Mujeres
La influencia de las mujeres


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La influencia de las mujeres

Devocional mundial de la Sociedad de Socorro 2024

Domingo 17 de marzo de 2024

Mis queridas hermanas de la Sociedad de Socorro, estoy agradecido por hablarles hoy. Pienso en ustedes a menudo. Estoy profundamente agradecido por ustedes y me siento en deuda con ustedes. Gran parte del bien que logra esta Iglesia —y gran parte del bien que sucede en el mundo— ¡se logra gracias a ustedes! Gracias por su devoción al Señor, así como por sus esfuerzos por ennoblecer a otras personas. Sé cuánto las ama el Señor y cuánto confía en ustedes.

Me maravilla su fe y sensibilidad para con las cosas del Espíritu. Me inspira su diligencia, su liderazgo dinámico y su capacidad de ver una necesidad y atenderla. Ya sea que se trate de analfabetismo, desnutrición, problemas de salud mental o las necesidades cotidianas de los demás, ustedes abordan los problemas de la vida real con una combinación poco común de habilidad, compasión, discernimiento y amor. Toda la misión de la Iglesia del Señor se fortalece mediante ustedes.

Hermanas, ustedes tienen una investidura divina que les permite cambiar vidas, literalmente. Eso es particularmente cierto conforme estamos anhelosamente consagrados al mandato divino de recoger a Israel. En cada ocasión en que ayudamos a alguien a hallar la senda de los convenios y a permanecer en ella, estamos ayudando a recoger a Israel. Nadie hace eso mejor que ustedes; como madres, líderes, maestras, hermanas y amigas. Están preparando a las futuras generaciones de la Iglesia del Señor y del mundo.

Recientemente, nos enteramos de una pequeña de tres años que se despertó de su siesta; para entretenerla, su hermano le llevaba un peluche tras otro, pero ¿qué fue lo que finalmente le brindó consuelo y alegría? ¡Su propio ejemplar del Libro de Mormón! Esa niña veía a su madre leer el Libro de Mormón cada día. ¡Quería ser como su madre!

Simplemente no es posible cuantificar la influencia refinadora de vidas de las mujeres del convenio de Dios. Amo a mis hermanos y valoro el privilegio de trabajar con ellos; sin embargo, las dos personas en la tierra que más han influido en mí son mi esposa Dantzel, la madre de nuestros diez hijos, que falleció repentinamente a los setenta y ocho años, y, durante los últimos dieciocho años, mi maravillosa esposa, Wendy.

Durante mi reciente y extenuante recuperación de una caída, Wendy me ha cuidado incansablemente tanto física como espiritualmente de un modo que nadie más podría. Resulta imposible recalcar lo suficiente la enorme influencia que Dantzel y Wendy han tenido en mí. ¡Ellas me han cambiado la vida! Han hecho mi vida más completa.

Las mujeres han ocupado un lugar central en el plan de nuestro Padre Celestial desde el principio. El plan de salvación de Dios dependía de las acciones heroicas de dos mujeres valientes: Eva1, “la madre de todos los vivientes”2, y María3, la madre de nuestro Señor Jesucristo.

Hermanas, por favor, nunca subestimen el extraordinario poder que hay en ustedes de influir en los demás para bien. Es un don con el que nuestro Padre Celestial ha investido a cada mujer del convenio. Como hijas de Dios por convenio, tienen una receptividad al Espíritu y una brújula moral aumentada que les dan la capacidad de recibir revelación personal y de discernir la verdad del error. Al decir esto, no absuelvo a los hombres de distinguir el bien del mal ni de hacer el trabajo espiritual para recibir revelación. Sin embargo, si el mundo perdiera alguna vez la rectitud moral de sus mujeres, nunca se recuperaría4.

Hermanas, necesitamos que sus voces enseñen la doctrina de Cristo. Necesitamos su capacidad como mujeres de detectar el engaño y expresar la verdad. Necesitamos su sabiduría inspirada en sus consejos de familia, de barrio y de estaca, así como en otros lugares de influencia en todo el mundo. ¡Sus familias, la Iglesia y el mundo las necesitan! Hermanas, nadie puede hacerlo todo, ni tampoco deben intentarlo. No obstante, sé cuán crucial es su parte en la edificación del reino de Dios.

Por eso, hoy las invito a hacer de las Escrituras su Liahona personal5; del templo, su lugar de refugio y recalibración; y de sus oraciones personales, la forma de averiguar dónde necesita el Señor que estén ese día. Con el tiempo, se sorprenderán por cómo las guiará Él para que estén exactamente donde puedan dirigir, guiar y andar al lado de alguien que las necesite.

Para ese fin, las bendigo con mayor discernimiento espiritual y con la capacidad de hallar gozo al ofrecer alivio a los demás. Las bendigo con la sabiduría de discernir lo que es necesario y no correr más aprisa de lo que son capaces. Las bendigo con el valor de estar a la altura de sus privilegios divinos como hijas de Dios por convenio. Las bendigo para que sientan profundamente que el Padre Celestial y Su Hijo, Jesucristo, las conocen y las aman. ¡Ellos las enviaron a la tierra ahora porque son cruciales para el reino de Dios ahora! Las bendigo para que se den cuenta de que sus dones divinos como hijas de Dios les dan el poder no solo de cambiar vidas, ¡sino de cambiar el mundo!

Las amo, mis queridas hermanas. Estas cosas son verdaderas. Todos estamos embarcados en la obra del Señor. ¡Testifico que Jesucristo vive! Él está a la cabeza de esta Iglesia. En el nombre de Jesucristo. Amén.