Los centros de jóvenes adultos fortalecen a la nueva generación
Los centros de jóvenes adultos no sólo protegen a la nueva generación de las tentaciones del mundo, también preparan a los líderes de la Iglesia del presente y del futuro para que cambien el mundo.
Como extensiones del programa de instituto, los centros de jóvenes adultos, que existen principalmente en Europa, ofrecen clases de religión, así como un lugar en el que los jóvenes adultos se puedan reunir para tener actividades que van desde cocinar cenas, hacer tareas escolares y jugar al pingpong, hasta compartir el Evangelio.
Hacer que la Iglesia crezca por medio de los jóvenes adultos
Hacia finales del año 2003, la iniciativa de los centros de jóvenes adultos comenzó con la apertura de cuatro centros en Copenhague, Dinamarca; y en Berlín, Hamburgo y Leipzig, Alemania. El élder L. Tom Perry, del Quórum de los Doce Apóstoles, fomentó la ampliación de la iniciativa cuando el presidente Gordon B. Hinckley (1910-2008) lo llamó a presidir el Área Europa Central en el año 2004.
Según Erik Psota, actual Director adjunto de área para seminarios e institutos en Europa, muchos de los actuales líderes del sacerdocio en Europa tenían menos de 30 años en aquel entonces.
“La impresión espiritual que tuvo el élder Perry de que el crecimiento de la Iglesia en Europa vendrá por medio de los jóvenes que se encuentran entre las edades de 18 a 30 años, ha tenido un profundo impacto en los jóvenes adultos y los líderes del sacerdocio a todos los niveles en Europa”, dijo el hermano Psota. La impresión del élder Perry sigue siendo relevante para los jóvenes adultos de la actualidad, dice él, “porque les ayuda a comprender su responsabilidad en cuanto al crecimiento de la Iglesia”.
En la actualidad, hay más de 140 centros en Europa, con otros 30 en vías de desarrollo. Todos ellos preparan a la nueva generación para difundir el Evangelio en el mundo.
Se edifican el reino y las amistades en Noruega
El centro de jóvenes adultos de Oslo, Noruega, es tan sólo uno de los muchos centros en los que los jóvenes adultos están aprendiendo cómo edificar el reino. Consideremos por ejemplo a Mathilde Guillaumet, de Francia. Los misioneros empezaron a enseñarle en un centro de París en 2009, después de que la amiga de la hermana Guillaumet la invitó a saber más sobre el Evangelio.
La hermana Guillaumet se bautizó en 2010 y posteriormente se trasladó a Noruega por un año, donde el centro local de jóvenes adultos siguió desempeñando una función importante en su testimonio.
“El centro en verdad era como un segundo hogar. Definitivamente era más acogedor que mi residencia de estudiante”, dijo la hermana Guillaumet. “El matrimonio misionero del centro llegó a ser como padres para mí, personas maravillosas a quienes acudir para recibir consuelo y consejo. Tanto en París como en Oslo, he podido acudir al matrimonio misionero para hablar acerca del Evangelio, lo cual no podía hacer en mi casa, teniendo en cuenta que soy la única miembro de mi familia”.
Sam Ba, quien fue bautizado en 2009, también es el único miembro de su familia. El hacer obra misional en el centro de Oslo le ayudó a compartir el Evangelio con sus parientes cuando regresó a Nepal para visitarlos. Les habló acerca del sacerdocio y del Libro de Mormón, después de haber ayudado a los misioneros a enseñar a otras personas los mismos principios en Oslo.
“Mi familia quería sentir lo que yo sentía”, dijo el hermano Basnet. “Habían visto la diferencia entre el ‘Sam de antes’ y el ‘Sam de después’. Antes, yo no tenía esperanza. No era positivo. Después de mi bautismo, iba al centro y después todo era mejor que antes”.
El hermano Basnet no es el único que se ha sentido edificado y motivado por el Espíritu en el centro. Benjamin Kerr, de Escocia, ha pasado los últimos dos veranos trabajando en Oslo y ve el centro como un lugar en el que recuerda lo que realmente importa.
“El centro es mi refugio del mundo”, dijo el hermano Kerr. “Definitivamente siento paz y seguridad cuando estoy allí. Creo que algunas de mis experiencias más alentadoras han venido por poder sentarme en el centro, en especial en la noche de hogar, y de hablar acerca de temas que realmente nos preocupan, de cosas que son difíciles para nosotros. Estas experiencias me han recordado la importancia de los principios sencillos del Evangelio”.
Edificar a jóvenes adultos y a futuros líderes
Los centros de jóvenes adultos están haciendo más que ayudar a la juventud a fortalecer a sus amigos y familia en el Evangelio. Están edificando líderes. A los jóvenes adultos solteros se los llama a servir en consejos de liderazgo rotativos en los centros y a planificar diferentes actividades y clases.
Esa experiencia le ha dado a Barbara Matovu, originalmente de Uganda, pero ahora ciudadana de Noruega “la oportunidad de sentir el amor que Dios tiene por todos Sus hijos”, dijo ella. “Ha fortalecido mi testimonio de la organización de la Iglesia. También me ha enseñado que el reino de Dios no puede ser edificado por una sola persona, sino por muchas, en unidad”.
Mientras que los jóvenes adultos reciben capacitación para poder servir en futuros llamamientos de la Iglesia, también adquieren experiencia que les ayudará a ser mejores esposos y padres. Estarán preparados para cambiar el mundo, no sólo en el ámbito público, sino también en el hogar.
“Los principios de liderazgo que se aprenden en un consejo de jóvenes adultos solteros son los mismos principios que les servirán a los jóvenes adultos solteros como padres: la paciencia, la comunicación, proporcionar guía, permitir que las personas usen su albedrío para cumplir una tarea y seguir los susurros del Espíritu”, dijo Gerald Sorensen, quien, junto con su esposa Nancy, sirvió en el centro de Trondheim, Noruega.
Los centros de jóvenes adultos seguirán luchando contra el creciente pecado en el mundo, al trabajar para asegurarse de que los futuros líderes de la Iglesia crezcan aun más rápido.
“Los jóvenes adultos vienen al centro para aprender el Evangelio no sólo de manera teórica, sino también al aplicar los principios de compartir el Evangelio y de servir a sus amigos que no son de nuestra fe”, dijo el hermano Psota. “Los centros ayudan a una generación nueva y bien preparada, para que sirvan al Señor con entusiasmo y con una perspectiva eterna”.