“‘¡Dios dijo que sí!’”, Historias mundiales: Samoa Estadounidense, 2020
“‘¡Dios dijo que sí!’”, Historias mundiales: Samoa Estadounidense
“¡Dios dijo que sí!”
Leva‘aia Levao vivió con muchísimas limitaciones físicas: no veía ni oía bien; había perdido una pierna a causa de la diabetes y necesitaba una pierna ortopédica para recorrer la pequeña isla de Olosega, donde vivía.
En 2015, a Levao le salieron unas ampollas en los ojos que hacían que le sangrasen. Un día, mientras lloraba, alguien le dio una palmadita en el hombro. Tres jóvenes, misioneros Santos de los Últimos Días, intentaban hablar con ella. Entre su problema auditivo y la hinchazón de los ojos, a Levao le costaba seguir la conversación, pero los misioneros le mostraron una lámina de Jesucristo sanando a una jovencita. Al comprender lo que le estaban ofreciendo, Levao aceptó la invitación de recibir una bendición de salud del sacerdocio.
Hacía tiempo que la familia de Levao tenía pensado llevarla a un hospital en Tutuila, a 120 km (74,5 mi) de distancia, pero a la mañana siguiente de haber recibido la bendición, las ampollas de sus ojos se habían curado. Levao empezó a reunirse con los tres misioneros —Ammon Tuimaualuga, Weston Holt y Gabe Reid— y tomó la firme decisión de estudiar el Libro de Mormón. Le resultaba difícil leer teniendo problemas de visión y sin mucha práctica ni educación escolar, pero ella se esforzó mucho y leía un versículo o dos diarios con los misioneros, y luego volvía a leerlos cuando estaba a solas. Cuando los misioneros le pidieron que preguntara a Dios si el Libro de Mormón era verdadero, Levao lo hizo y recibió una respuesta clara. “¡Es verdadero!”, testificó cuando volvió a verlos. “¡Dios dijo que sí!”.
Sin embargo, a algunas personas de aquella pequeña comunidad isleña no les gustó ver que Levao estaba considerando cambiar de religión. Se burlaron de ella, destrozaron sus anotaciones y la vilipendiaron. Aun así, ella se mantuvo firme y no tardó en bautizarse. Su esposo, Tui, y sus tres hijos la siguieron poco después en la fe, y Levao llegó a servir como presidenta de la Sociedad de Socorro de su rama. Otras personas, influidas por su ejemplo de dedicación, decían de ella que era el corazón de la Iglesia en Olosega.