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El compartir el trabajo familiar


Lección 15

El compartir el trabajo familiar

El propósito de esta lección es ayudarnos a desarrollar una actitud positiva hacia el trabajo entre los miembros de la familia.

Introducción

“Un periódico publicó una entrevista con un viejo pastor cuya edad se calculaba en 165 años. Su nombre era Shirali Mislimov. Había nacido y vivido toda su vida en las montañas del Cáucaso… entre el Mar Negro y el Caspio…

“Mislimov todavía corta leña: ‘Estoy convencido de que un ocioso no puede vivir por mucho tiempo’, le comentó al reportero…

“El artículo mencionó que el anciano todavía ‘cultivaba los árboles del huerto, los que ha plantado de nuevo varias veces en el transcurso de su vida’.

“ ‘El trabajo constante, el aire de las montañas y la comida moderada me han ayudado a alcanzar tan avanzada edad’, dijo Mislimov, quien no bebe ni fuma” (Wendell J. Ashton, “The Sweetness of Sweat”, Ensign, julio de 1971, pág. 35; cursiva agregada).

El élder Neal A. Maxwell dice que aprendió la importancia del trabajo cuando era un jovencito:

“Fui bendecido con padres que, como miembros devotos de la Iglesia, me enseñaron muchas cosas acerca del Evangelio cuando aún era muy joven, incluso la importancia del Evangelio de trabajo. Ambos trabajaban mucho y trataban de ahorrar el poco dinero que tenían… Me fue fácil aprender a gustar del trabajo porque tuve padres que trabajaban sin quejarse” (“El Evangelio de trabajo”, Liahona, junio de 1976, pág. 13).

El presidente David O. McKay dijo: “Debemos comprender que el privilegio de trabajar es un don, que el poder trabajar es una bendición y que el amor por el trabajo es el éxito” (citado por Franklin D. Richards, “The Gospel of Work”, Improvement Era, diciembre de 1969, pág. 101).

¿Por qué es tan importante nuestra actitud hacia el trabajo? ¿Cómo afecta nuestra actitud al trabajo que realizamos a diario? ¿De qué manera la actitud que tenemos con respecto al trabajo puede influenciar a nuestros hijos?

Trabajo para toda la familia

Muestre la ayuda visual 15-a, “Cada miembro de la familia debe participar en el trabajo familiar”.

Sin importar quiénes seamos o dónde vivamos, todos tenemos que trabajar. Generalmente es el padre quien provee el alimento, el vestido y la casa para su familia. Las madres cuidan del hogar y enseñan a los niños, y todos los miembros de la familia tienen su responsabilidad en las tareas hogareñas. Los niños deberán comprender que ellos son una parte importante de la familia y que se necesita la ayuda que ellos dan.

¿Cómo podemos hacer un poco más agradable el trabajo rutinario? ¿Cuáles son algunas de las tareas del hogar por las que nosotros y nuestros hijos varones somos responsables? (Reparar y mantener nuestros jardines y edificios, cuidar los animales, sacar la basura, etc.)

¿Cuáles son otros trabajos de rutina dentro del hogar? (Preparar los alimentos, lavar la vajilla, cuidar a los niños, coser, remendar, ir de compras y limpiar.)

A veces tenemos que crear o encontrar algo que los niños puedan hacer. El élder Loren C. Dunn nos cuenta cómo resolvía su padre este problema:

“Mi padre consideró siempre muy importante inculcarnos a mi hermano y a mí el principio del trabajo. Como resultado de esta preocupación, nos puso a trabajar en una pequeña granja que se encontraba en las afueras del pueblo donde vivíamos. Él era el encargado del periódico local, por lo que no tenía mucho tiempo disponible para estar con nosotros y ayudarnos, excepto temprano por las mañanas y a las últimas horas de la tarde; el estar encargados de la operación de la granja era una responsabilidad bastante grande para dos jóvenes adolescentes, y muy seguido cometíamos errores que hubiéramos querido evitar.

“Nuestra granja estaba rodeada por otras similares. En una oportunidad, uno de nuestros vecinos fue a hablar con mi padre para contarle lo que había visto y lo que él consideraba que estábamos haciendo mal. Luego de escuchar atentamente a nuestro vecino, mi padre le respondió: ‘Jim, te agradezco tu preocupación, pero creo que no comprendes el hecho de que estoy criando muchachos y no ganado’. Después de la muerte de mi padre, ‘Jim’ me contó esta anécdota. Cuán agradecido estoy por ese padre que había decidido criar muchachos y no ‘ganado’. A pesar de los muchos errores que cometíamos, aprendimos a trabajar en aquella pequeña granja y, aun cuando nunca nos lo dijeron directamente, nosotros siempre supimos que para mamá y papá éramos mucho más importantes que el ganado o que cualquier otra cosa” (véase Loren C. Dunn, “Nuestras inapreciables familias”, Liahona, abril de 1975, pág. 36).

