“27 julio – 2 agosto. Alma 39–42: ‘El gran plan de felicidad’”, Ven, sígueme — Para la Escuela Dominical Libro de Mormón 2020 (2020)
“27 julio – 2 agosto. Alma 39–42”, Ven, sígueme — Para la Escuela Dominical 2020
27 julio – 2 agosto
Alma 39–42
“El gran plan de felicidad”
Las enseñanzas de Alma que se encuentran en Alma 39–42 son ricas en doctrina y aclaran verdades importantes. A medida que estudie esos capítulos, reflexione en cuanto a qué verdades podrían ser de más relevancia para sus alumnos y a lo que pueda hacer a fin de ayudarles a descubrirlas.
Anote sus impresiones
Invitar a compartir
Para dar a los miembros de la clase la oportunidad de compartir sus pensamientos y perspectivas en cuanto a Alma 39–42, podría invitarlos a repasar brevemente esos capítulos y a encontrar algo que Alma haya dicho o hecho que les haya impresionado.
Enseñar la doctrina
El pecado sexual es una abominación a los ojos del Señor.
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¿Qué podemos aprender del relato de la experiencia de Coriantón con el pecado y el arrepentimiento? Tal vez los miembros de la clase podrían leer Alma 39:1–14. Algunos de ellos podrían buscar lo que Coriantón hizo mal, otros lo que pudo haberlo conducido al pecado y otros los consejos que él recibió de Alma. A medida que compartan lo que encuentren, podrían intercambiar ideas de cómo evitar cometer errores similares.
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Cuando las personas cometen pecados de carácter sexual, a menudo tienen sentimientos de desaliento o desesperación, y llegan a sentir que no tienen mucho valor. ¿Qué principios que se encuentran en Alma 39–42 inspiran a los miembros de la clase a sentir la esperanza que conduce al arrepentimiento? Podría compartir las palabras de la hermana Joy D. Jones que se encuentran en “Recursos adicionales” para ayudar a los miembros de la clase a comprender la diferencia entre la dignidad y nuestro valor a la vista de Dios (véase también Lynn G. Robbins, “Hasta setenta veces siete”, Liahona, mayo de 2018, págs. 21–23).
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Como parte de su análisis, podría ser de utilidad que los miembros de la clase intercambien ideas sobre las normas del Señor en cuanto a la castidad. El análisis podría sea más fructífero si se centra en principios en lugar de en una lista de cosas que se deban y no se deban hacer. Por ejemplo, podría invitar a los miembros de la clase a encontrar los principios que Alma le enseñó a Coriantón en Alma 39. Además, podrían repasar el tema “La pureza sexual” en Para la Fortaleza de la Juventud teniendo en mente preguntas como estas: “Si pudieran resumir todos estos consejos con un solo principio, ¿cuál sería?” o “¿Qué principios encuentran aquí que los ayudan a vivir la ley de castidad?”. Los miembros de la clase también podrían repasar esa sección en Para la Fortaleza de la Juventud, en busca de las bendiciones que se reciben al vivir la ley de castidad y las consecuencias de desobedecer esa ley. ¿En qué se diferencian estos principios de lo que enseña el mundo? ¿Cómo influyen estos principios en la forma en que pensamos acerca de la ley de castidad? Podría ser de utilidad para la clase leer el mensaje de la hermana Wendy Nelson que se encuentra en “Recursos adicionales” conforme contesten esas preguntas.
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A veces es fácil creer que nuestras decisiones no afectan a los demás o que nuestros pecados son un asunto privado. ¿Qué le enseñó Alma a Coriantón en Alma 39:11–12 en cuanto al efecto de sus decisiones? Invite a los miembros de la clase a que reflexionen sobre quiénes podrían verse afectados por las decisiones que ellos tomen, tanto buenas como malas. También podrían compartir la forma en que los actos y el ejemplo de otras personas los hayan ayudado a escoger el bien.
La expiación de Jesucristo hace posible el plan de redención.
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Alma enseñó a Coriantón verdades que todos necesitamos comprender, incluyendo verdades sobre el propósito de la vida, el mundo de los espíritus, la resurrección y el juicio. Considere seleccionar una de las enseñanzas de Alma y dar a la clase dos minutos para que escudriñen Alma 40–42 (de forma individual o en grupos de dos) y escriban todas las verdades que encuentren sobre ese tema). Después los miembros de la clase podrían compartir lo que encuentren entre ellos o con la clase. Si el tiempo lo permite, podría repetir ese proceso para analizar otros temas. ¿Por qué era importante que Coriantón comprendiera esas verdades particulares?
