La búsqueda de la felicidad
Yo vivía el Evangelio; entonces, ¿por qué la felicidad seguía siendo tan escurridiza para mí?
Es tarde en la noche; súbitamente abro los ojos al interrumpirse mi sueño inquieto. “¡Ay, no!”, ruego. “¡Otra vez no!”.
Pero los temblores comienzan de inmediato. En una aterradora explosión de temblor, que es tan desconcertante y extraña como debilitante, todo mi cuerpo empieza a sacudirse de arriba abajo como si estuviera sufriendo convulsiones; las manos y los pies me arden, como quemados por un fuego invisible. Mi esposa despierta bruscamente y me estrecha entre sus brazos, tranquilizándome con su serena presencia.
La felicidad, que una vez había considerado mi estado normal, había desaparecido por completo.
De haber tenido una pregunta aquella tenebrosa noche —aparte de la incertidumbre de no saber lo que me pasaba físicamente (más adelante lo supe)—, habría sido por qué me sentía tan desafortunado cuando estaba esforzándome por vivir el evangelio de Jesucristo.
Hay muchos posibles obstáculos a la felicidad, y ciertamente la maldad es uno de ellos (véase Alma 41:10). Sin embargo, a veces la felicidad puede parecer fuera del alcance incluso para los fieles.
Todos tenemos momentos en los que nos hace falta oír que habrá tiempos más felices en el futuro; quizás ustedes estén pasando por uno de esos momentos ahora. Si es así, permítanme decirles, con toda sinceridad, que verdaderamente hay días más radiantes para ustedes por delante. Espero que sigan leyendo un poco más antes de descartar como insensata o ingenua esta afirmación que parece tan general.
Sea lo que sea por lo que estén pasando ahora, en verdad creo que tendrán la oportunidad de ser felices en el futuro.
Permítanme explicarles el porqué.
¿Qué es la felicidad?
A fin de cuentas, ¿qué es la felicidad? ¿Es lo que se siente cuando encuentran que alguien ha colocado su golosina favorita por sorpresa en su fiambrera [lonchera] con su almuerzo? ¿Es un aumento de sueldo? ¿Es casarse con el compañero eterno? ¿Es sentirse limpio de pecado por el poder de la expiación de Jesucristo?
¿Es el conjunto de todo lo mencionado?
En este análisis examinaremos lo que el Evangelio, así como la ciencia de la psicología, nos pueden enseñar sobre la felicidad. En la página 18 de esta revista, el élder David A. Bednar, del Cuórum de los Doce Apóstoles, nos enseña la verdad fundamental de que el verdadero gozo consiste en una vida centrada en Jesucristo.
De manera similar, el élder Jeffrey R. Holland, del Cuórum de los Doce Apóstoles, enseñó: “… la máxima felicidad, la verdadera paz y cualquier cosa que remotamente se compare con el gozo que se describe en las Escrituras, se encuentran primero, ante todo y para siempre, al vivir el evangelio de Jesucristo. Se han probado muchas otras filosofías y sistemas de creencias; de hecho, se podría decir que se ha probado prácticamente cada filosofía y sistema a lo largo de los siglos de la historia”1.
Si se ha probado cada filosofía, sería imposible incluir aquí una lista completa. No obstante, consideremos algunos mitos mundanos con respecto a ser feliz.
Según lo que se piensa en el mundo, se encuentra felicidad duradera al:
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Lograr prosperidad económica, especialmente si es más de lo que tienen los que nos rodean.
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Ser popular.
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Llevar una vida fácil, de diversión y placer.
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Viajar por todas partes y conocer de primera mano muchas de las maravillas del mundo.
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Alcanzar una posición de poder o autoridad en la carrera profesional, en la comunidad o en cualquier otro contexto.
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Cambiar el cuerpo para que tenga un determinado aspecto.
¿Qué tienen en común esos escenarios? Por una parte, están todos ligados a ciertas circunstancias. Pero, como enseñó el presidente Russell M. Nelson: “Mis queridos hermanos y hermanas, el gozo que sentimos tiene poco que ver con las circunstancias de nuestra vida, y tiene todo que ver con el enfoque de nuestra vida”2.
Repito: ¿en qué debemos enfocarnos a fin de encontrar ese gozo? El presidente Nelson afirmó: “Para los Santos de los Últimos Días, ¡Jesucristo es gozo!”3.
