Tad R. Callister
Presidente General de la Escuela Dominical
La Escuela Dominical desempeñó un papel fundamental en la vida de Tad R. Callister décadas antes de su reciente llamamiento como Presidente General de la Escuela Dominical.
Mientras el hermano Callister prestaba servicio como presidente de la Escuela Dominical en un barrio de la Universidad Brigham Young, conoció a su futura esposa, Kathryn L. Saporiti, con quien se casó el 20 de diciembre de 1968 en el Templo de Los Ángeles.
Tienen dos hijas y cuatro hijos, además de veinticuatro nietos. “Suceden muchas cosas buenas cuando uno es presidente de la Escuela Dominical”, dice el hermano Callister.
Nació el 17 de diciembre de 1945 en Glendale, California. Sus padres son Reed Eddington y Norinne Callister. Él afirma que, así como Nefi, nació de “buenos padres”.
“Mi padre era mi obispo cuando yo era niño”, dice el hermano Callister. “Él solía llevar tarjetas consigo, y memorizaba vocabulario, pasajes de las Escrituras y frases de Shakespeare”.
Así como su padre, el hermano Callister estudió la carrera de derecho. Después de graduarse de contador en la Universidad Brigham Young, asistió a la escuela de derecho en la Universidad de California, Los Ángeles, y obtuvo una maestría en leyes tributarias de la Universidad de Nueva York. Lo contrataron como abogado en el estudio jurídico Callister & Callister.
Cuando recibió su nuevo llamamiento, el hermano Callister acababa de ser relevado de su llamamiento en la Presidencia de los Setenta y en el Segundo Quórum de los Setenta, donde había prestado servicio desde 2008.
Antes de eso, sirvió como presidente de la Misión Canadá Toronto Este, Setenta de Área, representante regional, presidente de estaca, obispo, presidente de misión de estaca, presidente del quórum de élderes y, en su juventud, como misionero en la Misión de los Estados Atlánticos del Este.
Al comentar sobre los cambios que se realizarán pronto en el material de estudio de la Escuela Dominical para los adultos, el hermano Callister dijo: “El material de estudio es, desde luego, muy importante, pero no es tan importante como la manera en que la gente enseña. Lo más importante es que enseñemos a la manera del Salvador, que enseñemos por medio del Espíritu y que enseñemos para la conversión”.