“No estaría nunca realmente solo”, El Amigo, agosto de 2023, págs. 22–23.
No estaría nunca realmente solo
¿Y si Ethan se lastimaba de nuevo cuando nadie estuviera allí para ayudarlo?
Esta historia ocurrió en EE. UU.
Ethan balanceaba las piernas en el columpio. Cada vez iba más alto y más alto. ¡El viento lo hizo sentir como si estuviera volando!
Entonces sonó la campana. Ethan suspiró. No estaba listo para que terminara el recreo.
Los niños hicieron fila para volver adentro. Ethan dejó que su columpio fuera más lento. Luego se bajó del columpio para regresar a la clase.
Pero cuando los pies de Ethan golpearon el suelo, sintió un dolor agudo en la pierna. Cayó sobre la tierra, trató de ponerse de pie, pero sentía como si su pierna ardiera. ¡Dolía muchísimo!
“¡Socorro!”, gritó Ethan. Las lágrimas le rodaban por las mejillas. Los niños y los maestros corrieron para ayudarlo.
“¿Qué pasa?”, le preguntó un maestro.
“¡Me rompí la pierna!”.
No era la primera vez que Ethan se había roto un hueso. ¡Ni siquiera era la segunda o tercera vez! Ethan tenía la enfermedad de huesos de cristal, una enfermedad que hacía que sus huesos se rompiesen fácilmente. Incluso las cosas pequeñas, como bajarse de la acera o chocarse con alguien, podrían romperle los huesos.
“Llamaremos a tus padres para que llamen a un médico”, dijo el maestro. “Todo estará bien”.
Ethan se alegró de que hubiera allí personas para ayudarlo. Aún le dolía mucho la pierna, pero sabía que estaría a salvo.
Mamá y papá fueron a la escuela y llevaron a Ethan a un médico. Le pusieron un yeso azul en la pierna y se fue a casa a descansar.
Debido a su pierna rota, Ethan pasó mucho tiempo en la cama. Tenía muchos libros para leer. A veces sus amigos venían a jugar con él, pero aun así se aburría.
Una noche, Ethan se despertó y no podía volver a dormir. Trató de relajarse, pero siguió preocupándose. ¿Y si me rompo un hueso y no hay nadie conmigo, como en medio de la noche?, pensó Ethan. El corazón le palpitaba muy fuerte, estaba asustado.
“¡Papá!”, gritó Ethan.
Papá corrió a la habitación de Ethan. “¿Qué te pasa?”.
“Tengo miedo”, dijo Ethan. “¿Y si me rompo otro hueso y no hay nadie ahí para ayudarme?”.
El papá se sentó junto a él en la cama. “Ese es un pensamiento aterrador”, dijo él. “Incluso cuando tratamos de ser cuidadosos y seguros, todavía pueden suceder cosas malas. Pero pase lo que pase, el Padre Celestial está velando por ti”.
“¿Eso significa que Él siempre está conmigo?”, dijo Ethan.
“Exacto”. El papá dio a Ethan un abrazo suave.
Ethan pensó en la rapidez con la que su papá había venido a ayudarlo. Sabía que su papá lo amaba y siempre quería ayudarlo. Tal vez el Padre Celestial también era así.
Al día siguiente, Ethan leyó un pasaje de las Escrituras en la revista El Amigo. Leyó: “Sed de buen ánimo, pues, y no temáis, porque yo, el Señor, estoy con vosotros y os ampararé”.*
Ethan se sintió tranquilo y seguro cuando leyó el pasaje de las Escrituras, tal como se sintió cuando habló con su papá. Sabía que era el Espíritu Santo brindándole consuelo. Fue como si estuviese abrazando a su papá de nuevo.
Probablemente se me romperán más huesos, pensó Ethan, pero no tengo que tener miedo. Él sabía que no estaría nunca realmente solo.