2021
El notable contraste entre el Salvador y el adversario
Abril de 2021


El notable contraste entre el Salvador y el adversario

Comparar las diferencias que hay entre Jesucristo y Satanás nos ayuda a apreciar aún más la misión y el amor del Salvador.

Christ standing in a field and watching over sheep

I Shall Not Want [Nada me faltará], por Yongsung Kim.

Consideremos la majestuosidad de la dádiva que nuestro Salvador dio a todos los hijos de Dios al ofrecerse voluntariamente para cumplir con el plan del Padre. Cuando nuestro Padre Celestial preguntó en el concilio preterrenaI: “¿A quién enviaré?”, el Salvador respondió con mansedumbre: “Heme aquí, envíame” (Abraham 3:27) y más adelante declaró: “Padre, hágase tu voluntad, y sea tuya la gloria para siempre” (Moisés 4:2).

Fue debido a Su amor por nosotros que Jesucristo se ofreció para ser nuestro Salvador1. La respuesta de Satanás ante el plan del Padre, sin embargo, fue egoísta. Aunque dijo que “redimir[ía] a todo el género humano” (véase Moisés 4:1), “no se estaba ofreciendo para ser nuestro salvador. No deseaba sufrir ni morir por nadie. No iba a derramar ni una gota de su sangre. Quería la gloria, la honra y el poder de Dios sin pagar ningún precio […]. Él sería supremo, y nadie más podría avanzar”2.

En deslumbrante contraste, todo lo que Cristo hace y hará siempre es motivado por Su amor perfecto que tiene por nosotros (véase 2 Nefi 26:24) y el deseo que tiene de honrar al Padre Celestial (véase Juan 8:28–29). Inspira humildad pensar que “Jesucristo poseyó un amor indescriptible al soportar por nosotros dolor, crueldad e injusticias incomprensibles. Mediante el amor que tiene por nosotros, se elevó por encima de obstáculos […], a fin de que nosotros también superemos el dolor, la crueldad y la injusticia de este mundo y podamos ayudar, perdonar y bendecir”3. ¿Acaso nos sorprende que cantemos: “Cuán asombroso es que por amarme así muriera Él por mí”?4.

Las Escrituras contienen innumerables comparaciones entre el carácter de Jesucristo y el del adversario. El hecho de examinarlos nos puede ayudar a entender la magnitud del amor perfecto de nuestro Salvador.

Christ in the midst of people of various races or nationalities

Christ in the Midst [Cristo en medio], por Judith Mehr.

Satanás

Jesucristo

“… el diablo, cual león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar” (1 Pedro 5:8) y “va y viene, acá y allá sobre la tierra, procurando destruir las almas de los hombres” (Doctrina y Convenios 10:27).

“Yo soy el buen pastor; el buen pastor da su vida por las ovejas […]; y pongo mi vida por las ovejas […], yo pongo mi vida, para volverla a tomar. Nadie me la quita, sino que yo la pongo de mí mismo” (Juan 10:11, 15, 17–18).

“… se rebeló contra mí diciendo: Dame tu honra, la cual es mi poder; y también alejó de mí a la tercera parte de las huestes del cielo, a causa de su albedrío” (Doctrina y Convenios 29:36).

“… nada hago por mí mismo, sino que, como el Padre me enseñó […], yo hago siempre lo que a él le agrada […], honro a mi Padre […]; yo no busco mi gloria” (Juan 8:28–29, 49–50).

Él “esparció las obras de tinieblas y de abominaciones sobre toda la superficie de la tierra, hasta que arrastró al pueblo a una destrucción completa y a un infierno eterno” (Helamán 6:28).

“… Yo soy la luz del mundo; el que me sigue no andará en las tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida” (Juan 8:12).

Él “pretendió destruir el albedrío del hombre” (Moisés 4:3) y “busca que todos los hombres sean miserables como él” (2 Nefi 2:27).

“Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia” (Juan 10:10) y “a sanar a los quebrantados de corazón, a pregonar libertad a los cautivos y dar vista a los ciegos; a poner en libertad a los quebrantados” (Lucas 4:18).

Él “no amparará a sus hijos en el postrer día” (Alma 30:60), “los halaga y los conduce hasta que arrastra sus almas al infierno” (Doctrina y Convenios 10:26), “hasta que los prende con sus terribles cadenas” (2 Nefi 28:22).

“… yo estoy en medio de vosotros, y soy vuestro intercesor ante el Padre” (Doctrina y Convenios 29:5), “… sí, Jesucristo, vuestro intercesor, que conoce las flaquezas del hombre y sabe cómo socorrer a los que son tentados” (Doctrina y Convenios 62:1).

“… él irrita los corazones de los hombres, para que contiendan con ira unos con otros” (3 Nefi 11:29), y “… los incita a la iniquidad contra lo bueno” (Doctrina y Convenios 10:20).

“La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón ni tenga miedo” (Juan 14:27).

Él “cegó el entendimiento de los incrédulos” (2 Corintios 4:4), “[a]sí piensa […] vencer tu testimonio” (Doctrina y Convenios 10:33), y “viene y despoja […] de la luz y la verdad” (Doctrina y Convenios 93:39).

“Si pides, recibirás revelación tras revelación, conocimiento sobre conocimiento, a fin de que conozcas los misterios y las cosas apacibles, aquello que trae gozo, aquello que trae la vida eterna […]. Por tanto, el que carezca de sabiduría, pídamela, y le daré abundantemente y sin reproche” (Doctrina y Convenios 42:61, 68).

Ruego que constantemente “meditemos sobre la gracia perdurable [del Salvador], [Su] infinita caridad” y atesoremos la verdad de que, gracias a Él, “se nos dio el don de la vida por toda la eternidad”5.

Notas

  1. Véase Joseph B. Wirthlin, “Nunca os deis por vencidos”, Liahona, enero de 1988, pág. 9.

  2. D. Todd Christofferson, “A Message at Christmas” (devocional de la Universidad Brigham Young, 12 de diciembre de 2017), pág. 4, speeches.byu.edu).

  3. John H. Groberg, “El poder del amor de Dios”, Liahona, noviembre de 2004, pág. 11.

  4. “Asombro me da”, Himnos, nro. 118.

  5. “As Now We Take the Sacrament”, Hymns, nro. 169.