“Los vecinos de mi abuela tienen un campo lleno de papas. Después de que el tractor fue a recogerlas, dijeron que podíamos agarrar algunas. Así que mi familia y yo pasamos todo el día excavando para sacar papas, ¡y recolectamos muchas!
Mi mamá me dijo que llevara un par de bolsas a nuestros vecinos, así que salí hacia su casa. Ellos viven lejos y las papas empezaron a sentirse pesadas.
En Ven, sígueme esa semana estábamos aprendiendo acerca de Alma y su pueblo y de cómo tenían que llevar cargas pesadas. Recordé eso al llevar mi carga de papas.
Decidí orar al Padre Celestial, como lo hizo el pueblo de Alma, y pedirle que aligerara mi carga. Mientras caminaba, ¡se hizo más ligera! Fue un gran recordatorio de que el Padre Celestial se preocupa por las cosas pequeñas de la vida y que siempre está allí para ayudarnos”.
Qué gran ejemplo de cómo podemos aplicar las Escrituras a nuestra propia vida. ¡Sigue así, Sofía!