Lección 21
Liderazgo: El tomar decisiones inspiradas
Esta lección está destinada a ayudarnos a mejorar nuestra habilidad para tomar decisiones inspiradas.
Introducción
Como hijos de Dios, todos tenemos la necesidad y el derecho básicos de tomar decisiones. Sin embargo, el hacerlo constituye una experiencia desafiante. A menudo nos preocupamos por tomar decisiones correctas y nos confunde no saber adónde ir ni a quién recurrir para recibir la ayuda que necesitamos.
Pero hay ayuda disponible: el Señor nos ha dicho que Él es la fuente de toda verdad y que mediante Él podemos conocer la verdad de todas las cosas. Somos Sus hijos, y Él no nos ha abandonado a nuestra suerte para enfrentar los desafíos de la vida.
El élder Boyd K. Packer ha dicho:
“Es extremadamente importante que comprendan el hecho de que ustedes ya conocen y pueden distinguir el bien del mal, de que son buenos en forma innata, inherente e intuitiva. Cuando alguien dice: ‘¡No puedo! ¡No puedo resolver mis problemas!’, siento la imperante necesidad de gritar: ‘¿No comprenden acaso quienes son? ¿No han aprendido que ustedes son hijos del Dios Todopoderoso? ¿No saben que hay poderosísimos recursos heredados de Él a los que pueden recurrir en busca de la constancia, la valentía y el gran poder que necesitan?’ ” (véase “Autosuficiencia”, Liahona, abril de 1976, pág. 22).
Ayuda del Señor
Cuando salimos de la presencia de nuestro Padre Celestial, Él nos bendijo a cada uno de nosotros con el Espíritu de Cristo. Las Escrituras revelan que el Espíritu de Cristo, a veces llamado la luz de Cristo, “alumbra a todo hombre que viene al mundo” (véase Juan 1:6–9). Esa luz (a la que a veces se le llama nuestra conciencia) nos da el entendimiento básico de lo que está bien y de lo que está mal. Si seguimos esta luz, siempre nos conducirá a hacer lo bueno y a comprender la verdad.
Además de la luz de Cristo, recibimos un recurso adicional de verdad en el momento de ser confirmados. Este es el don del Espíritu Santo, que “[nos] mostrará todas las cosas que [debemos] hacer” (2 Nefi 32:5).
Pida a un miembro de la clase que lea en voz alta 2 Nefi 32:3.
¿Cuáles son las palabras de Cristo?
Recibimos las palabras de Cristo de diferentes maneras. Las podemos recibir a través de las Escrituras, mediante las palabras de los profetas vivientes (véase D. y C. 1:37–38; 68:2–4) y por medio del Espíritu Santo.
¿Qué significa “deleitarse en las palabras de Cristo”?
La palabra deleitarse significa gozar de algún placer poco común. Tal gozo sólo lo experimentan quienes buscan seriamente la influencia del Espíritu Santo, quienes meditan las Escrituras y estudian las palabra de los Profetas.
¿Cómo puede el hecho de deleitarnos en las palabras de Cristo ayudarnos a tomar decisiones inspiradas?
Al deleitarnos en las palabras de Cristo, sabremos mejor lo que tenemos que hacer en todo aspecto de nuestra vida. Los líderes de la Iglesia que se deleitan en las palabras de Cristo, por ejemplo, saben mucho mejor lo que tienen que decir, lo que habrán de enseñar, a quién llamar a tal o cual cargo y cómo tomar decisiones relacionadas con sus llamamientos.
Cómo tomar decisiones
Antes de empezar con la lección, escriba en la pizarra o haga un cartel indicando lo siguiente:
Cómo tomar decisiones inspiradas
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Determine cuál es el problema o la decisión.
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Ore pidiendo guía y el espíritu de discernimiento.
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Estúdielo en la mente.
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Elija una alternativa o tome la decisión.
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Ore para recibir la confirmación del Espíritu.
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Actúe; hágalo.