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Las descripción que Alma hace del estado de las almas después de esta vida puede causar impresión en la mente de los miembros de la clase sobre la importancia de que vengamos a Cristo y nos arrepintamos de nuestros pecados en esta vida. Podría escribir Justos (arrepentidos) y Malvados (no arrepentidos) en la pizarra e invitar a los miembros de la clase a escudriñar Alma 40:11–26, y a hacer una lista en la pizarra de palabras o frases que Alma haya utilizado para describir el estado de cada uno de esos grupos de personas después de que mueren. ¿Cómo pueden inspirarnos estas enseñanzas a arrepentirnos? Para averiguar más sobre lo que sucede en el mundo de los espíritus, véanse 1 Pedro 3:18–20; 4:6 y Doctrina y Convenios 138:29–37.
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¿Qué acude a la mente de los miembros de la clase cuando escuchan las palabras “restaurado” o “restauración”? Invítelos a escudriñar Alma 41 para ver la forma en que Alma utilizó esas palabras. ¿Qué quiso decir con ellas? ¿Qué se nos restaurará? ¿Por qué podría ser de utilidad ver el plan del Padre Celestial como el “plan de la restauración”? (versículo 2).
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Algunos miembros de la clase podrían hacerse la pregunta que Coriantón parecía tener en la mente: ¿Es justo que un Dios amoroso castigue a Sus hijos? (véase Alma 42:1). Tal vez los miembros de la clase podrían reflexionar en cuanto a cómo responderían esa pregunta y buscar respuestas en Alma 42:7–26.
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Si siente que sería apropiado, podría ser de utilidad para los miembros de la clase que encuentren un versículo en Alma 42 que pudieran ilustrar con un dibujo o símbolo sencillo que explique por qué necesitamos la expiación del Salvador. Ellos podrían mostrar su dibujo y el resto de la clase podría tratar de encontrar el versículo que represente. Después podrían analizar lo que hayan aprendido sobre la importancia del sacrificio del Salvador.
Recursos adicionales
El valor de las almas es grande.
La hermana Joy D. Jones enseñó:
“Permítanme que hable de dos palabras críticas: valor y dignidad. No son lo mismo. El valor espiritual significa valorarnos a nosotros mismos de la misma manera en la que el Padre Celestial nos valora, no como el mundo lo hace. Nuestro valor se decidió antes de que llegáramos a esta tierra. ‘El amor de Dios es infinito y perdurará para siempre’.
“Por otro lado, la dignidad se alcanza mediante la obediencia. Si pecamos, seremos menos dignos, ¡pero nunca tendremos menos valor! Seguimos arrepintiéndonos y procurando ser como Jesús sin que se altere nuestro valor. Como enseñó el presidente Brigham Young: ‘El menor, el espíritu más inferior que está ahora mismo sobre la tierra… vale mundos’. No importa lo que ocurra, siempre tendremos valor en la vista de nuestro Padre Celestial” (“Un valor inconmensurable”, Liahona, noviembre de 2017, pág. 14).
La opinión del mundo sobre la intimidad sexual no concuerda con la de Dios.
La hermana Nelson hace un contraste entre la forma en que el mundo ve las relaciones sexuales —“el sexo mundano”— y lo que ella llama “la intimidad conyugal ordenada por Dios”:
“En el sexo mundano todo vale. En la intimidad matrimonial, se tiene el minucioso cuidado de evitar cualquier cosa —desde las palabras hasta la música y las películas— que ofenda al Espíritu, a su espíritu o al espíritu de su cónyuge.
“Mientras que el sexo mundano es lujurioso y mata el amor, la intimidad conyugal genera más amor.
“El sexo mundano denigra al hombre, a la mujer y sus cuerpos; mientras que la intimidad conyugal honra al hombre y a la mujer, y celebra el cuerpo como uno de los grandes galardones de la vida terrenal.
“En el sexo mundano, las personas pueden sentirse usadas, abusadas y, finalmente, más solitarias. En la intimidad conyugal, los cónyuges se sienten más unidos y amados, más cuidados y comprendidos.
“El sexo mundano destruye y, con el tiempo, arruina las relaciones. La intimidad conyugal fortalece el matrimonio; sostiene, sana y santifica la vida de los cónyuges y su matrimonio…
“El sexo mundano llega a ser una obsesión total, ya que jamás cumple sus promesas. La intimidad conyugal ordenada por Dios es gloriosa y continuará eternamente en el caso del esposo y la esposa que guarden los convenios” (“El amor y el matrimonio”, devocional mundial, 8 de enero de 2017, broadcasts.ChurchofJesusChrist.org).