“La mayor posesión”, Para la Fortaleza de la Juventud, noviembre de 2021.
Sesión del sábado por la mañana
La mayor posesión
Extractos
Cuando el amor de Dios marca la pauta en nuestra vida, en nuestras relaciones el uno con el otro y, en última instancia, en nuestro sentir hacia todo el género humano, entonces comienzan a desvanecerse las viejas diferencias, las etiquetas que limitan y las divisiones artificiales, y aumenta la paz.
Por supuesto, nos referimos al primer gran mandamiento dado a la familia humana: amar a Dios incondicionalmente, sin reservas ni concesiones, esto es, con todo nuestro corazón, alma, mente y fuerza. Este amor por Dios es el primer gran mandamiento del universo; pero la primera gran verdad del universo es que Dios nos ama exactamente de esa forma, incondicionalmente, sin reservas ni concesiones, con todo Su corazón, alma, mente y fuerza. Y cuando esas fuerzas majestuosas de Su corazón y del nuestro se encuentran unas con otras sin restricciones, hay una verdadera explosión de poder espiritual y moral.
Es entonces —y solo entonces, de hecho— que podemos guardar eficazmente el segundo gran mandamiento de maneras que no son superficiales ni triviales. Si amamos a Dios lo suficiente como para tratar de serle fieles por completo, Él nos dará la facultad, la capacidad, la voluntad y la vía para amar al prójimo y amarnos a nosotros mismos. Quizás entonces podamos decir otra vez: “… no podía haber un pueblo más dichoso entre todos los que habían sido creados por la mano de Dios” [4 Nefi 1:16].