Jóvenes adultos
Una cosa del futuro que sí puedo controlar
Empezaba a ser difícil ignorar esa vocecita en mi cabeza. Tenía 28 años, todavía estaba soltera y no sabía del todo lo que quería hacer profesionalmente a pesar de que tenía una buena carrera como enfermera de parto. Sentía que ningún aspecto de mi vida estaba saliendo como yo esperaba. Dudaba con las opciones de la vida y no sabía qué camino tomar. Simplemente me sentía perdida.
Un día, cuando me sentía particularmente desanimada, me llamó un amigo con el que no había hablado en mucho tiempo. Cuando me preguntó cómo estaba, le expliqué todos esos sentimientos con los que había estado lidiando. Me escuchó y luego me dijo: “De acuerdo, pero ¿cómo estás espiritualmente?”.
“Ah, eso va perfecto”, respondí automáticamente. “Nunca en la vida me he sentido más cerca de Dios”.
Me respondió: “Entonces no tienes que preocuparte por nada más”.
La confianza en el plan perfecto de Dios
A partir de esa conversación, me di cuenta de dos cosas. Primero, me di cuenta de que estoy muy agradecida de tener un fuerte testimonio del Evangelio restaurado, y de poder vivir los mandamientos y sentirme conectada con el cielo.
Ser autosuficiente espiritualmente es muy importante para mí, y todavía estoy aprendiendo la manera de abrir los cielos en mi vida. Orar y estudiar las Escrituras todas las mañanas son dos cosas simples que creo que marcan la mayor diferencia en mi capacidad para recibir revelación personal. También me siento más conectada con el cielo cuando hago un esfuerzo por ser amable, vivir una vida sana para que el Espíritu pueda ser siempre mi compañero, obedecer los mandamientos y arrepentirme sinceramente.
En segundo lugar, me di cuenta de que mi respuesta a la pregunta de mi amigo no era del todo correcta: pensé que todo iba “perfecto” espiritualmente, pero necesitaba tener más fe, dejar de preocuparme tanto y confiar en que Dios se encargaría de las cosas que no puedo controlar.
Incluso cuando algunos aspectos de mi vida no van tan bien como me gustaría, sé que es importante actuar con fe y mostrarle a Dios que uso mi albedrío para tomar buenas decisiones. He aprendido que, si la vida no transcurre de la manera que yo espero, es para que pueda aprender y crecer en formas que de otra manera no sería posible.
Nunca imaginé que a mis 29 años tendría dudas sobre mi carrera y la siguiente etapa de mi vida. Aún así, incluso con todas esas incógnitas, tengo total confianza en que Dios tiene un plan perfecto para mí. Él sabe exactamente lo que está sucediendo y lo que necesito, y siempre me cuidará (véase Mateo 6:28–34). El élder L. Todd Budge, de los Setenta, enseñó: “Por difícil que sea de comprender, sobre todo en momentos de la vida en que los vientos soplan fuertemente y el mar es turbulento, podemos recibir consuelo al saber que Dios, en Su infinita bondad, siempre nos impulsa hacia nuestro hogar” (“Confianza constante y resiliente”, Liahona, noviembre de 2019, pág. 48).
Confía más, preocúpate menos
Algunos días la vida parece muy difícil, pero cuando lo pienso realmente, sé que no tengo que preocuparme. Poco a poco, he llegado a darme cuenta de que necesito confiar un poco más en Dios y preocuparme menos por las cosas que no puedo controlar. Lo único que sí puedo controlar sobre el futuro es confiar en Dios y esforzarme por acercarme más a Él cada día.
Cuando me siento perdida, siempre hay suficiente luz para que dé un paso hacia lo desconocido y siga adelante. Además, siempre y cuando ejerza la fe y guarde mis convenios, en tanto que recuerde mi verdadera identidad como hija de Padres Celestiales y lo intente una y otra vez, las cosas sucederán cuando y como deban suceder. Eso es todo lo que importa.