2023
Autocontrol: Un ciclo de intentos y fracasos
Agosto de 2023


Solo para versión digital: Jóvenes adultos

Autocontrol: Un ciclo de intentos y fracasos

¿Alguna vez has tenido dificultades para comenzar o dejar de hacer algo, a pesar de que realmente querías hacerlo? Aquí hay cinco consejos para desarrollar más autocontrol.

Imagen
Una mujer lanza pelotas de baloncesto en un aro

“¡Uf, lo volví a hacer!”.

¿Alguna vez te has dicho eso a ti mismo después de comer ese trozo de pastel que te prometiste que no te comerías? ¿O después de leer unas cuantas publicaciones más allá de tu hora de acostarte, o de enojarte cuando dijiste que no lo harías? Creo que a todos nos ha costado dejar de hacer algo a pesar de que sinceramente deseábamos dejar de hacerlo.

Practicar el autocontrol es solo un aspecto del discipulado. En el Libro de Mormón, Alma le aconsejó a su hijo Shiblón que “refrenar[a] todas [s]us pasiones para que est[uviera] lleno de amor” (Alma 38:12). Al igual que una brida o freno controla el poder de un animal, desarrollar autocontrol sobre nuestras emociones y pasiones puede ayudarnos a tener una mayor abundancia del Espíritu.

Pero obtener autocontrol no es fácil. A menudo es un ciclo de intentos y fracasos hasta que lo logramos; pero aquí hay algunos consejos que te ayudarán en tus esfuerzos por cultivar un mayor autocontrol.

Centrarse en el Salvador

Incluso cuando estamos tratando de hacer nuestro mejor esfuerzo, cometemos errores. ¡A todo el mundo le pasa! Cuando eso sucede, es fácil sentirse desanimado o preguntarse si alguna vez mejoraremos. En las palabras del élder Michael A. Dunn, de los Setenta, la vida “a veces puede parecer que avanz[a] un uno por ciento y retroced[e] un dos por ciento”1.

Pero el Salvador nos invita amorosamente a seguir intentándolo. Él nos fortalecerá y nos ayudará. Él cambiará nuestro corazón y nuestra vida. Nuestra conexión por medio de los convenios con Él nos da un mayor acceso a Su poder. Si somos “constantes en nuestra determinación de ir consiguiendo, a duras penas, esas ganancias del uno por ciento, Aquel que ‘sufrió nuestros dolores’ [Isaías 53:4] ciertamente nos llevará sobre Él”2.

No desanimarse

Permíteme ilustrar este punto con un relato. Una familia hizo planes para hacer un viaje divertido juntos. Estaban entusiasmados por visitar un nuevo lugar y vivir grandes aventuras.

Aproximadamente a la mitad de su viaje, su auto se dañó. Estaban tristes y desanimados. Sintieron que todos sus esfuerzos habían sido en vano, así que decidieron regresar a casa y comenzar su viaje de nuevo.

Ahora bien, tal vez te digas a ti mismo que eso es ridículo, ¿por qué habrían de empezar todo de nuevo? Pero, ¿no hacemos lo mismo a veces? A veces nos sentimos desanimados o creemos falsamente que un pequeño error borra todo el progreso que hemos hecho. Pero los errores no borran el progreso que hacemos al esforzarnos por llegar a ser más semejantes a Jesucristo. Como explicó el élder Dieter F. Uchtdorf, del Cuórum de los Doce Apóstoles: “Jesucristo, el Hijo de Dios, murió para que nuestros errores no nos condenen y detengan para siempre nuestro progreso. Gracias a Él, podemos arrepentirnos, y nuestros errores pueden llegar a ser peldaños hacia una mayor gloria”3. Debemos ser pacientes con nosotros mismos y mantener la esperanza.

Imagen
Una jovencita escribiendo metas

Fijar metas pequeñas

Habrá ocasiones en las que todo lo que podamos pensar es en lo mucho que estamos fracasando. Nos preguntamos si alguna vez alcanzaremos el nivel de autocontrol que deseamos. Pero durante esos momentos, tal vez estemos esperando demasiado de nosotros mismos (véase Mosíah 4:27).