El gozo no es meramente una emoción que resulta agradable si se logra alcanzar. No. El presidente Nelson lo describe como “un principio que es clave para nuestra supervivencia espiritual”4.
Así que, claramente vale la pena esforzarse por alcanzar el gozo y la felicidad; y la mayoría de nosotros estamos dispuestos a intentarlo. Por consiguiente, ¿cuál es la razón por la que tantas personas —incluso los justos— continúan teniendo que luchar para alcanzarlos?
En primer lugar, precisamente esa lucha es una parte esencial de la razón por la que estamos aquí.
Aquí, para progresar
A veces pensamos que la felicidad consiste en una vida sin dificultades ni aflicciones; sin embargo, una vida sin lucha no nos permitiría alcanzar el progreso que vinimos a procurar aquí.
El élder Neal A. Maxwell (1926–2004), del Cuórum de los Doce Apóstoles, enseñó esto en una ocasión:
“Por consiguiente, no se puede estar lleno de fe y libre de pruebas…
“Entonces, ¿por qué… habríamos de esperar ingenuamente pasar con comodidad por la vida, como si dijéramos: ‘Señor, dame experiencia, pero no me des pesar, ni aflicción, ni dolor, ni oposición, ni traición y, por cierto, no me abandones. ¡Evítame, Señor, todas las pruebas que han hecho de Ti lo que Tú eres! Y después, ¡permíteme morar contigo y participar plenamente de Tu gozo!’”5.
Es evidente que debemos enfrentar luchas en la vida a fin de progresar y que la rectitud no nos evita el sufrimiento. Examinen la vida de José Smith, de Job, del pueblo de Alma y, especialmente la vida de nuestro Salvador Jesucristo6.
No, una vida recta no nos libera de todas las dificultades y pruebas. No libera a nadie. No obstante, también podemos esperar la ayuda y el sostén de Dios (véase Alma 36:3, 27). El élder Neil L. Andersen, del Cuórum de los Doce Apóstoles, enseñó: “Para ustedes, los justos, el Sanador de nuestras almas sanará, en Su tiempo y a Su manera, todas sus heridas”7.
Si se sienten heridos, tienen a su alcance el poder de ser sanados; de eso pueden estar seguros (véase Mosíah 14:4–5).
La felicidad y la genética
Para comenzar, hay algo que debemos considerar: la investigación ha demostrado que una parte importante de nuestro estado de ánimo típico, salud mental y correspondiente felicidad en lo que respecta a nuestra forma de actuar cotidiana puede verse influenciada por la genética.
No todos tenemos el mismo tipo de cuerpo ni el mismo color de cabello; tampoco tenemos todos una misma disposición alegre. Pero eso es solo una pieza del rompecabezas.
Hank Smith, profesor de la Universidad Brigham Young, escribió: “¿Qué sucede si a usted le toca una mano de cartas realmente mala en el juego del ADN? ¿Significa eso que está en un callejón sin salida, que nunca será feliz y que no puede hacer nada al respecto? ¡No! En absoluto… Si las sustancias químicas de su cerebro no funcionan como deberían a causa de tendencias heredadas (por ejemplo, depresión, ansiedad, etc.), hay medicamentos y tratamientos que pueden llevar esas sustancias a un nivel saludable”8.
Examinemos algunas estrategias intencionales —unas del Evangelio, otras de estudios científicos— con las que aumentamos nuestras oportunidades de ser felices.
Nueve estrategias de personas felices
Estrategia 1: Vivir el Evangelio
Como enseñan el presidente Nelson, el élder Holland, el élder Bednar y otros, la verdadera felicidad proviene de vivir el Evangelio. Nos referimos al evangelio de Jesucristo también como el “plan de felicidad” (véase Alma 42:8). Las Escrituras están llenas de consejos que afirman que la rectitud es un requisito de la verdadera felicidad (por mencionar dos entre muchos ejemplos, véanse 2 Nefi 2:13 y Mosíah 2:41).
Es algo sencillo, potente y fundamental. El abrazar de corazón el evangelio de Jesucristo y vivirlo en su totalidad es el paso más importante que se puede dar para encontrar mayor gozo y felicidad en esta vida y en la vida venidera.
Estrategia 2: Pasar los días “anhelosamente consagrados a una causa buena” (véase Doctrina y Convenios 58:27).
