“Cómo el arrepentimiento me ayudó a progresar”, Liahona, febrero de 2024.
Jóvenes adultos
Cómo el arrepentimiento me ayudó a progresar
Si el Padre Celestial y Jesucristo creen en mí lo suficiente como para seguir dándome más oportunidades, ¿por qué no debería yo creer en mí también?
Cuando tenía poco tiempo como misionera, mi presidente de misión me pidió que fuera entrenadora.
Me sentí muy poco capacitada. ¿Cómo se suponía que debía enseñar a una hermana nueva a ser una misionera maravillosa si yo no estaba segura de tener todo resuelto?
Para ser sincera, cometía muchos errores como entrenadora y me sentí muy mal por ello durante un tiempo. Sin embargo, al comenzar a examinar mis debilidades y defectos y tratar de ser mejor, obtuve el testimonio de que el Señor nos da “debilidad para que sea[mos] humildes” porque Él puede hacer que “las cosas débiles sean fuertes” (Éter 12:27). Comencé a aprender mucho sobre el arrepentimiento, lo cual no es solo para cuando nos equivocamos, sino para cualquier momento en que deseamos llegar a ser más como el Padre Celestial y Jesucristo.
Desde que regresé a casa de la misión, he tenido que entenderlo más que nunca.
No estar a la altura
Por mucho que me encantó mi misión, me costaba poner en práctica en mi vida las lecciones que aprendí mientras servía. Terminé regresando a casa antes de lo que esperaba debido a problemas de salud mental y, luego, me mudé de mi casa en Filipinas a los Emiratos Árabes Unidos para comenzar a trabajar.
Desde que me mudé aquí, me ha costado sentir que estoy progresando y avanzando en la senda de los convenios. En mi misión, podía dedicar todo mi tiempo y energía al Evangelio. Me preocupaban muy poco mis necesidades temporales o lo que iba a hacer con mi vida después de la misión. Sin embargo, ahora que estoy tratando de equilibrar otras exigencias de la vida, siento que sigo sin estar a la altura.
Y dado que no cuento ni con la comunidad fiel y de apoyo que tenía en las Filipinas ni con el horario de los misioneros que hace que el progreso sea mucho más fácil y claro, a veces siento que no estoy progresando en lo absoluto.
Nuevos hábitos y nueva esperanza
A medida que continuaba teniendo dificultades con esos sentimientos, sentí con firmeza que debía poner en práctica un hábito que tenía en mi misión. Como misionera aprendí lo importante que es comunicarme con el Padre Celestial todas las noches por medio de la oración y evaluar con sinceridad mis acciones cada día. Le preguntaba al Padre Celestial lo que había hecho bien, pedía perdón por mis pecados y fortaleza para vencer mis imperfecciones y, luego, le preguntaba cómo podía mejorar al día siguiente.
Al principio tenía miedo de empezar a hacer esto después de la misión, especialmente porque había estado sintiendo que ya me estaba fallando a mí misma y al Padre Celestial. No quería sentirme aún peor por mis defectos, pero recordé lo que había aprendido en la misión: el arrepentimiento trae gozo. El élder Craig C. Christensen, de los Setenta, explicó que “el arrepentimiento diario y el venir a Jesucristo son la manera de experimentar gozo; gozo más allá de nuestra imaginación [véase 1 Corintios 2:9]. Esa es la razón por la que estamos en la tierra, por la que Dios preparó Su gran plan de felicidad para nosotros”1.
Estoy muy agradecida por ese consejo, ya que el hecho de comunicarme con el Padre Celestial todos los días ha efectuado un gran cambio en mí. Darme cuenta de que el Padre Celestial y Jesucristo me dan la oportunidad de ser mejor cada día me ayuda a tener más autocompasión, puesto que, si Ellos creen en mí lo suficiente como para seguir dándome más oportunidades, ¿por qué no debería yo creer en mí también?
Como enseñó el presidente Russell M. Nelson: “Nada es más liberador, más ennoblecedor ni más crucial para nuestro progreso individual que centrarse con regularidad y a diario en el arrepentimiento […]; es la clave de la felicidad y la paz interior”2.
El arrepentimiento es progreso
Las verdades que he aprendido acerca del arrepentimiento me han ayudado a darme cuenta cómo seguir progresando. Como explicó el presidente Nelson: “El arrepentimiento es la clave del progreso; la fe pura hace que sigamos avanzando por la senda de los convenios”3. Cuando me arrepiento, recibo guía y consuelo del Señor. Cuando me arrepiento, me siento cerca de Él.
El tener compasión por mí misma y por mis esfuerzos me ha dado la motivación para seguir progresando. Me siento motivada a arrepentirme cuando creo que merezco el esfuerzo. Quiero estar más cerca del Padre Celestial y de Jesucristo cuando creo que soy digna de Su amor.
Realmente creo que hay mucho gozo, paz y alivio en el arrepentimiento, sin importar por lo que estemos pasando. Acude al Padre Celestial y a Jesucristo. Ora al Padre Celestial a fin de saber lo que puedes hacer para estar más cerca de Él y de Jesucristo y ser más semejante a Ellos.
Al hacerlo, sé que sentirás el amor y el apoyo de Ellos, y más compasión por ti mismo.
La autora es de Filipinas.