Se dirigen a los jóvenes
Aprender, actuar y compartir: Hacer tu Deber a Dios
Se nos ha confiado portar el sacerdocio y actuar en el nombre de Dios. Somos los beneficiarios de una confianza sagrada y es mucho lo que se espera de nosotros… Pensemos en nuestros llamamientos, reflexionemos en nuestras responsabilidades y sigamos a Jesucristo, nuestro Señor.
Presidente Thomas S. Monson, “La preparación trae bendiciones”, pág. 64.
Tan sólo algunas semanas atrás, vi a un nuevo diácono emprender el sendero de la diligencia. Su padre me mostró un diagrama que su hijo había creado, donde aparecía cada fila de su salón sacramental, un número para cada diácono que sería asignado para repartir la Santa Cena y la ruta que tendrían que seguir en el salón sacramental para repartirles la Santa Cena a los miembros. El padre y yo sonreímos al pensar que un joven, sin que se le pidiera, había creado un plan para asegurarse de que tendría éxito en su servicio en el sacerdocio.
En su diligencia reconocí el patrón del nuevo librito Mi Deber a Dios: saber qué espera el Señor de ustedes, diseñar un plan para lograrlo, poner el plan en práctica con diligencia y luego compartir con otros cómo su experiencia los cambió y bendijo a otras personas.
Presidente Henry B. Eyring, Primer Consejero de la Primera Presidencia, “Obrar con toda diligencia”, pág. 60.
Los miembros adultos de la Iglesia deben comprender que los requisitos del Progreso Personal y de Mi Deber a Dios no son sólo una larga lista de tareas a realizar y firmar, sino metas personales que cada hombre y mujer joven se fija para llegar a ser dignos de recibir las ordenanzas del templo, servir en misiones, contraer matrimonio eterno y disfrutar de la exaltación. Pero que quede bien claro: ¡el que los hombres y las mujeres jóvenes traten de lograr esas metas solos sería una gran pérdida y tragedia!
Padres, madres y líderes de los jóvenes, les instamos a participar en el Progreso Personal y en Mi Deber a Dios con sus hijos y con los jóvenes. No sólo progresarán ellos, sino ustedes también. Igualmente importante es que progresarán juntos en un lazo de fe y amistad que les permitirá fortalecerse mutuamente y mantenerse en la senda del Evangelio para siempre.
Élder Robert D. Hales del Quórum de los Doce Apóstoles, “Nuestro deber a Dios: La misión de padres y líderes para con la nueva generación”, pág. 95.
El escenario les pertenece, mis queridos jóvenes del Sacerdocio Aarónico. ¿Están listos y dispuestos a desempeñar su papel? El Señor necesita que todo joven capaz se prepare y se vuelva a comprometer, a partir de esta noche, a ser digno de un llamado del profeta de Dios de servir en una misión.
Élder Ronald A. Rasband de los Setenta, “El llamamiento divino de un misionero”, pág. 51.
Como diáconos, maestros y presbíteros, participarán en actividades que les ayudarán a fortalecerse espiritualmente y a aprender y cumplir sus deberes del sacerdocio. Cada actividad sigue este modelo sencillo:
Primero aprenden acerca de un principio del Evangelio o deber del sacerdocio. Descubren lo que el Padre Celestial desea que hagan y se esfuerzan por obtener una confirmación espiritual de su importancia.
Luego, hacen planes para actuar de acuerdo con lo que aprendieron. Se les insta a basar sus planes en sus propias necesidades, circunstancias y oportunidades de servir a los demás. Es una gran oportunidad de hacerse responsables de su propio crecimiento y de desarrollar la autosuficiencia espiritual.
Luego comparten con los demás lo que han aprendido y experimentado. Al hacerlo, fortalecerán su testimonio y aumentarán la fe de quienes los rodean; también aumentarán su capacidad de hablar del Evangelio con otras personas…
Testifico que su fiel servicio en el Sacerdocio Aarónico cambiará la vida de las personas a las que sirvan. Hay quienes necesitan su servicio del sacerdocio. Su familia, su quórum, la Iglesia y el mundo los necesitan.
David L. Beck, Presidente General de los Hombres Jóvenes, “El magnífico Sacerdocio Aarónico”, pág. 54.
En DutyToGod.lds.org se puede encontrar información en varios idiomas acerca del nuevo programa Mi Deber a Dios.
Defender la virtud: El Progreso Personal
En la primera página de tu libro Mujeres Jóvenes: Progreso Personal, encontrarás las siguientes palabras: “Eres una hija amada de nuestro Padre Celestial, preparada para venir a la tierra en esta época precisa para un propósito sagrado y glorioso”.
¡Hermanas, esas palabras son verdaderas! ¡No son el invento de un cuento de hadas! ¿No es extraordinario saber que nuestro Padre Eterno las conoce a ustedes, las escucha, vela por ustedes y las ama con un amor infinito? De hecho, Su amor por ustedes es tan grande que Él les ha concedido esta vida terrenal como un precioso obsequio de “Érase una vez” lleno de su propio y real relato de aventuras, pruebas y oportunidades de grandeza, nobleza, valor y amor; y lo más glorioso de todo: Él les ofrece un don invalorable que supera precio y comprensión. Nuestro Padre Celestial les ofrece el don más grande de todos, la vida eterna, y la oportunidad e infinita bendición de tener sus propios “felices para siempre”.
Presidente Dieter F. Uchtdorf, Segundo Consejero de la Primera Presidencia, “Ser felices para siempre”, pág. 124.
Mujeres jóvenes de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, ¡recuerden quiénes son! Son elegidas; son hijas de Dios. No pueden ser una generación de mujeres jóvenes que sólo se contenten con “ser parte del grupo”; deben tener el valor de destacar, de levantarse y brillar, para que su luz sea un estandarte a las naciones10. El mundo quiere que ustedes crean que no tienen importancia, que están pasadas de moda y que no están al tanto de lo que ocurre a su alrededor. El mundo las llama con voces incesantes y estridentes a que “vivan la vida”, “prueben todo”, “experimenten y sean felices”. Por el contrario, el Espíritu Santo susurra y el Señor las invita a “andar por las sendas de la virtud”, [desechar] las cosas de este mundo” y “[adherirse] a [sus] convenios” (D. y C. 25:2, 10, 13).
Elaine S. Dalton, Presidenta General de las Mujeres Jóvenes, “¡Recuerden quiénes son!”, pág. 120.
El Progreso Personal es un recurso magnífico para nutrir su testimonio paso a paso. Las experiencias y los proyectos con un valor son pequeños pasos que nutrirán su testimonio de Jesucristo a medida que aprendan Sus enseñanzas y las apliquen con frecuencia en su vida. Ese alimento constante las mantendrá a salvo en el sendero.
Mary N. Cook, Primera Consejera de la Presidencia General de las Mujeres Jóvenes, “¡Nunca, nunca, nunca se den por vencidas!”, pág. 117.
El Señor siempre estará allí para apoyarnos y nunca nos dejará solos. Se nos enseña que nuestro Padre Celestial conoce y ama a cada uno de Sus hijos. Como una de Sus preciadas hijas, ustedes tienen acceso a Su seguridad y guía mediante el poder de la oración.
Ann M. Dibb, Segunda Consejera de la Presidencia General de las Mujeres Jóvenes, “Sé valiente”, pág. 114.
Si deseas obtener más información acerca del Progreso Personal, visita el sitio PersonalProgress.lds.org.