La herencia de una fortuna que les permitiera holgazanear en la playa para siempre, con toda seguridad, iría en detrimento de su felicidad, aun cuando la lógica mundana proclame lo contrario. La verdad es que, para ser felices, necesitamos estar empeñados en un trabajo significativo.
“Franklin D. Roosevelt tenía razón: ‘La felicidad no consiste en el simple hecho de poseer dinero; radica en el gozo de un logro, en la emoción del esfuerzo creativo’”9.
El trabajo significativo genera una satisfacción que no podemos obtener de ninguna otra manera.
El élder Ulisses Soares, del Cuórum de los Doce Apóstoles, enseñó que “más bien, lograr la verdadera felicidad, por lo general, requiere un esfuerzo sostenido por un largo tiempo en pos de algo más importante en la vida”10. Ese importante esfuerzo quizás se extienda más allá de un trabajo o una carrera profesional, e incluye criar a los hijos, prestar servicio en la Iglesia u ofrecer voluntariamente su tiempo y aptitudes.
Estrategia 3: Optar ser agradecidos
El poder de optar vivir con gratitud transforma de tal modo la manera de pensar cotidiana que muchas veces se la menciona como “la reprogramación del cerebro”.
Seamos sinceros; aun cuando la vida transcurra sin sobresaltos, una mente aguzada puede todavía detectar algo de qué quejarse. Sin embargo, lo contrario también es verdad: por muy difíciles que sean las circunstancias, siempre podemos encontrar algo por lo cual estar agradecidos.
Y entonces sucede algo hermoso.
Hagan este experimento sencillo, pero impactante: traten de llevar un diario personal de gratitud. Durante al menos tres semanas, escriban tres cosas que hayan ocurrido ese día por las cuales sientan gratitud; además, pueden agregar otras cosas generales que les hagan sentir gratitud, como las flores, la familia o la comida.
No tardarán en descubrir que no solo es más fácil notar cosas para agregar a la lista, sino que empiezan a esperar encontrarlas. El hecho de vivir con mayor gratitud contribuye a que encuentren gozo en sus circunstancias actuales, lo que tiene un efecto importante y directo en su felicidad11.
La revista Forbes da esta explicación: “El cultivar gratitud no cuesta dinero y ciertamente no requiere mucho tiempo, pero sus beneficios son enormes”12.
¿Qué cosas les inspiran gratitud hoy?
Estrategia 4: Pasar tiempo al aire libre
El hecho de salir al aire libre, especialmente en medio de la naturaleza, ofrece muchos beneficios, como disminuir el estrés y el ritmo cardíaco, y aclarar los pensamientos.
La revista Time publicó los resultados de un estudio sobre la capacidad que tiene la naturaleza para vivificarnos. De acuerdo con el estudio, “el estado psicológico de las personas mejoró después de haber estado solo quince minutos sentadas al aire libre, ya fuera en un parque o en un bosque”13.
Es difícil sentirse feliz cuando se está constantemente exhausto y en tensión. Traten de salir todos los días durante una media hora o más, si es posible. ¿Por qué no salir a disfrutar del aire libre un poco más seguido?
Estrategia 5: Limitar el tiempo frente a la pantalla
Pasar demasiado tiempo frente a la pantalla no es bueno para nuestra felicidad. El tiempo que pasamos mirando la pantalla del televisor, de la computadora, la tableta o el teléfono celular se va sumando y puede tener efectos negativos en nuestra salud mental, especialmente cuando se trate de las redes sociales. Jean M. Twenge, una autora de gran éxito que estudió este tema extensamente, explica lo siguiente: “Cuanto más tiempo pasa [una persona] mirando pantallas, más probable es que presente síntomas de depresión”14.
El presidente Nelson ha dicho: “… si les están prestando más atención a las publicaciones de las redes sociales que a los susurros del Espíritu, entonces se están poniendo en riesgo espiritual, así como también en riesgo de experimentar intensa soledad y depresión”15.
Por ese motivo, tómense cierto tiempo para estar alejados de sus pantallas. Más adelante, agradecerán haberlo hecho.
Estrategia 6: Permanecer en el presente
Si ustedes son humanos, hay un cien por ciento de probabilidad de que hayan dicho o hecho algo que ahora lamenten; lo más probable es que sean muchas cosas. Lo extraño es, sin embargo, que la mayoría de las personas optan por revivir mentalmente esos momentos.
