“13 – 19 septiembre. Doctrina y Convenios 102–105: ‘Tras mucha tribulación […] viene la bendición’”, Ven, sígueme — Para la Escuela Dominical Doctrina y Convenios 2021 (2020)
“13 – 19 septiembre. Doctrina y Convenios 102–105”, Ven, sígueme — Para la Escuela Dominical 2021
13 – 19 septiembre
Doctrina y Convenios 102–105
“Tras mucha tribulación […] viene la bendición”
Al prepararse para enseñar Doctrina y Convenios 102–105, preste atención a los susurros del Espíritu. Él puede guiarlo a principios que no se mencionen en esta reseña y que bendecirán a las personas a las que enseñe.
Anote sus impresiones
Invitar a compartir
Los miembros de la clase podrían apuntar uno o dos versículos de Doctrina y Convenios 102–105 que les parezcan significativos en lo personal. Luego podrían intercambiarlos con otro integrante de la clase y analizar entre ellos lo que han aprendido de tales versículos.
Enseñar la doctrina
Nuestras pruebas nos enseñan lecciones valiosas y nos dan experiencia.
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Al estudiar las secciones 103 y 105 esta semana, es posible que los miembros de la clase hayan hallado principios que puedan ayudarnos en los momentos de prueba u oposición. Permítales que compartan lo que hayan encontrado. O bien podría invitarlos a buscar tales principios en Doctrina y Convenios 103:5–7, 12, 36; 105:5–6, 9–12, 18–19 (véase también “Recursos adicionales”). ¿Qué sugieren esos principios en cuanto a cómo podemos reaccionar frente a las dificultades o la desilusión? Los miembros de la clase tal vez estén dispuestos a compartir experiencias en las que hayan recibido bendiciones que llegaron “tras mucha tribulación” (Doctrina y Convenios 103:12).
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Si considera que algún antecedente histórico o relato personal sobre el Campo de Sion sería de provecho, podría invitar a alguien a repasar una de las siguientes fuentes antes de la clase y compartir brevemente lo que haya aprendido: Santos, tomo I, págs. 198–210; “La ofrenda aceptable del Campo de Sion” (Revelaciones en contexto, págs. 229–234); o “Voces de la Restauración: El Campo de Sion” (en la reseña de esta semana de Ven, sígueme — Para uso individual y familiar). Si pudiéramos viajar al pasado y hablar al Campo de Sion, ¿qué podríamos decirles para alentarlos? ¿Qué nos dirían ellos para alentarnos a nosotros?
Doctrina y Convenios 104:11–18
Cada uno de nosotros es “mayordomo de las bendiciones terrenales”.
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A fin de ayudar a los miembros de la clase a personalizar las enseñanzas de Doctrina y Convenios 104:11–18, podría invitarlos a imaginar que confiarán algo preciado al cuidado de otra persona. ¿Qué le dirían a tal persona? ¿Qué esperarían de ella? Luego, los miembros de la clase podrían leer Doctrina y Convenios 104:11–18 a fin de descubrir lo que el Señor nos ha confiado a nuestro cargo, así como lo que Él espera de nosotros. ¿De qué modo influyen esos versículos en cómo consideramos el mundo, nuestras bendiciones o las personas que nos rodean?
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Para ayudar a los miembros de la clase a comprender mejor “la forma en que […] el Señor [ha] decretado abastecer a [Sus] santos” (Doctrina y Convenios 104:16), si lo desea, vean el video “El trabajo de sus manos” (ChurchofJesusChrist.org). Sobre la base de lo que aprendemos del video y de Doctrina y Convenios 104:11–18, ¿cuál es la manera del Señor de proveer para Sus santos? Quizá desee también compartir estas palabras del presidente Marion G. Romney: “El Señor […] podría cuidar [de los pobres] sin nuestra ayuda, si fuera Su propósito hacerlo […]. Sin embargo, nosotros sí necesitamos esa experiencia, ya que es solo al aprender cómo cuidar el uno del otro que desarrollamos en nuestro interior el amor cristiano y la disposición necesarios para ser merecedores de volver a Su presencia” (véase “Vivir los principios del plan de Bienestar”, Liahona, febrero de 1982, págs. 165–166). Conceda a los miembros de la clase unos minutos para anotar sus impresiones en cuanto a cómo pueden ayudar a proveer para otras personas a la manera del Señor.
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Recursos adicionales
El poder purificador de las pruebas
El élder Orson F. Whitney enseñó: “Ningún dolor que suframos ni ninguna prueba que experimentemos es en vano, sino más bien contribuyen a nuestra educación, al desarrollo de virtudes como la paciencia, la fe, el valor y la humildad. Todo lo que sufrimos y todo lo que soportamos, especialmente cuando lo hacemos con paciencia, edifica nuestro carácter, purifica nuestro corazón, ensancha nuestra alma y nos hace más tiernos y caritativos, más dignos de ser llamados hijos de Dios […], y es a través del dolor y el sufrimiento, del afán y las tribulaciones, que adquirimos la educación que venimos a adquirir aquí, y que nos hará más semejantes a nuestro Padre y a nuestra Madre que están en los cielos” (véase en Spencer W. Kimball, La fe precede al milagro, 1983, págs. 97–98).
El élder David A. Bednar ha dicho: “En algún punto de nuestra vida, a cada uno de nosotros se nos invitará a marchar en nuestro propio Campo de Sion. El momento de la invitación variará y los obstáculos particulares que podamos hallar en la jornada serán diferentes; pero en definitiva, nuestra reacción continua y constante a ese llamado inevitable brindará respuesta a la pregunta ‘¿Quién sigue al Señor?’”(“¿Quién sigue al Señor? Las lecciones del Campo de Sion”, Liahona, julio de 2017, pág. 23).