El Amigo
Seguir juntos a Jesús
El bautismo y la confirmación


“Seguir juntos a Jesús”, El Amigo, agosto de 2023, pág. 49.

Seguir juntos a Jesús

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Decidí caminar por un sendero nuevo y seguir a Jesucristo cuando fui bautizado. Mi bautismo fue sencillo, pero lleno de emociones y me sentí como nuevo. Yo quiero prestar servicio en una misión de tiempo completo.

Happiness D., 9 años, Accra, Ghana

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Desde que fui bautizado, trato de seguir a Jesús al ser amable con mi hermanita. Ayudo empujando su cochecito. Me siento feliz cuando soy amable y sé que eso también hace feliz a Jesús.

Simon P., 9 años, Massachusetts, EE. UU.

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Sigo a Jesús al orar, al amar a los demás y al tener fe.

Yoreli T., 6 años, Zumpango, México

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El día de Navidad, mi padre y yo repartimos alimentos a personas sin hogar. ¡Fue divertido! Seguir a Jesús me hace feliz.

Akari F., 9 años, Chiba, Japón

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Sigo a Jesús al leer las Escrituras y al cumplir Sus mandamientos.

Luke W., 9 años, Wyoming, EE. UU.

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Yo sigo a Jesús al amar a mi familia y al ser una miniayudante de mi mamá.

Chloe D., 4 años, Capital Nacional, Filipinas

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Siempre que oro, leo las Escrituras o hago algo bueno, me siento feliz. Lo siento como un abrazo de alguien a quien quiero. Yo sé que es el Espíritu Santo.

Caileen D., 6 años, Capital Nacional, Filipinas

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Siento el Espíritu Santo cuando estoy pasando por momentos difíciles. Él me ayuda a sentirme mejor.

Hunter O., 11 años, Carolina del Norte, EE. UU.

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Siento el Espíritu Santo cuando me calmo y escojo lo correcto. Cuando escucho a mi mamá y a mi papá, puedo sentir el Espíritu Santo cerca.

Oliver B., 10 años, Washington, EE. UU.

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El Espíritu Santo se siente acogedor y fortalecedor. El Espíritu Santo está allí para ti cuando lo necesites, lo cual lo hace tan especial.

Aisea A., 9 años, División Central, Fiji

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El Espíritu Santo me hace sentir feliz, alegre y fuerte.

Hailey G., 7 años, Santa Cruz, Bolivia

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Cuando fui bautizada, sentí frío a causa del agua. Después, cuando terminé, sentí calidez y estaba limpia. Al ser bautizada, di un paso gigantesco hacia Cristo y hacia nuestro Padre Celestial.

Malayla S., 8 años, Yukón, Canadá