2022
Lo que me enseñó un proyecto de ganchillo acerca de reconstruir mi testimonio
Diciembre de 2022


Solo para versión digital: Jóvenes adultos

Lo que me enseñó un proyecto de ganchillo acerca de reconstruir mi testimonio

Un pasatiempo que tuve durante la pandemia me ayudó a entender el proceso de desarrollar y fortalecer mi fe.

tela de ganchillo siendo destejida

Rebusqué en el viejo y polvoriento recipiente con el ángel en la mano. Había tejido a ganchillo la cabeza y el cuerpo del ángel, pero necesitaba hilo amarillo para completar el halo y las alas, y no estaba segura de si lo tenía.

Había aprendido a tejer a ganchillo cuando tenía 11 años, pero después pasé alrededor de una década sin siquiera sujetar un gancho. Fue solamente durante la pandemia que el ganchillo se había convertido otra vez en uno de mis pasatiempos, y tenía un proyecto ambicioso: estaba tratando de completar un juego completo de figuras para un nacimiento antes de Navidad.

Justo cuando estaba a punto de darme por vencida, vi un trozo de tela amarilla. Tiré del material y saqué una manta grande e irregular. Tenía rayas gigantes y chillonas de colores contrastantes: naranja, rosa, azul marino y amarillo, todos tejidos a ganchillo con un diseño tan brillante que mareaba.

Las rayas eran todas de diferentes tamaños. Las puntadas estaban sueltas y no eran uniformes. Sin embargo, la manta aun así me hizo sonreír cuando reconocí que yo la había tejido durante mis primeros años de ganchillo. Mi enfoque y motivación se habían acabado mucho antes de terminar el proyecto, y la manta había estado en esa pila de proyectos inconclusos durante años, sin ser utilizada ni vista.

Tomé el extremo suelto y desatado de la manta y tiré de él. Los puntos de la manta nunca se habían cerrado, así que podía deshacer varias puntadas a la vez con un rápido tirón.

Dudé antes de destejer más. La manta era anticuada y demasiado brillante, pero me entristeció un poco pensar que estaba deshaciendo todo lo que mis jóvenes dedos habían trabajado tan arduamente para crear. Sin embargo, me di cuenta de que el tejer a ganchillo esta manta tantos años atrás había mantenido el material justo donde lo necesitaba, y ahora estaba disponible y listo para usarse para este mejor propósito.

Así que la destejí. Tiré y tiré hasta que el hilo se apiló en un montículo enredado en mi regazo, y entonces empecé a tejer a ganchillo. Mis manos, mucho más diestras, convirtieron las puntadas torpes e infantiles de mi manta en alas de ángeles con patrones intrincados.

Mientras trabajaba, me vino a la mente un extraño pensamiento:

Mi testimonio es como este angelito.

Reconstruir mi fe

Aunque el pensamiento me hizo sonreír al principio, cuanto más pensaba en ello, más me daba cuenta de que era verdad. Mi testimonio, al igual que mi pequeña manta, al principio había sido una construcción sencilla e infantil. Entonces llegó el proceso de destejer, cuando ciertas cosas pusieron a prueba mi fe. Era como si las puntadas sueltas y torpes que habían formado la base de mi testimonio se estuvieran deshebrando.

Finalmente, ocurrió la reconstrucción. Cuando dejé de aferrarme tan firmemente a lo que había tenido antes, comencé a confiar en el Salvador y permití que mi testimonio creciera y cambiara, este se había convertido en algo mucho más hermoso, algo más profundo y significativo que lo que yo había podido crear de niña.

El élder Bruce C. Hafen, Setenta Autoridad General emérito, explicó este concepto cuando describió lo que llamó la “simplicidad más allá de la complejidad”1, que es básicamente la idea de que, si nos esforzamos por superar las preguntas difíciles de nuestra vida, recibiremos un nuevo y más fuerte tipo de simplicidad. Él explicó que “[n]uestros túneles de ambigüedad están ahí para enseñarnos, no para atormentarnos […]. Es por la fe que escogemos conscientemente crecer a través de la complejidad que nos permite ver con los ojos y el corazón bien abiertos”2.

Cuanto más pensaba en ello, más me daba cuenta de que no solo mi testimonio había seguido ese modelo, sino también mi vida. No sucedió todo a la vez, sino que poco a poco, gradualmente, me había transformado. Por medio de Cristo, había cambiado. Por medio de Cristo, había afrontado la adversidad y había llegado a ser algo nuevo.

Conocer a Cristo como nuestro Redentor

Este proyecto de ganchillo comenzó como un pasatiempo durante la cuarentena, pero terminó siendo el recordatorio perfecto de la influencia de Cristo y la celebración de una nueva vida. Porque eso es lo que Cristo nos ofrece: la oportunidad de convertirnos en algo completamente nuevo. Celebramos al bebé de Belén porque sabemos que ese bebé creció para convertirse en alguien que podría ofrecernos la oportunidad de crecer, cambiar y ser sanados.

Como dijo el presidente Thomas S. Monson (1927–2018): “Al caminar ustedes y yo por el sendero que Jesús caminó, descubriremos que Él es más que el niño de Belén, más que el hijo del carpintero, más que el maestro más grandioso que jamás haya vivido. Llegaremos a conocerlo como el Hijo de Dios, nuestro Salvador y nuestro Redentor”3.

Si bien el nacimiento de Cristo fue un acontecimiento milagroso y maravilloso, mi celebración de Navidad se profundiza y enriquece al recordar exactamente por qué las nuevas del ángel brindaron tan “gran[de] gozo” (Lucas 2:10). Como profetizó también el ángel: “Y [María] dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados” (Mateo 1:21).

Al celebrar el nacimiento de Cristo, también podemos recordar la esperanza de una nueva vida y las segundas oportunidades que Él nos brinda. La Navidad es una época maravillosa de tradiciones y de dar, y también puede ser una época para fortalecer o incluso reconstruir nuestro testimonio. Podemos permitir que el Señor, con Su habilidad y sabiduría, nos convierta en algo mejor de lo que podríamos haber imaginado.

Notas

  1. Bruce C. Hafen, “Faith is not blind” (devocional de la Universidad Brigham Young–Hawái, 24 de enero de 2017), speeches.byuh.edu.

  2. Bruce C. Hafen, “Faith is not blind” (devocional de la Universidad Brigham Young–Hawái, 24 de enero de 2017), speeches.byuh.edu.

  3. Thomas S. Monson, “Dispuestos a servir y dignos de hacerlo”, Liahona, mayo de 2012, pág. 69.