John Bytheway, un autor Santo de los Últimos Días, escribe esto acerca de los problemas de vivir en el pasado: “La gente desdichada tiene un contenedor de reciclaje lleno de errores pasados; todos los días vuelven a pensar en ellos y reciclan su remordimiento. Su lenguaje está lleno de frases como: ‘Debería haber…’, ‘¡Si hubiera hecho…!’, ‘Habría podido…’, ‘¿Por qué no lo hice?’, ‘Ojalá…’; y nunca miran adónde van porque no pueden apartar la mirada de los lugares donde han estado”16.
También escribe sobre el problema similar de concentrarse demasiado en el futuro: “La gente desdichada mira hacia algún acontecimiento futuro que los haga feliz. ‘En cuanto me gradúe, voy a ser feliz’. Después de graduarse, dicen: ‘Bueno, tan pronto como consiga trabajo, voy a ser feliz’. Después de conseguir trabajo, dicen: ‘Ahora, apenas me case, voy a ser feliz’. Si tiene la determinación de ser desdichado, piense en la vida como una sala de espera y en la felicidad como su médico”17.
Es más fácil que encontremos la felicidad y el bienestar si vivimos y nos concentramos en lo que sucede actualmente en nuestra vida.
En los ámbitos de la salud mental y la psiquiatría, el término “consciencia plena” es una manera breve de describir el estar totalmente inmerso en el momento.
Los expertos en salud mental aconsejan lo siguiente: “Los temores e inseguridades acerca del pasado y del futuro pueden ser un obstáculo para disfrutar al máximo del presente”18.
A continuación se dan algunas ideas para practicar la vida plenamente conscientes:
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Lleven un diario personal de gratitud (véase la estrategia 3 mencionada anteriormente), en el que anoten especialmente varias cosas por las que sientan gratitud ese día.
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Dediquen diariamente un tiempo para meditar. Busquen un lugar tranquilo donde puedan sentarse sin distracciones; cierren los ojos y presten atención a su respiración. Si les surgen pensamientos, reconózcanlos, líbrense de ellos y vuelvan a concentrarse en la respiración. Esto tal vez les parezca raro, pero es una práctica mental excelente para enfocarse en el presente.
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Presten mayor atención a las tareas mundanas que normalmente realizan de forma automática, como lavar los platos, manejar el auto e incluso comer. Sientan cómo les corre el agua jabonosa por las manos. Observen los árboles, la gente y los edificios mientras manejan. Perciban el sabor y la consistencia de cada bocado de comida.
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Oren para darse cuenta de quiénes necesitan ayuda ese día en particular. Luego, presten atención y prepárense para hacer algo al respecto.
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Cambien su rutina de cuando en cuando y disfruten conscientemente de la experiencia de una ruta nueva de regreso a casa, la disposición diferente de los artículos en otro supermercado o un cambio en sus actividades nocturnas.
Estrategia 7: Conectar con los demás
En lo que se refiere a la felicidad y la salud en general, es vital concentrarse en las relaciones significativas.
La doctora Emma Seppälä escribe que “una conexión social fuerte:
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conduce a que las posibilidades de longevidad aumenten un cincuenta por ciento;
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fortalece la inmunidad…
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contribuye a recuperarse más rápidamente de enfermedades”.
Y continúa diciendo: “Las personas que se sienten más conectadas a otras presentan niveles más bajos de ansiedad y depresión”19.
En lo que respecta a las relaciones significativas, tener pocas y profundas es probablemente mejor que tener muchas relaciones superficiales. No tenemos que dedicar necesariamente todo nuestro tiempo libre a acontecimientos sociales constantes, pero necesitamos, imperiosamente, conectar con seres humanos. Aun cuando sean personas introvertidas, hay muchas maneras de profundizar las relaciones en su círculo de amigos y familiares.
El élder Dieter F. Uchtdorf, del Cuórum de los Doce Apóstoles, enseñó esto en una ocasión: “En las relaciones familiares, amor en realidad se deletrea t-i-e-m-p-o, tiempo”20.
Puesto que ustedes ya han conseguido tiempo extra al recortar el tiempo que pasaban frente a la pantalla (¿captan la indirecta?), consideren la idea de remplazar una parte de ese tiempo con interacciones cara a cara. Las visitas de ministración, las ligas deportivas, los clubes de colección de estampillas… o cualquier actividad que les haga relacionarse con los demás aumentará su felicidad y bienestar.
