Solo en formato digital: Papás de los últimos días
Vencer el temor a ser padres
Recibimos grandes bendiciones cuando decidí centrarme en el gozo de la paternidad.
El autor vive en Idaho, EE. UU.
No sabía qué pasaba cuando mi esposa Susie me llamó nerviosa para que fuera al baño una noche. Llevábamos casados poco tiempo, vivíamos gratis en la casa de mi suegra y ambos trabajábamos para ahorrar dinero para la universidad.
Cuando mi esposa me dijo que estaba embarazada, me quedé sorprendido. Todavía parecía demasiado pronto para que tuviéramos un bebé, no nos sentíamos preparados. En ese momento, supe que debía dar un paso al frente y ayudar a mi esposa a prepararse para un bebé, así que me concentré en el sentimiento más positivo en ese entonces, entusiasmarme con la idea de ser padre.
Un cambio de perspectiva
Siempre me ha perturbado la forma en que ser padre —y la paternidad en general— se representa a menudo en los medios de comunicación. Los padres parece que no están al tanto de las necesidades y sentimientos de su cónyuge e hijos. Se les muestra como incapaces de cuidar de los demás e incluso de sí mismos. Además, el ser padres se ha descrito en los medios de comunicación y en la vida real como el final de la fase “divertida” del matrimonio. A menudo escucho que la vida se vuelve más difícil, que no duermes, que no tienes tiempo para ti mismo, etcétera.
Ahora me doy cuenta de que esas representaciones son instrumentos poderosos de Satanás para desalentarnos a formar una familia. Aunque surgen desafíos después de tener un hijo, también hay mayor gozo y satisfacción que con ninguna otra cosa.
Decidí rechazar todas las cosas terribles que me habían contado en cuanto a la paternidad. En su lugar, acepté todo lo positivo al respecto y me comprometí a trabajar en las partes difíciles. La paternidad no es fácil para muchas personas, y no puedo decir que fuera un camino de rosas para mí. Algunos rasgos propios de la paternidad no llegaron de manera natural, pero antes de que naciera nuestro bebé, hice lo que pude para prepararme y ayudar a mi esposa a prepararse, a medida que hacíamos la transición a nuestra nueva función como padres.
Escudriñé las Escrituras para saber cómo prepararme, y también leí otros libros sobre cómo ser padre. Estudié cómo cambiar pañales, hice todo lo posible por entender el dolor que mi esposa sufriría durante el embarazo para así empatizar con ella, y me esforcé por mantenerme optimista. Volverme al Padre Celestial en oración me ayudó a sentir la paz que necesitaba para superar el temor a ser padre.
El amor que brindan las familias
No me considero una persona emocional, pero al ver a mi esposa sostener a mi hijita el día en que nació, lloré de gozo. En ese momento me di cuenta de que esa niña estaría con nosotros para siempre, y le agradecí al Padre Celestial que estuviera a salvo aquí con nosotros.
Al pensar en esa experiencia, recuerdo un video sobre las familias que había mostrado a menudo durante la misión. El video, “Padre terrenal, Padre Celestial” mostraba a un padre que realizaba su rutina cotidiana. Lo que convirtió al video en algo tan espiritual para mí fue ver cómo comparaba la rutina cotidiana de una familia con la relación que tenemos con nuestro Padre Celestial. Finalizaba con esta declaración: “De todos los títulos de respeto, honor y admiración que se dan a la Deidad, Él nos ha pedido que nos dirijamos a Él como Padre”1.
Esa cita significó aún más para mí cuando ser padre se convirtió en una realidad. Antes, solo lo consideraba como una relación entre Dios y yo; Él se preocupa por mí y me guía todos los días como mi Padre Celestial; pero ser padre yo mismo y sentir el amor indescriptible que tengo por mi hija me hizo darme cuenta aún más del amor que mi Padre Celestial tiene por mí. El Evangelio es un modelo para las familias, y una vez que tenemos nuestra propia familia, podemos comprender mejor el amor que el Padre Celestial tiene por nosotros en nuestra vida.
Seguir adelante
Hoy en día, mi hija tiene más de un año y crece rápidamente. Ser padre también me ha hecho crecer, de maneras que ni siquiera sabía que fueran posibles. La paternidad me brinda más gozo que cualquier cantidad de tiempo libre y de dormir que podría haber disfrutado de otro modo. A pesar de no sentirme preparado para la paternidad, el amor del Padre Celestial me motivó a prepararme tanto como pude, y ese amor me ha permitido seguir adelante. Como dice en Lucas 12:31: “Mas buscad el reino de Dios, y todas estas cosas os serán añadidas”. Primero intenté hacer todo lo que me prepararía para ser padre, y luego recibí la paz y el gozo que acompañan a la paternidad. Lo negativo nunca puede sobrepasar lo positivo en una función tan divina. La paternidad está hecha para que se acepte y se disfrute, y esa es la lección más grandiosa que he aprendido y sigo aprendiendo en esta función como padre.