Eso no significa que debamos abandonar nuestros esfuerzos por lograr el autodominio. En vez de ello, debemos centrarnos en lo que podemos lograr en ese momento. El presidente M. Russell Ballard, Presidente en Funciones del Cuórum de los Doce Apóstoles, aconsejó que debemos “estable[cer] metas a corto plazo […] bien equilibradas, ni demasiadas ni muy pocas, y no muy o altas ni muy bajas. Al establecer metas, pidan la guía divina”4.

A medida que logremos cada pequeña meta, con el tiempo veremos cuánto hemos logrado cuando nos centramos solo en el siguiente paso en lugar de en la línea de meta.

Desarrollar formas saludables de afrontar las situaciones difíciles

A veces, afrontamos las emociones haciendo algo para sentirnos diferente. Por ejemplo, cuando estoy muy estresado, me encanta comer comida reconfortante. Pero a veces esos comportamientos pueden convertirse en malos hábitos difíciles de romper.

Es útil reflexionar y entender los modelos de conducta que podamos tener. Si tengo el hábito de usar mi teléfono cuando estoy aburrido, entonces puedo centrarme en por qué me siento aburrido. Si puedo realizar otras actividades productivas para lidiar con mi aburrimiento, será más fácil desarrollar autocontrol en cuanto al uso del teléfono.

El Salvador ha prometido que las “cosas débiles” pueden llegar a ser fuertes al acudir a Él y pedir Su ayuda divina (Éter 12:27).

Practicar la autocompasión

En nuestros esfuerzos por llegar a ser más como el Salvador, podemos sentirnos mal con nosotros mismos cuando no estamos a la altura de Su ejemplo. A veces nos decimos cosas negativas como: “Nunca seré lo suficientemente bueno” o “¡Soy un tonto!”. Podríamos pensar que esos mensajes son un castigo apropiado o que son necesarios para motivarnos mejor. Sin embargo, esos mensajes pueden derrumbarnos y hacer las cosas más difíciles, y nunca vienen de Dios.

Si un buen amigo viniera a nosotros y nos contara de su deseo y sus esfuerzos por ser mejor, pero también nos hablara de sus fracasos y debilidades, ¿qué le diríamos? ¿No lo animaríamos, le diríamos cuán orgullosos estamos de él y celebraríamos todos sus pequeños éxitos?

Debemos hacer lo mismo con nosotros mismos. En lugar de castigarnos, debemos apreciar lo bueno que hacemos y ver nuestros errores como oportunidades para llegar a ser mejores.

Somos hijos e hijas de Dios, y podemos centrarnos en nuestra identidad divina en lugar de catalogarnos en función de cualquiera de nuestros hábitos o problemas. El Padre Celestial nos ofrece tantas segundas oportunidades como necesitemos (véase Isaías 55:7). Podemos esforzarnos por darnos las mismas oportunidades a nosotros mismos.

El Salvador es nuestra fortaleza

Podría parecer imposible hoy en día, pero con el tiempo podemos llegar a ser mejores. El Salvador nos ha prometido que si hacemos nuestra parte, permanecemos en la senda de los convenios y perseveramos hasta el fin, Su gracia es suficiente para nosotros (véase Éter 12:27). Solo tenemos que seguir intentándolo; seguir creyendo; y pacientemente “espera[r] en Jehová” (Isaías 40:31). Para mí, esto es muy reconfortante. Al esforzarnos por mejorar, el Señor realmente nos fortalecerá y guiará.

Notas

  1. Michael A. Dunn, “Un uno por ciento mejores”, Liahona, noviembre de 2021, pág. 107.

  2. Michael A. Dunn, “Un uno por ciento mejores”, pág. 107.

  3. Dieter F. Uchtdorf, “Vengan y pertenezcan”, Liahona, mayo de 2020, pág. 106.

  4. Véase M. Russell Ballard, “El equilibrio en las exigencias de la vida”, Liahona, julio de 1987, pág. 13.

Imprimir