“Podemos encontrar maneras de amar, compartir e invitar que son parte de la vida cotidiana”, Liahona, diciembre de 2022.
Principios de ministración
Podemos encontrar maneras de amar, compartir e invitar que son parte de la vida cotidiana
La ministración puede llegar a ser parte de quiénes somos, no solo una cosa más que hacer.
A Carl (se han cambiado los nombres) se le había asignado recientemente ministrar a Gus. Tratando de encontrar algo que tuvieran en común, Carl se enteró de que Gus compartía su interés en escribir, así que Carl lo invitó a ir a la reunión de un grupo de escritores local. Al final, ninguno de ellos tuvo tiempo para ir al grupo, pero la invitación condujo a una gran conversación que los llevó a almorzar juntos de vez en cuando, lo cual ayudó a forjar una amistad y una confianza en la que Gus se apoyó más tarde cuando necesitó ayuda.
Al ministrar, Carl y su esposa, Julie, han buscado un equilibrio entre la ministración formal y la informal. Hay ocasiones en las que planean con espíritu de oración algo destinado a apoyar el progreso de otras personas a lo largo de la senda de los convenios, pero también han tratado de hacer de la ministración una parte normal y natural de su vida cotidiana.
Cuando Julie aceptó la asignación de pasar una mañana sirviendo en una planta de procesamiento de alimentos operada por la Iglesia, decidió invitar a Shawna a ir con ella. Shawna solo había ido a la Iglesia unas pocas veces desde que se había mudado al vecindario, hacía algunos años. Julie y Shawna la pasaron muy bien sirviendo juntas en la planta y, poco después, Julie y Carl planearon una noche de juegos para la noche de hogar y decidieron invitar a la familia de Shawna a acompañarlos. Gracias a que Julie pensó en incluir a Shawna en esas actividades que ya estaba planeando, ambas desarrollaron una relación más profunda. Más tarde, cuando Shawna afrontó algunos desafíos, le pidió una bendición del sacerdocio a Carl, el esposo de Julie.
La ministración significativa puede ocurrir cuando encontramos maneras sencillas de demostrar nuestro amor, compartir nuestra fe en Jesucristo e invitar a otras personas a venir a Él y unirse a nosotros, incluso en cosas que íbamos a hacer de todos modos.
Fotografía por Mónica Georgina Alvarado Zárate
Parte de nuestra vida cotidiana
El profeta Zacarías ayudó a su pueblo a encontrar maneras cotidianas de incorporar en sus vidas la práctica de pensar en el Señor. Bajo su liderazgo, el pueblo inscribió las palabras “Santidad a Jehová” en cosas que verían en el transcurso normal del día, como tazones y cascabeles de caballo, para recordarles que pensaran en Él (véase Zacarías 14:20–21).
Los profetas hoy en día también nos han alentado a encontrar maneras naturales de mantener a Dios en primer plano en nuestra vida y a amar, compartir e invitar siguiendo el mismo modelo natural. Cuanto más cómodas y naturales sean nuestras amorosas invitaciones, más cómodos estaremos al extender nuestro amor e invitaciones, y más cómodos se sentirán los demás para recibirlas.
Principios a considerar
La planificación con espíritu de oración puede beneficiar la ministración. A medida que llegue a ser parte de quienes somos, ministrar también puede ser tan sencillo como pensar en incluir a los demás en cosas que ya estemos haciendo. Por ejemplo:
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Ya tiene el teléfono en la mano para enviar un mensaje a un amigo; dedique diez segundos para ver cómo está alguien a quien ministra.
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Terminó cocinando más de lo que había planeado; lleve algo de la comida a alguien que pudiera necesitarlo.
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Le encantó algo en su estudio de las Escrituras esta mañana; compártalo con un amigo.
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Su familia va a ir a un parque para la noche de hogar; invite a sus vecinos a ir con ustedes.
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Se le pidió que ofreciera un discurso en la reunión sacramental; invite a un compañero de trabajo a que vaya a escucharle.
¿Qué podemos hacer?
¿Cómo puede utilizar algo que ya vaya a hacer esta semana para tender una mano e incluir a otras personas?