“Como un roble crece lentamente de una bellota”
En 1851, el élder Parley P. Pratt, del Cuórum de los Doce Apóstoles, viajó a Chile, donde esperaba establecer una misión en Sudamérica. Sin embargo, su limitado español, la revolución y la guerra civil obstaculizaron la obra.
Décadas más tarde, después de que algunos miembros de la Iglesia emigraran a Argentina y Brasil, el élder Melvin J. Ballard, del Cuórum de los Doce Apóstoles, viajó a Buenos Aires, donde dedicó Sudamérica para la predicación del Evangelio en diciembre de 1925. Antes de partir de Argentina, el élder Ballard predijo que al principio la Iglesia crecería “como un roble crece lentamente de una bellota”. No obstante, prometió que llegaría el día en que “la Misión Sudamericana será una potencia en la Iglesia”.
En la década de 1940, exmisioneros que conocían la profecía del élder Ballard solicitaron a los líderes de la Iglesia que abrieran más misiones en Sudamérica. A partir de 1947, con la organización de la Misión Uruguay, comenzó una nueva era para la Iglesia en Sudamérica. Uruguay no tardó en convertirse en un centro de fortaleza para la Iglesia en la región.
En 1961, el élder A. Theodore Tuttle, de los Setenta, fue llamado a supervisar las seis misiones de Sudamérica, con Montevideo como sede de todas ellas. Durante el tiempo que el élder Tuttle estuvo en Sudamérica (1961–1965) se abrieron misiones en todas las áreas de habla hispana y poco después se organizaron las tres primeras estacas de Sudamérica: São Paulo, Buenos Aires y Montevideo.