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Cómo el aprender de las personas de otras religiones me ayudó a vivir mejor la mía
Aprender acerca de otras religiones no solo me ha abierto los ojos, sino que también me ha ayudado a aumentar mi fe y ha inspirado en mí una devoción más profunda por mi religión.
Era un día caluroso y húmedo de junio en Brooklyn, Nueva York, EE. UU., y yo estaba de visita por una comunidad judía jasídica con otros estudiantes de Comunicaciones de la Universidad Brigham Young. A pesar del clima, el hombre que nos guiaba en esa visita iba cubierto de pies a cabeza con ropa oscura: desde su sombrero negro y su traje oscuro hasta sus zapatos formales. Al caminar por el vecindario vimos a otros miembros de la comunidad, todos vestidos de manera similar. Luego nos dirigimos a la tienda de pelucas, donde nos explicaron que las judías jasídicas usan pelucas y vestidos largos.
No me imagino cuán caluroso e incómodo sería todo, especialmente durante un verano húmedo en Nueva York. Sin embargo, esa era su vida… todos y cada uno de los días. Se vestían así como parte de su religión para mostrar su devoción a Dios.
En cierto modo, yo podía entender su compromiso. Había entre nosotros quienes habían sido investidos en el templo y llevaban bajo su ropa el gárment del templo. Todos habíamos hecho convenios con Dios por medio del bautismo y, con frecuencia, hacíamos cosas que mostraban nuestra devoción por Dios y por nuestras creencias, pero fue interesante ver la devoción demostrada de una manera diferente a la que yo estaba acostumbrada.
Eso me hizo pensar en lo mucho que podía aprender de las prácticas religiosas de otras personas, y en cómo eso podría ayudarme a ser más consciente de la forma en que yo adoro y demuestro mi devoción a Dios.
Obtener inspiración de la preparación
Entramos en la casa de nuestro guía y vimos la cocina kosher de su familia, que constaba de dos hornos, dos estufas y dos fregaderos. Su propósito era mantener la carne y los productos lácteos separados mientras cocinaban, ya que no se permite que los dos grupos de alimentos se toquen.
Un viernes por la noche, nos unimos a una familia judía para la cena del sabbat, la cual marcaba el comienzo de su día de reposo, que es el sábado. Observé mientras ofrecían oraciones judías tradicionales y luego participaban de una comida de varios platos, que incluía vino, el cual nosotros rechazamos. A algunos de los presentes les pareció fascinante que nosotros, como miembros de la Iglesia, tuviéramos nuestro propio código de salud y no bebiéramos alcohol, café ni té.
Después de nuestra experiencia en esa cena del sabbat, reflexioné sobre otras cosas que reflejaban la dedicación y la devoción de nuestros amigos judíos con respecto a su religión. Pensé en el sacrificio que sería para mí renunciar a las noches del viernes, pero también me sentí inspirada por el modo en que ellos se preparaban para el día de reposo. ¿Y si dedicase más tiempo los sábados a prepararme para el día de reposo? ¿Cómo podía enfocarme y esforzarme más en mi observancia del día de reposo?
Ejemplos de devoción y dedicación
Tuve muchas otras experiencias durante el tiempo que pasé en Nueva York, donde me sentí inspirada por la devoción y la dedicación de las personas de otras religiones. Sus ejemplos me hicieron reflexionar sobre mi dedicación a mi propia religión.
Hablé con un hombre sij que, a pesar de haber sido víctima de delitos de odio después del 11 de septiembre debido a su aspecto, se mantuvo fiel a sus creencias. Visité una mezquita y observé a varias personas musulmanas que, a fin de adorar, interrumpían su rutina cotidiana para participar en la oración. Entré en una imponente catedral y comprendí mejor cómo todos, incluso los constructores y arquitectos, pueden consagrar su tiempo y sus talentos a Dios.
Y comencé a preguntarme: ¿Con cuánto fervor defendería mi propia fe? ¿Con qué frecuencia apartaba un tiempo durante el día para adorar y expresar mi gratitud al Padre Celestial? ¿Qué talentos podía consagrar para bendecir a otras personas?
A menudo he reflexionado sobre ese día caluroso y húmedo en Nueva York. Me sentí muy inspirada por la devoción de nuestro guía judío, que no solo vivía su religión el día de reposo, sino todos los días. Esa experiencia, entre otras, me ha permitido contemplar cómo puedo mostrar mejor a Dios mi devoción por Él y por Su evangelio por medio de mis acciones cotidianas.
Al observar a personas de otras religiones, he aprendido a ser más dedicada a la oración, a honrar mejor los convenios que he hecho con Dios, a defender mi fe con más valentía y a respetar a los que tienen creencias distintas de las mías. Todos tenemos más cosas en común de lo que pensamos.