D. y C. 8:1–3
D. y C. 9:7–9
De la misma forma en que nuestro Padre Celestial nos ayuda de diferentes maneras, así también las decisiones inspiradas se toman teniendo en cuenta muchas y diferentes maneras. Los pasos que se sugieren más adelante para tomar decisiones inspiradas se ofrecen solamente como una pauta general.
1. Determine cuál es el problema o la decisión
El determinar cuál es el problema es el cimiento sobre el cual basamos nuestra decisión; además, debemos entender claramente la naturaleza del problema antes de resolverlo. Muchas veces, escribir el problema en un papel puede ser de ayuda.
Muestre la ayuda visual 21-a, “La oración es esencial para tomar decisiones correctas”.
2. Ore pidiendo guía y el Espíritu de discernimiento
Al comenzar a resolver nuestro problema, debemos buscar la ayuda de nuestro Padre Celestial. Esta se recibe con frecuencia por medio de uno de los dones del Espíritu: el espíritu de discernimiento. Este don está disponible para todos los que oran y lo solicitan, y nos ayuda a conocer la verdad y a hacer los juicios correspondientes (véase Moroni 10:5; Juan 16:13).
3. Estúdielo en su mente
El pedir ayuda al Señor es solamente parte del proceso. Algunos piensan que porque el Señor dijo: “Pedid, y se os dará” (Mateo 7:7), todo lo que tenemos que hacer es pedir para recibir la respuesta del Señor. Pero en realidad no es así. El Señor nos pide que estudiemos el problema en nuestra mente (véase D. y C. 9:8). Antes de darnos la inspiración que buscamos, el Señor espera que recolectemos toda la información posible sobre el problema y, después, que busquemos el consejo apropiado de fuentes confiables de las que podamos depender. Los líderes, por ejemplo, pueden pedir guía a sus consejeros, los esposos pueden hablar con sus esposas y los hijos pueden consultar con sus padres si necesitan consejo. También debemos determinar posibles soluciones al problema y pensar en los efectos que tendría cada una de ellas.
Cuando tomamos decisiones, debemos buscar toda la información fiable que podamos a fin de tomar una decisión sabia. A menudo las que se toman con poca información o con información poco fiable resultan equivocadas y nos conducen al pesar y a la desgracia.
4. Tome la decisión
Una vez que hayamos estudiado el problema, podemos decidir por la mejor solución posible. (Algunas veces no se trata de tomar una decisión entre algo bueno o malo, sino entre algo bueno y algo mejor.) Tomamos la decisión basados en lo que creemos que es lo mejor, después de haber considerado cuidadosamente la información que hayamos reunido.
5. Ore para recibir la confirmación
Después de tomar una decisión, recurrimos al Señor en oración para indagar si aquélla es la correcta. De ser así, el Espíritu Santo nos confirmará que la decisión que hemos tomado es buena, y sentiremos un espíritu de paz y un sentimiento de seguridad de que nuestra decisión es correcta (véase D. y C. 6:22–23). En ocasiones podremos sentir un ardor en nuestro pecho (véase D. y C. 9:8).
Si por alguna razón no hemos tomado la decisión correcta, el Señor nos lo revelará, haciéndonos sentir una sensación incómoda o de seria duda. Las Escrituras se refieren a esto como “estupor de pensamiento” (D. y C. 9:9) y cuando esto ocurra, debemos tener la humildad de comenzar nuevamente con el proceso que nos lleve a una decisión correcta.
A menudo recibimos la confirmación del Espíritu Santo mientras oramos pidiéndola. Sin embargo, muchas veces no estamos seguros de lo que el Señor desea que hagamos y tenemos que comenzar a hacer algo antes de recibir una confirmación espiritual.
El élder Hartman Rector, Jr. ha dicho que el Señor espera que “nos pongamos de rodillas y nos comuniquemos con Él, que le digamos lo que vamos a hacer, comprometiéndonos con Él, explicándole nuestras intenciones, y en seguida levantarnos e ir a hacer precisamente lo que le hemos dicho que haríamos. Al hacerlo, viene el Espíritu” (“You Shall Receive the Spirit”, Ensign, enero de 1974, pág. 107).
