2023
No tenía ganas de ir al templo, pero noté muchas bendiciones al ir de todos modos
Agosto de 2023


Solo para versión digital: Jóvenes adultos

No tenía ganas de ir al templo, pero noté muchas bendiciones al ir de todos modos

Podemos hallar consuelo en el Señor cuando asistimos al templo y participamos en la gran obra de Dios para Sus hijos.

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Una mujer mira hacia el templo

Sabía que necesitaba ir al templo. Vivía a solo un corto viaje en auto del templo más cercano, pero no había asistido al templo en meses.

Una noche, estaba leyendo el discurso del élder Neil L. Andersen de la Conferencia General de octubre de 2022. Me llamó la atención una frase: “Al entrar en el templo, nos liberamos por un tiempo de las influencias mundanas que se ciernen sobre nosotros mientras aprendemos acerca de nuestro propósito en la vida y los dones eternos que se nos ofrecen por medio de nuestro Salvador, Jesucristo”1.

Quería sentirme libre del mundo. Llena de determinación, programé una cita para hacer iniciatorias por representante.

El día de la cita, regresé a casa del trabajo sintiéndome cansada y de mal humor sin motivo alguno. No estaba de humor para ir al templo.

Pero recordé mi deseo pasado, aunque no lo estaba sintiendo en ese momento. Regresé a mi auto y comencé a conducir.

Veinte minutos después, el templo apareció ante mi vista.

Se me llenaron los ojos de lágrimas; en ese momento, mi deseo regresó. El templo era el lugar donde debía estar esa noche. Tuve que contener más lágrimas para no perder de vista el camino.

El templo es un lugar de refugio contra las influencias mundanas y las dificultades de nuestra vida. El presidente Russell M. Nelson nos ha pedido que “establezca[mos] un patrón de asistencia regular al templo”2. Al hacerlo, disfrutaremos de las bendiciones de regresar una y otra vez a la Casa del Señor.

Estas son solo algunas de las bendiciones que noté al asistir al templo ese día:

Sentir consuelo

Cuando asistí al templo ese día, se me fue el mal humor. Fue reemplazado por “la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento” (Filipenses 4:7).

La paz que encontramos en el templo viene directamente de Dios. Podemos conectarnos con Dios en cualquier lugar por medio de Su Espíritu, pero el templo está apartado para que podamos tener comunión directa con el Señor.

El presidente Nelson enseñó: “[El templo] [e]s Su casa y está llena de Su poder […]. Les prometo que aumentar el tiempo que pasan en el templo bendecirá su vida como nada más puede hacerlo”3. Asistir al templo nos permite sentir el poder de Dios. Ese poder puede venir como revelación, como claridad mental o como un sentimiento de consuelo.

Sentir la fortaleza de mis convenios

Además de sentir paz, también recordé los convenios que había hecho anteriormente. Al actuar como representante en la iniciatoria, me concentré en las palabras de la ordenanza. Esas palabras me recordaron que Dios me daría fortaleza y me ayudaría a perseverar durante mis pruebas.

Cuando regresamos al templo, recordamos las promesas que le hacemos a Dios y las promesas eternas que Él nos hace.

El élder David A. Bednar, del Cuórum de los Doce Apóstoles, enseñó: “No edificamos los santos templos ni entramos en ellos solo para tener una experiencia personal o familiar memorable. Más bien, los convenios que se reciben y las ordenanzas que se efectúan en los templos son esenciales para la santificación de nuestro corazón y para la exaltación final de los hijos y las hijas de Dios”4.

Participar en la obra del templo

Aunque recibimos bendiciones personales en el templo, también debemos recordar la obra que hacemos por los muertos. Cuando efectuamos ordenanzas por representante, son para la salvación de los que están más allá del velo.

El templo me proporcionó los nombres de las personas a las que ayudé. No conocía a ninguna de las mujeres a las que representé ese día, pero sentí el poder sagrado que se les otorgó por medio de las ordenanzas iniciatorias.

Nuestra asistencia al templo ayuda a hacer avanzar el plan de Dios para Sus hijos. A nuestra pequeña manera, estamos participando en la obra de “llevar a cabo la inmortalidad y la vida eterna del hombre” (Moisés 1:39). El élder Bednar enseñó: “Cuando llegamos a estar anhelosamente consagrados a esta sagrada obra, obedecemos los mandamientos de amar y servir a Dios y a nuestro prójimo [véase Mateo 22:34–40]”5.

Sencillo pero poderoso

Para aquellos de nosotros que vivimos cerca de un templo, puede ser fácil olvidar las bendiciones que se reciben al asistir al templo. Como el presidente Russell M. Nelson ha prometido: “[A]umentar el tiempo que pasan en el templo bendecirá su vida como nada más puede hacerlo”6. Para aquellos que viven lejos de un templo, puede ser difícil incluir las visitas al templo en nuestros horarios, pero el poder de la asistencia al templo es constante y las bendiciones son reales.

A medida que pasamos más tiempo en el templo, podemos encontrar descanso de nuestros desafíos y nuestro dolor. Podemos estar en comunión con Dios y ser parte de Su gran obra, para nuestra propia alma y las almas de todos Sus hijos.

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