Cómo organizar y asignar el trabajo

Todos los miembros de la familia se benefician del trabajo que se hace en la casa, de manera que todos deben estar dispuestos a hacer su parte. Cada miembro de la familia debe recibir asignaciones que estén de acuerdo con sus habilidades e intereses. De ese modo se elimina la ociosidad y todo trabajo queda hecho; aun los niños pequeños pueden recibir asignaciones de ciertos trabajos.

Al organizar el trabajo familiar, debemos juntarnos con la familia y permitirle participar de las decisiones que se van a tomar. Esto lo podemos hacer durante la noche de hogar o podemos tener una reunión especial de familia. Sin reparar en cómo lo organicemos, todos los miembros de la familia deberán estar incluidos en la organización puesto que se espera que todos hagan su parte.

Una de las maneras de organizar el trabajo de la casa es escribir en una lista todo lo que sea necesario hacer, en orden de importancia o de dificultad. En seguida, los nombres de los miembros de la familia se escriben en la hoja de trabajo, al lado de la indicación de la clase de trabajo que deben realizar. Una vez que se termine la lista, se debe colocar en un lugar donde todos la vean y puedan recordar sus deberes.

Escriba la siguiente lista como un ejemplo en la pizarra o muéstrela en una gráfica o lámina.

Responsabilidades de la familia

  • Limpiar el patio

  • Hacer las compras

  • Coser y remendar la ropa

  • Preparar las comidas

  • Ordeñar la vaca

  • Dar de comer a los animales

  • Sacar la basura

  • Lavar la vajilla

  • Ayudar con los niños menores

  • Limpiar la cocina

  • Recoger los juguetes

Después de un cierto tiempo es muy posible que los miembros de la familia deseen intercambiar sus tareas, lo que les dará la oportunidad de efectuar un nuevo trabajo y de ganar un poco más de experiencia en otros deberes. Si esto se hace, se debe cambiar la asignación en la hoja de trabajo.

Este método de organizar trabajos familiares es solamente una manera de asignar deberes; no es algo fijo y se puede cambiar para poder satisfacer los deseos de cada individuo de la familia. De cualquier modo que organicemos y asignemos el trabajo, es importante que las asignaciones sean anotadas en alguna clase de gráfica, lámina o en una lista. Si algún miembro de la familia no pudiera leer, se puede usar dibujos para representar las tareas y las personas.

Una familia que usó ese método descubrió que a ellos les servía para enseñar la responsabilidad personal por lo menos a uno de sus niños. Durante la noche de hogar, la familia hizo una lista de las diferentes tareas que se llevarían a cabo dentro de la casa; el niño de seis años se comprometió a mantener limpio el jardín, lo que significaba que tenía que regar las plantas, limpiar, sacar la maleza y arreglar las flores.

Unos días más tarde el padre vio que enfrente de la casa había papeles y basura, lo que hacía que el jardín se viera desordenado y pensó en ir y hacer el trabajo que le tocaba hacer al niño. En verdad, habría sido muy fácil hacerlo, pero sabía que si lo hacía le iba a impedir al niño aprender a cumplir con su responsabilidad, de manera que dejó todo tal cual lo encontró.

A la tarde siguiente, el patio tenía un aspecto aún peor. Su hijo simplemente no estaba haciendo el trabajo. El hecho de que los vecinos mantuvieran sus jardines tan limpios hacía que el suyo pareciera peor de lo que estaba. El padre pensó en lo costoso que resultaría si tuviera que reemplazar plantas muertas y consideró que realmente había sido un trabajo demasiado difícil para un niño de seis años. Pero nuevamente decidió que su hijo era mucho más valioso que todas las cosas, por lo que no hizo nada por tomar sobre sí la responsabilidad de limpiar el jardín.

En lugar de hacerlo, le pidió al pequeño que lo acompañara a caminar alrededor de la casa para ver cómo iban las cosas. Después de haber caminado alrededor del patio, el niño dijo, ‘¡Ay, papi, es tan difícil hacerlo!’, a lo que el padre contestó: ‘¿Te gustaría que yo te ayudara?’. ‘Oh, sí, ¡por favor! Papá, ¡Espera aquí un momento!’. El niño corrió a la casa y trajo dos bolsas, y le pidió al papá que lo ayudara a limpiar parte del jardín mientras él limpiaba el resto. Unos minutos más tarde estaba todo terminado y el hijo comenzó a regar el césped y las flores.

