Mensaje de la Primera Presidencia
¿Por qué necesitamos profetas?
Puesto que el Padre Celestial ama a Sus hijos, Él no los ha dejado caminar a través de esta vida mortal sin orientación ni consejo. Las enseñanzas de nuestro Padre Celestial no son de la clase común, corriente y previsible, que se pueden conseguir en versión rústica en la librería local; expresan la sabiduría de un Ser Omnipotente y Omnisciente que ama a Sus hijos. Sus palabras encierran el secreto de todas las edades: la clave de la felicidad en esta vida y en el mundo venidero.
Nuestro Padre Celestial revela esa sabiduría a Sus hijos en la tierra por medio de sus siervos los profetas (véase Amós 3:7). Desde los días de Adán, Dios ha hablado a Sus hijos mediante oráculos escogidos que están encargados de revelar Su voluntad y consejo a los demás. Los profetas son maestros inspirados y siempre son testigos especiales de Jesucristo (véase D. y C. 107:23). Los profetas no sólo hablan a la gente de su época, sino que también hablan a la gente a lo largo de todas las épocas. Sus voces resuenan a través de los siglos como un testamento de la voluntad de Dios para Sus hijos.
Hoy no es diferente de como lo fue en épocas pasadas. El Señor no ama a la gente de nuestros días menos que en tiempos pasados. ¡Uno de los gloriosos mensajes de la restauración de la Iglesia de Jesucristo es que Dios sigue hablando a Sus hijos! Él no está escondido en los cielos, sino que hoy habla como lo hizo en los días antiguos.
Gran parte de lo que el Señor revela a Sus profetas tiene el propósito de prevenir el pesar que podamos sentir como individuos y como sociedades. Cuando Dios habla, lo hace para enseñar, inspirar, refinar y aconsejar a Sus hijos. Cuando las personas y las sociedades hacen caso omiso de las instrucciones de su Padre Celestial, lo hacen bajo el riesgo de enfrentar pruebas, tormento y ardua labor.
Dios ama a todos Sus hijos y por esa razón nos exhorta tan fervientemente mediante Sus profetas. Así como nosotros queremos lo mejor para nuestros seres queridos, nuestro Padre Celestial desea lo mejor para nosotros. Es por eso que Sus instrucciones son de importancia crucial, y algunas veces apremiantes. Ésa es la razón por la que Él no nos ha abandonado hoy, sino que sigue revelándonos Su voluntad por medio de Sus profetas. Nuestro destino y el destino del mundo dependen de que escuchemos y hagamos caso a la palabra revelada de Dios a Sus hijos.
Las inestimables instrucciones de Dios al género humano se encuentran en la Biblia, el Libro de Mormón, Doctrina y Convenios y la Perla de Gran Precio. Además, el Señor nos habla a través de Sus siervos, como lo hará de nuevo en la próxima conferencia general.
A todo aquel que se pregunte si eso es real, que pudiera preguntarse: “¿Es posible que Dios nos hable hoy?”, de todo corazón lo invito: “Ven y ve” (Juan 1:46). Lean las palabras de Dios que se encuentran en las Escrituras. Escuchen la conferencia general con un oído dispuesto a oír la voz de Dios dada a través de Sus profetas de los últimos días. ¡Vengan, escuchen y vean con su corazón! Porque si buscan “con un corazón sincero, con verdadera intención, teniendo fe en Cristo, [Dios les] manifestará la verdad de ellas por el poder del Espíritu Santo” (Moroni 10:4). Por medio de ese poder y a través de él, sé que Jesucristo vive y que dirige Su Iglesia mediante un profeta viviente, a saber, el presidente Thomas S. Monson.
Hermanos y hermanas, Dios nos habla hoy, y Él desea que todos Sus hijos escuchen Su voz y le presten atención. Al hacerlo, el Señor nos bendecirá y nos sustentará enormemente, tanto en esta vida como en los mundos venideros.