“Cómo tratar un problema de pornografía”, Para la Fortaleza de la Juventud, junio de 2023.
Todo lo puedo en Cristo
Cómo tratar un problema de pornografía
Fotografía cortesía de Smith Alley
Todo empezó con un tartamudeo. Mi mamá les diría que es gracioso, pero yo discrepo. El primer día en primer grado, el maestro nos dijo que nos levantáramos uno por uno y nos presentáramos. Cuando llegó mi turno, me paré e inmediatamente me puse nervioso frente a ese mar de personas.
“H-h-h-ho-la, m-m-m-m-me llamo Smith”.
Me avergoncé de haber fallado frente a mi nueva clase. Me senté y una niña me miró a los ojos (sentí como si fijara la mirada en mi alma) y dijo: “¿Por qué no puedes hablar bien?”.
Aquel día llegué a la conclusión de que era diferente y que, por eso, era menos importante que todos los demás.
Con el tiempo, mi autoestima empeoró. No creía que pudiera tener amigos que realmente se preocuparan por mí. No creía que fuera lo bastante bueno como para que mis padres estuvieran orgullosos de mí. Finalmente, no creía que existiera un Dios que hubiera enviado a Su Hijo a morir por mí.
A la edad de nueve años me vi expuesto a la pornografía en línea. No andaba en busca de lo que vi, pero debido a que sentía que yo no era importante, pensé que si se lo decía a mis padres se avergonzarían de mí. Eso me condujo lentamente a una senda de adicción.
Cuando tenía diez años me involucré en las redes sociales, lo cual puso a mi alcance más maneras de encontrar pornografía. Al mismo tiempo, comencé a comparar mi vida con las vidas “perfectas” que veía en las redes sociales. Veía publicaciones de personas de vacaciones o pasando el tiempo con amigos sin haberme invitado. Veía a personas con esos cuerpos “perfectos” y no creía que el mío luciera lo suficientemente bien. Con ese ciclo de autodesprecio y adicción, muy pronto perdí el control de mi vida. A los catorce años pensé en quitarme la vida.
Un día en que sentía que mi vida se estaba desmoronando, mis padres se dieron cuenta de mis pruebas y me guiaron hacia el Salvador y Su expiación. Fue un momento decisivo en mi vida. Me reuní con mi obispo y él y mi papá me dieron una bendición. Era la primera vez en seis años que sentía el Espíritu, fue algo tangible.
Focus on Joy [Centrarse en el gozo], por Michael Malm
Requirió tiempo y esfuerzo, pero gracias a mi Salvador Jesucristo he podido arrepentirme y fortalecerme como persona. He visto hermosos milagros en mi vida que son el resultado directo del poder salvador de la expiación de Cristo.
Ahora empleo el tiempo como orador, viajo por el país y hablo a grupos de jóvenes, en escuelas y comunidades, acerca de los efectos dañinos de las redes sociales y la pornografía. Enseño acerca de la importancia de la salud mental y la necesidad de prevenir el suicidio. He creado una plataforma en las redes sociales que puedo utilizar para hacer el bien. Acabo de graduarme de la escuela secundaria y he establecido dos negocios y fuertes relaciones con aquellos a quienes amo. Lo más importante es que he vuelto a encontrar a Dios. Tengo un firme testimonio de Dios el Padre, de Su Hijo Jesucristo y del poder y la influencia que Ellos tienen.
Nada de esto ha sucedido porque yo tenga talentos muy especiales o habilidades extraordinarias. Por medio de la expiación de Jesucristo he podido arrepentirme, superar desafíos y encontrar paz y sanación. Si crees que te has alejado demasiado, mi respuesta es que estás equivocado. Estuve dispuesto a someterme al poder redentor de Jesucristo y tú también puedes hacerlo.
Smith Alley, Utah, EE. UU.