Estrategia 8: Cuidar su templo
Proporcionar al cuerpo buenas horas de sueño, la nutrición apropiada y el ejercicio adecuado puede aumentar enormemente la felicidad. Nuestras emociones se concentran en el cerebro que, como cualquier otro órgano del cuerpo, se beneficia mucho al mejorar las prácticas saludables.
Los pasos que den para mejorar su salud física, en definitiva, mejorarán su cerebro, que forma parte de su cuerpo. Eso los ayudará a pensar con mayor claridad, a concentrarse más fácilmente y a estabilizar sus emociones.
Con respecto a los hábitos saludables, una buena regla general es empezar despacio y hacer un cambio a la vez. Empiecen con acciones sencillas, como salir a caminar más o mejorar su alimentación, cuando sea posible. Los pequeños cambios van sumándose poco a poco.
Estrategia 9: Dirigir la mirada hacia afuera
Las ocho estrategias previas quizás parezcan más obvias que esta, pero muchas veces la felicidad se encuentra cuando uno no está concentrado en buscarla directamente.
El élder Holland enseñó lo siguiente: “Bueno, sabemos algo con seguridad: no es fácil encontrar la felicidad cuando la buscamos directamente; por lo general es demasiado escurridiza, demasiado efímera, demasiado sutil. Si aún no lo han aprendido, aprenderán en años venideros que la mayoría de las veces la felicidad viene a nosotros cuando menos la esperamos, cuando estamos ocupados haciendo otra cosa. La felicidad es casi siempre un derivado de algún otro esfuerzo”21.
Sobre todo, hagan todo lo posible por cultivar estrategias y hábitos que produzcan felicidad; y después de hacer todo lo que podamos, llega el momento de mirar hacia afuera y dejar que dicha felicidad nos encuentre mientras nos dedicamos a ayudar a los demás.
La felicidad y las enfermedades mentales
Cuando se enfrentan problemas de salud como la depresión y la ansiedad, la felicidad se convierte en algo más complejo. Los temblores nocturnos que mencioné al principio resultaron ser síntomas de una ansiedad provocada por una depresión clínica.
A lo largo de mi vida, cuando he estado en las garras de las tinieblas y la incertidumbre que causa la depresión clínica, era tan incapaz de “optar sentirme feliz” como lo era de decidir mi altura o el color de mis ojos.
No obstante, algo que siempre puedo escoger es luchar contra las tinieblas. Puedo buscar la ayuda de Dios; puedo utilizar todos los medios a mi alcance, desde la fe y la oración hasta la medicina moderna.
Para mí, salir victorioso de los episodios depresivos a lo largo de los años ha incluido siempre un enfoque polifacético: debo considerar el aspecto físico de mi salud (ejercicio, nutrición, horas de sueño), el aspecto médico (medicación, vitaminas, consultas médicas), el emocional (terapia psicológica, conexión con otras personas) y el espiritual (oración, estudio de las Escrituras, servicio en la Iglesia, tiempo en el templo); todo en una medida equilibrada.
A pesar de algunos bajones dolorosos que, a lo largo de los años, he sufrido por la depresión, tengo la bendición de sentir felicidad y tener una actitud positiva ¡la mayor parte del tiempo! Lamento profundamente que algunas personas estén afectadas con más intensidad y persistencia que yo por enfermedades mentales; pero, aun en esos casos, creo firmemente que el Príncipe de paz sanará todas sus aflicciones (véase Juan 14:27).
En lo que se refiere a la felicidad, la depresión nos presenta muchas mentiras; por ejemplo, nos asegura que la situación nunca va a mejorar. Un antídoto potente contra el veneno de esa mentira —al menos en mi caso— se encuentra en mi himno favorito: “Tranquila, alma mía”.
Tranquila, alma mía: tu Dios se compromete
a guiarte en el futuro como ha hecho en el pasado.
Nada perturbe tu esperanza ni seguridad;
todo misterio finalmente revelado será22.
Hermosas verdades, ¿no les parece? Al reflexionar sobre mi vida, no tengo dudas de que Dios me ha bendecido, fortalecido y guiado a lo largo de todo el camino; por lo tanto, sé que Él estará aquí conmigo en el futuro, al igual que sé que guiará los pasos de ustedes en su camino hacia días más felices.
Por medio de Él, algún día su felicidad será completa.