Dentro de dos semanas más, el hijo era completamente responsable del trabajo del jardín. Él sabía que si no lo cuidaba, nadie lo haría por él. Sabía que su padre dependía de él y confiaba en él. (Adaptado de Stephen Covey, Spiritual Roots of Human Relations, págs. 145–146.)

¿Cómo ayudó este padre a su hijo a llevar a cabo la responsabilidad que tenía?

Además de ayudar, podemos darles pequeños premios en forma de incentivos para alentar a los niños a que terminen sus proyectos.

Enseñar la responsabilidad y el principio de compartir el trabajo es algo muy importante. El organizar la familia, de manera que todos tengan deberes específicos, nos ayuda a hacerlo. Sin embargo, no debemos olvidar que también debemos dejar suficiente tiempo para descansar y jugar. El élder Franklin D. Richards nos recuerda que siempre debemos organizarnos de tal modo que siempre tengamos el tiempo disponible para jugar así como para descansar:

“Mientras buscamos las maneras de desarrollar el amor por el trabajo, no debemos olvidar que también debemos dedicar el tiempo necesario para descansar. Aunque el trabajo es absolutamente esencial, el descanso es igualmente necesario. La habilidad de equilibrar el trabajo y el descanso es un factor importante en el desarrollo del amor por el trabajo. El Señor espera que busquemos un equilibrio entre el trabajo y el descanso, así como en los aspectos físicos y espirituales de la vida” (“The Gospel of Work”, Improvement Era, diciembre de 1969, pág. 103).

El valor de trabajar juntos

¿Cuál es el valor de trabajar juntos como familia? Escriba en la pizarra las sugerencias que den los miembros de la clase.

Al trabajar con nuestra familia, sentiremos gozo al ver los resultados de nuestros esfuerzos combinados. Nos sentiremos más unidos como familia, y nuestros niños aprenderán a cooperar y compartir las responsabilidades. Como padres, sentiremos gozo por obedecer la voluntad del Señor, y cada miembro de la familia se beneficiará con el ejercicio físico.

“En una familia de la Iglesia en la que el padre era médico, los padres estaban sumamente interesados en que sus niños aprendieran el valor del trabajo y se dieron cuenta de que estaban dejando pasar algunas oportunidades muy buenas para ayudarles en su desarrollo y aprendizaje personal al contratar a un conserje para que limpiara el consultorio del padre.

“Los niños, entusiasmados con la oportunidad de ganar un ingreso regular, decidieron aceptar el trabajo de limpiar cada mañana la oficina del padre. El trabajo en equipo llegó a ser un factor importante. Las hermanas limpiaban la oficina una mañana, mientras los hermanos se quedaban en la casa para ayudar con los quehaceres del hogar; entonces, a la mañana siguiente cambiaban de responsabilidad…

“Como resultado de este proyecto: (1) Los niños se familiarizaron con la profesión de su padre… (2) Sintieron que eran parte de la profesión de su padre, y se sintieron orgullosos personalmente del trabajo que él realizaba. (3) Los niños tuvieron un trabajo regular con tareas diarias que llevar a cabo y un sentimiento de responsabilidad de ver que el trabajo quedara bien hecho. (4) Los niños aprendieron a trabajar en equipo… (5) Los niños tuvieron un ingreso regular” (Elwood R. Peterson, “Family Work Proyects for Fun and Profit”, Ensign, junio de 1972, pág. 8).

¿Cuál es la ley de la cosecha? (“Cosechamos lo que sembramos”.) Escriba esta ley en la pizarra.

Cada trabajo que realizamos tiene su propia recompensa natural: si plantamos un huerto y lo cuidamos, gozaremos de los frutos de nuestra labor en época de cosecha; si construimos o reparamos nuestra casa, podremos vivir con más comodidad y seguridad; si mantenemos nuestra ropa limpia y ordenada, gozaremos de más comodidad y daremos el ejemplo de limpieza; si preparamos comidas nutritivas y mantenemos nuestra vajilla limpia, gozaremos de mejor salud.

