Historia de la Iglesia
“Volaba en las alas del gozo”


“Volaba en las alas del gozo”

En 1987, Urszula Adamska, de 23 años de edad, era la gerente de un programa especial de vacaciones para niños estudiantes en Varsovia. Durante una visita a la agencia de viajes, conoció a Robert Magnuski, un joven que hacía poco se había convertido a la Iglesia. Los dos entablaron una amistad y al poco tiempo Magnuski compartió su nueva fe con Adamska. Magnuski entregó a Adamska un ejemplar del Libro de Mormón y un folleto que relataba la historia de José Smith, y también la desafió a estudiar el Nuevo Testamento.

Mientras estudiaba la Biblia, Adamska leyó un pasaje que no podía entender. Una noche, al estar preparando la cena de su padre, Adamska no podía concentrarse. Su mente estaba preocupada tratando de descifrar el pasaje de las Escrituras que había leído. De repente recordó la historia de José Smith, quien había estado confundido por las muchas diferentes versiones de la cristiandad que había escuchado predicar. Impulsado por las promesas de Santiago en el Nuevo Testamento de que Dios daría sabiduría a quienes la pidieran (Santiago 1:5), él oró pidiendo guía. La visión que recibió inauguró la restauración del Evangelio.

Inspirada por la historia de José Smith, Adamska oró pidiendo que Dios le ayudara a entender el pasaje. Más tarde recordó: “Cuando dije ‘amén’, me sobrevino un sentimiento maravilloso”. Entendió el pasaje de las Escrituras y tuvo un sentimiento cálido e increíble. “Volaba en las alas del gozo”, dijo ella, describiendo esa época de su vida.

Poco tiempo después, misioneros le enseñaron el Evangelio a Adamska y le preguntaron si deseaba ser bautizada. “Por favor bautícenme lo antes posible”, les dijo. “Tuve pensamientos en la mente y sentimientos en el corazón de que esto [era] lo correcto para mí”, dijo ella. Fue bautizada dos semanas después.

El siguiente verano, Adamska dedicó unos cuantos meses a ayudar a los misioneros de Wrocław a enseñar el Evangelio. Al final del verano, Dennis B. Neuenschwander, Presidente de la Misión Austria Viena Este, le preguntó a Adamska si deseaba prestar servicio en una misión.

“Me gustaría”, le respondió, “pero no tengo dinero”.

“Urszula”, le dijo, “el dinero no es un impedimento”. Neuenschwander le dijo que si ella tenía el deseo de servir, otras personas podían ayudarle a pagar su misión. Cuando se le preguntó por qué deseaba cumplir una misión, ella respondió: “Los misioneros compartieron conmigo un mensaje maravilloso… y quisiera corresponder a ello al compartir este mensaje con los demás”.

En julio de 1989, Adamska llegó a la Misión Washington Seattle, en los Estados Unidos, la ciudad en la que vivía uno de los primeros misioneros jóvenes que prestaron servicio en Polonia. “Me arrodillé y le oré al Padre Celestial”, recordó ella. “Le agradecí esta maravillosa oportunidad”. Ella fue la primera misionera llamada en Polonia.

En abril de 1990, mientras cumplía su misión, Adamska viajó a Salt Lake City por asignación especial para ayudar a traducir las ceremonias del templo al polaco.