Relatos de la conferencia
El billete dorado
“Una mujer quería, sobre todas las cosas, casarse con un justo poseedor del sacerdocio en el templo y ser madre y esposa. Ella había soñado con eso toda la vida, y ¡oh qué madre tan maravillosa y qué esposa tan amorosa sería! Su casa estaría llena de amor y bondad; no se diría ni una sola palabra áspera; la comida nunca se quemaría; y sus hijos en vez de salir con sus amigos preferirían pasar las tardes y los fines de semana con mamá y papá.
“Ése era su billete dorado. Ella sentía que toda su existencia dependía de eso exclusivamente. Era lo único que más anhelaba en todo el mundo.
“Pero eso nunca sucedió. Y, al pasar los años, se volvió más y más retraída, amargada e incluso malhumorada. No podía entender por qué Dios no le concedía ese justo deseo.
“Trabajó como maestra de la escuela primaria y, el estar con niños durante todo el día simplemente le recordaba que su billete dorado nunca había aparecido. Con el correr de los años, se volvió más descontenta y más aislada; a la gente no le gustaba estar cerca de ella y la evadían cada vez que podían; llegó incluso a pasar su frustración a los niños de la escuela …
“La tragedia de este relato es que esta estimada mujer, entre toda la decepción por no hallar su billete dorado, no logró percatarse de las bendiciones que sí tenía. No tenía hijos en casa, pero estaba rodeada de ellos en el salón de clases. No recibió la bendición de una familia, pero el Señor le había dado una oportunidad que pocos tienen: la posibilidad de ejercer una influencia positiva como maestra en la vida de cientos de niños y familias.
“La moraleja es que si pasamos nuestros días esperando las fantásticas rosas, podríamos obviar la belleza y la maravilla de las pequeñas nomeolvides que están a nuestro alrededor”.
Véase presidente Dieter F. Uchtdorf, Segundo Consejero de la Primera Presidencia, “No me olvides”, Liahona, noviembre de 2011, págs. 121–122.
Preguntas para reflexionar:
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¿Qué podría ser su “billete dorado” y cómo impide su habilidad para ver las bendiciones que ya tiene?
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¿Cuáles son las “pequeñas nomeolvides” que podría estar pasando por alto en su vida?
Considere escribir lo que piensa en un diario o hablar en cuanto a ello con otras personas.