron para sí a lo largo en derredor del campamento.
33 Aún estaba la carne entre los dientes de ellos, antes que fuese masticada, cuando la ira de Jehová se encendió contra el pueblo, e hirió Jehová al pueblo con una plaga muy grande.
34 Y llamó el nombre de aquel lugar Kibrot-hataava, por cuanto allí sepultaron al pueblo codicioso.
35 De Kibrot-hataava el pueblo partió a Hazerot, y se detuvo en Hazerot.