La Iglesia aplica los principios de bienestar en la reconstrucción de las Filipinas
Meses después de que el tifón Haiyan azotara las Filipinas, en noviembre de 2013, destruyendo cerca de 1,2 millones de casas y causando la muerte de más de 6.200 personas, la Iglesia continúa brindando apoyo y ha desplazado sus esfuerzos de una respuesta ante emergencias a una ayuda a largo plazo. Un esfuerzo exitoso en particular incluye a voluntarios que han aprendido a construir casas para aquellas personas que aún no tienen donde vivir.
Los siguientes miembros de la comunidad que se vieron afectados por la tormenta están entre los muchos que expresaron su gratitud por la ayuda que recibieron de la Iglesia, aun cuando no son Santos de los Últimos Días.
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Una mujer que encontró refugio en una capilla mormona durante el tifón, supo después que su casa había sido destruida por árboles de coco. Ella y su familia no tenían los medios económicos para reconstruirla, pero los voluntarios la ayudaron a construir una casa nueva, y ahora ella está ayudando a otra familia con la misma tarea. “Aprendí a trabajar junto a aquellos que también tienen necesidades aquí, para que nos podamos recuperar juntos [del tifón]”, dijo ella.
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Un hombre que perdió su empleo cuando el negocio donde trabajaba fue destruido, ahora ha aprendido a construir casas para su familia y para otras personas. “Sabemos que nos debemos ayudar los unos a los otros; así el trabajo se termina más rápido”, dijo. Añadió que está agradecido por la ayuda humanitaria de la Iglesia.
El obispo presidente, Gary E. Stevenson, señaló que junto al cuidado de los pobres y los necesitados “también estamos viendo el principio de autosuficiencia en acción ahora mismo; y es algo asombroso”. También dijo: “Una de las cosas que tratamos de hacer es proporcionar los materiales, mientras los [beneficiarios] suministran la mano de obra. Toda persona que recibe un lugar donde vivir, trabaja para construirlo”.
Los líderes locales de la Iglesia y representantes humanitarios se reúnen con los líderes locales de la comunidad para dar capacitación vocacional y certificar a las personas que han aprendido destrezas en carpintería. Los recursos del Fondo Perpetuo para la Educación se han utilizado para contratar a 20 maestros carpinteros para ayudar con la capacitación, y se han terminado 2.000 de las 3.000 casas proyectadas.
Los aprendices de la región demuestran lo que han aprendido construyendo 10 refugios para recibir la certificación del gobierno y una caja de herramientas de parte de la Iglesia, lo cual les permite buscar empleo remunerado. Hay una necesidad tan grande de trabajadores de la construcción que los Servicios de ayuda humanitaria católicos han acordado contratar a cientos de carpinteros capacitados por la Iglesia SUD.
El obispo Stevenson dijo que 500 miembros asistieron a la reunión donde los líderes eclesiásticos describieron la capacitación y la certificación y, “a medida que las describían, las personas prorrumpieron en aplausos y lágrimas, sabiendo que tenía la esperanza de un camino… para proveer de lo necesario para su familia”.
Asimismo, la Iglesia ha trabajado junto con otras organizaciones de beneficencia y con el gobierno filipino en un esfuerzo continuo para distribuir alimentos, agua, suministros médicos, estuches de higiene, generadores de electricidad, materiales para refugios temporales, utensilios de cocina, equipos de pesca y semillas para sembrar.
La Iglesia ha aprendido que la manera más eficaz de responder a los desastres naturales es trabajar a nivel local y comprar los materiales necesarios en el país afectado o lo más cerca posible de la zona del desastre. Esto no sólo garantiza que los suministros sean los adecuados para la zona, sino que también ayudan a fortalecer las economías locales afectadas.
Se alienta a los miembros en todo el mundo a orar por aquellas personas en tierras lejanas afectadas por desastres y a considerar dar ofrendas de ayuno mayores o donar al Fondo Humanitario de la Iglesia.