El libro especial
“Te toca leer, papá”, dijo Bernice. Ella abrió las Escrituras; la mamá y el papá se sentaron junto a ella en el sofá.
El papá leyó el primer pasaje de las Escrituras. “Sé que ama a sus hijos”.
“Sé que ama a sus hijos”, repitió Bernice.
“Sin embargo”, dijo el papá, “no sé el significado de todas las cosas”.*
Sin embargo era una expresión difícil. Bernice aún no podía leer y no sabía lo que significaban todas las palabras, pero le encantaba repetir las palabras cuando su familia leía las Escrituras.
Al día siguiente, a la hora de las Escrituras, el papá tenía una sorpresa. “Tengo algo especial para ti”, dijo él y dio a Bernice un libro. En la cubierta tenía una ilustración de personas y un barco.
“¿Es para mí?”, preguntó Bernice. Tomó el libro grande entre sus brazos.
“Para ti”, dijo el papá, “mira adentro”.
Bernice abrió el libro y sus ojos se agrandaron, había muchos dibujos coloridos.
“¿Cómo se llama?”, preguntó Bernice.El papá señaló las palabras de la cubierta y dijo: “Historias del Libro de Mormón”.
Bernice recorrió las palabras de la cubierta. “Historias del Libro de Mormón”, dijo ella.
“Tiene los mismos relatos que estamos leyendo en las Escrituras”, dijo la mamá.
Bernice señaló uno de los dibujos. “¿Quién es?”, preguntó.
“Veamos… ¿Ves el arco y las flechas?”, le preguntó la mamá.
Bernice asintió.
“¿Te acuerdas de haber leído acerca de alguien a quien se le rompió un arco?”, preguntó el papá.
“¿Nefi?”, dijo Bernice.
“Sí, ese es Nefi”, dijo el papá.
Bernice sonrió. “Gracias, papá, gracias, mamá. Me encanta este libro”.
Cada noche, Bernice leía su libro de las Escrituras con su mamá y su papá; señalaba las imágenes y aprendió a decir algunas palabras difíciles. ¡Y aprendió a leer algunas palabras fáciles por su cuenta!
Leer las Escrituras hacía que se sintiera feliz. ¡Estaba contenta de poder leerlas con su mamá y su papá!