Discapacidades
Como discípulos de Jesucristo, debemos cuidar a los pobres y necesitados


“Como discípulos de Jesucristo, debemos cuidar a los pobres y necesitados”, Servicios para personas con discapacidad: Recursos, 2020

“Como discípulos de Jesucristo, debemos cuidar a los pobres y necesitados”, Servicios para personas con discapacidad: Recursos

Como discípulos de Jesucristo, debemos cuidar a los pobres y necesitados

Imagen
Man in wheelchair with others coming out of church

“¿De qué sirve salvar al mundo si descuidamos las necesidades de aquellos más cercanos a nosotros y aquellos a quienes más amamos? ¿De qué vale arreglar el mundo si las personas que nos rodean están en dificultades y no nos damos cuenta? El Padre Celestial quizás haya puesto cerca de nosotros a quienes nos necesitan, sabiendo que somos los más indicados para satisfacer sus necesidades” (Bonnie L. Oscarson, “Las necesidades ante nosotros,” Liahona, noviembre de 2017, pág. 26).

“Ahora me doy cuenta de que para servir a los demás de forma eficaz, debemos verlos a través de los ojos de un padre, a través de los ojos del Padre Celestial. Solo entonces podremos empezar a comprender el verdadero valor de un alma; solo entonces podemos percibir el amor que nuestro Padre Celestial tiene por todos Sus hijos; solo entonces podemos darnos cuenta de la preocupación del Salvador por ellos. No podemos cumplir plenamente nuestra obligación bajo convenio de llorar con los que lloran y dar consuelo a aquellos que necesitan de consuelo a menos que los veamos a través de los ojos de Dios” (Dale G. Renlund, “A través de los ojos de Dios”, Liahona, noviembre de 2015, pág. 94).

“Ustedes orarán para saber a quién el Padre desea que sirvan por amor a Él y a nuestro Salvador” (Henry B. Eyring, “Pongan su confianza en ese Espíritu que induce a hacer lo bueno”, Liahona, mayo de 2016, pág. 18).

“Debemos atender a la persona. Cristo siempre habló de las personas. Sanó individualmente al enfermo. En Sus parábolas habló de personas. Esta Iglesia tiene que ver con las personas, no con los números. Ya sea que seamos 6, 10, 12 o 50 millones, jamás debemos perder de vista el hecho de que la persona es lo verdaderamente importante” (Enseñanzas de los Presidentes de la Iglesia: Gordon B. Hinckley, 2016, pág. 314).

“Así fue como el Salvador hizo el primer anuncio público de Su ministerio mesiánico. Aunque en este versículo también dejó claro que, en el recorrido hacia Su máximo sacrificio expiatorio y Resurrección, Su primer y más importante deber mesiánico sería bendecir a los pobres, incluso a los pobres de espíritu.

“Desde el comienzo de Su ministerio, Jesús amó a los pobres y a los desfavorecidos de manera extraordinaria. Nació dentro del hogar de dos de ellos y creció entre muchos más de ellos. Desconocemos los detalles de Su vida temporal, pero una vez dijo: ‘Las zorras tienen guaridas, y las aves […] nidos, pero el Hijo del Hombre no tiene dónde recostar la cabeza’ (Mateo 8:20). Aparentemente, el Creador de los cielos y la Tierra, y de ‘todo cuanto en ellos hay’ (2 Nefi 2:14; 2 Nefi 9:15) era, al menos de adulto, una persona sin hogar” (Jeffrey R. Holland, “¿No somos todos mendigos?”, Liahona, noviembre de 2014, pág. 40).

Imprimir