Una bendición del bautismo
El autor vive en Nevada, EE. UU.
Sumergirse en el agua ponía nervioso a Trevor. ¿Cómo haría para que lo bautizaran?
Trevor se sentó en el sofá y puso la barbilla en las manos. Sus hermanos estaban jugando con el abuelo; él deseaba estar divirtiéndose también, pero no podía dejar de preocuparse en cuanto a su bautismo.
Su mamá se sentó a su lado y le alborotó el pelo. “¿Qué sucede?”, le preguntó. “¿No quieres jugar?”
Trevor sacudió la cabeza, frunciendo el ceño.
La mamá lo miró por un momento y luego lo rodeó con el brazo. “¿Todavía tienes miedo de estar bajo el agua?”
Trevor asintió.
La idea de estar bajo el agua siempre le había dado miedo; cuando tenía tres años, se había caído en una piscina y nunca había olvidado el miedo que tuvo al hundirse más y más en el agua, hasta que alguien lo sacó. Desde entonces, siempre se había sentido nervioso cerca del agua.
“¿Por qué nada da resultado?”, preguntó Trevor. “Oramos, e incluso fuimos a ver la pila bautismal. ¡Nada funcionó!” Levantándose del sofá de un salto, corrió a su habitación.
Le dio un portazo a la puerta de su habitación y se tiró en la cama. Al poco rato oyó que alguien tocaba suavemente la puerta.
Trevor observó mientras su papá se sentaba a su lado. “Tu mami me dijo que todavía estas nervioso por tu bautismo”, le dijo el papá.
Trevor asintió. “Sigo orando, pero el miedo no se va”.
El papá se quedó pensativo por un momento. “A veces, cuando oramos por algo, no ocurre de inmediato; puede que ahora tengas miedo, pero quizás mañana te sientas mejor”.
Trevor sacudió la cabeza, pero entonces recordó cuando se sintió nervioso de empezar la escuela el año anterior. El papá le había dado una bendición. Quizás una bendición también podría ayudarlo a bautizarse. Miró a su papá: “¿Crees que tú y el abuelo me podrían dar una bendición?”.
El papá asintió. “Creo que es una idea fantástica”.
Poco después, Trevor se sentó en una silla en la sala de estar; el papá y el abuelo colocaron las manos sobre la cabeza de él y el papá lo bendijo, diciendo que, si tenía fe, el Padre Celestial lo ayudaría a sentirse tranquilo y a tener paz.
Al día siguiente, al sentarse en su bautismo con su ropa blanca, Trevor aún se sentía nervioso. Estaba contento de haber recibido la bendición, pero, ¿qué ocurriría si aún tenía miedo?, ¿cómo se iba a bautizar?
Después de escuchar el discurso en cuanto al bautismo, su papá se le acercó. “Es hora de ir a la pila bautismal”, dijo. Trevor asintió y siguió al papá hasta la pila; su papá entró primero.
Era el turno de Trevor; vaciló, pero entonces recordó la bendición. “Padre Celestial, por favor, ayúdame a tener fe”, oró en silencio.
Despacio, Trevor metió un pie en el agua; estaba agradable y tibia. Después dio otro paso.
Con cada paso, sentía que su preocupación y temor disminuían. El papá lo tomó del brazo y sonrió. “¿Listo?”.
Trevor se sintió tranquilo y en paz; ése era el sentimiento que el Padre Celestial había prometido darle. Asintió y dijo: “Listo”.
El papá levantó el brazo derecho y dijo la oración bautismal; mientras sumergía a Trevor bajo el agua, éste no tuvo miedo. Lo único que sentía era ese sentimiento de tranquilidad y paz que se hacía cada vez más fuerte.
Trevor salió del agua sonriendo; sabía que su fe lo había ayudado a superar el miedo para que lo pudieran bautizar. Sabía que el Padre Celestial siempre lo ayudaría cuando tratara de hacer lo justo.