Una de las metas del trabajo familiar es desarrollar el carácter y aprender a trabajar. A medida que la persona adquiera más responsabilidad y goce de la satisfacción de un trabajo bien hecho, llegará a ser una persona mucho más responsable. El presidente Spencer W. Kimball ha declarado:

“Espero que podamos comprender que, a pesar de que el tener un huerto, por ejemplo, es por lo general útil para reducir el costo de la comida y pone a nuestra disposición deliciosas frutas y verduras frescas, representa mucho más que eso. ¿Quién puede medir el valor de una conversación especial que tiene lugar entre padre e hija mientras sacan las hierbas del huerto? ¿En qué forma evaluamos el beneficio que se logra de las obvias lecciones de plantar, cultivar y experimentar la ley eterna de la cosecha? ¿Y cómo medimos la unidad y cooperación familiar que van unidas con una fructífera actividad de envasar alimentos? Sí, estamos almacenando recursos, pero quizás el beneficio más grande esté contenido en las lecciones de la vida que aprendemos a medida que vivimos prudentemente” (“Los servicios de Bienestar: El Evangelio en acción”, Liahona, febrero de 1978, pág. 112).

El siguiente episodio nos demuestra la forma en que un miembro de la familia aprendió el valor de trabajar con los suyos:

“Durante los meses de verano había hectáreas de remolacha que teníamos que ralear (entresacar). Esto significaba que teníamos que sacar algunas de las plantas más pequeñas para hacer más lugar con objeto de que las demás se desarrollaran mejor. Aun cuando nos gustaba comer las dulces raíces de la remolacha que entresacábamos, nos cansábamos de estar agachados todo el día con el trabajo de ralearlas. Un día traté de quedarme en casa para no tener que ir a hacer el trabajo de entresacar remolachas. Le dije a mi padre que me dolía la cabeza —lo que en verdad era cierto— pero él no me permitió quedarme en casa. De esta manera salimos al campo a trabajar.

“Después de trabajar de rodillas por largo rato, me quejé una vez más de mi dolor de cabeza. Aparentemente mi padre no me creyó, razón por la que no me mandó de vuelta a casa. Me quejé otra vez de mi dolor de cabeza… y al fin mi padre dijo: —Muy bien, ve a casa y dile a tu madre que venga y tome tu lugar—. Esto mi hizo sentir terriblemente mal. No pude imaginar a mi madre saliendo de casa para ir al campo a hacer mi trabajo; le dije que prefería quedarme trabajando, y a medida que pasó el tiempo se me fue el dolor de cabeza y no me quejé más”.

¿Qué aprendió esta niña de esta experiencia? (Las respuestas pueden incluir la importancia del trabajo, el cumplir con su responsabilidad, el respeto por sus padres.)

Conclusión

El hermano Neal A. Maxwell ha dicho:

“Creo que la gente no puede ser feliz a menos que tenga algo que hacer; en verdad uno puede ser más esclavo del ocio que del trabajo. Además, la labor nos mantiene humildes y nos recuerda que recibimos todas las bendiciones de nuestro Padre Celestial…

El Evangelio de trabajo es una enseñanza muy importante de la Iglesia. Si aprendemos cuando jóvenes a trabajar, seremos mejores personas, mejores miembros de nuestra familia, mejores vecinos y mejores discípulos de Jesucristo, quien también aprendió a trabajar como carpintero” (“El Evangelio de trabajo”, Liahona, págs. 13–14).

Cometidos

  1. Sea alegre y no se queje de su trabajo.

  2. Planee, organice y prepare un horario de trabajo para la familia durante esta semana, dando así sus deberes a los miembros de la familia.

Pasajes adicionales de las Escrituras

  • Proverbios 6:6–11 (el ejemplo de la hormiga).

  • Efesios 4:28 (consejo de ser autosuficientes y caritativos).

  • 1 Tesalonicenses 4:9–12 (los santos han de trabajar con sus propias manos).

  • 2 Nefi 5:17 (se alienta a los nefitas para que sean industriosos).

  • D. y C. 42:42 (el ocioso no comerá el pan del trabajador).

  • José Smith—Historia 1:55 (José Smith trabajó).

Preparación del maestro

Antes de presentar esta lección:

  1. Lea el capítulo 27 de Principios del Evangelio, “El trabajo y la responsabilidad personal”.

  2. Repase el capítulo 23, Deberes y bendiciones del sacerdocio, Parte A, “El desarrollo y mejoramiento de las habilidades laborales”.

  3. Asegúrese de tener pizarra y tiza.

  4. Pida a los miembros de la clase que lean o presenten las historias y los pasajes de las Escrituras (de esta lección.)