En ciertas ocasiones tenemos que tomar decisiones que parecen muy difíciles y pensamos que es imposible lograr una respuesta. Cuando esto suceda, debemos recordar la experiencia del presidente Marion G. Romney:
“He tenido problemas que me parecía que no podría resolver y, agobiado, les hice frente hasta que me pareció que no hallaría la solución que buscaba. Después de orar y, en muchas oportunidades, ayunar un día por semana durante largas temporadas, las respuestas me fueron reveladas a mi mente en frases completas. He oído la voz de Dios en mi mente y conozco Sus palabras” (Look to God and Live: Discourses of Marion G. Romney, pág. 45).
A veces debemos ayunar, tanto como estudiar y orar a fin de resolver los problemas serios. En otras ocasiones, aun después de haber estudiado, orado y ayunado, tomado la decisión y realizado algo por tal decisión, quizás no recibamos la confirmación. En tales casos simplemente debemos seguir nuestro mejor juicio, pacientemente ejerciendo la fe en que algún día recibiremos la confirmación. Debemos recordar siempre que nuestro Padre Celestial responde a nuestras oraciones cuando, de acuerdo con su juicio, lo considera mejor para nosotros.
6. Actúe, hágalo
Dónde sea y cómo sea que el Señor nos confirme que nuestra decisión es la correcta, desde ese momento en adelante somos responsables de cumplir con lo que hemos decidido. Por lo tanto; debemos comprometernos siempre a actuar conforme a nuestras decisiones.
El presidente Spencer W. Kimball es un buen ejemplo de alguien que se comprometió a hacer las cosas que el Señor le pidió que hiciera: “Sobre el escritorio del presidente Kimball había un lema que simplemente decía: “HAZLO”. Para nuestro inspirado Profeta, la conveniencia personal se encontraba en segundo lugar; todo lo hacía para satisfacer la conveniencia del Señor. Su ejemplo de dedicación al trabajo ya es como una leyenda y establece el ejemplo que nosotros debemos seguir” (véase “Hazlo”, Liahona, febrero de 1976, pág. 6).
Algunos de los pasos ya mencionados con respecto a la forma de tomar decisiones quedan debidamente ilustrados con algo que sucedió en los primeros días de la Iglesia. Cuando José Smith traducía El Libro de Mormón, Oliver Cowdery era su escriba. Después de haber pasado un tiempo, Oliver deseaba trabajar él mismo en la traducción. El Señor le reveló a Oliver su voluntad con respecto a este asunto. Ésta se encuentra registrada en la sección 9 de Doctrina y Convenios, la que dice cómo Oliver trató de traducir, pero no tuvo éxito.
Pida a un miembro de la clase que lea en voz alta D. y C. 9:7–9.
Tengamos actualmente un llamamiento en la Iglesia o no, cada uno de nosotros es un líder de sus propios asuntos y debe aprender a tomar decisiones inspiradas.
La práctica para tomar decisiones
Pídales a los miembros de la clase que traten de solucionar el siguiente problema.
Problema: ¿Cómo podemos ayudar a un miembro menos activo para que vuelva a la actividad en la Iglesia?
Paso 1: Determine cuál es el problema.
Pida a los miembros de la clase que determinen el problema.
La mayoría de los líderes sirven a los miembros menos activos. Para llevar a esos miembros de vuelta a una completa hermandad y actividad en la Iglesia se requiere diligencia y amor (véase D. y C. 81:5).
Cuando trabaja con miembros menos activos, el líder del sacerdocio debe primero preparar una lista confidencial de aquellos que no participen plenamente en las actividades de la Iglesia. Si esta lista tuviera muchos nombres, debe seleccionar aquellos que considera que van a responder mejor al hermanamiento; de ese modo puede concentrar todos sus esfuerzos en ellos. Cuando se hayan activado, pueden ayudarle a activar a otros miembros menos activos.
El hermano García es un ejemplo de muchas personas menos activas que hay en la Iglesia:
Lea en voz alta la descripción del hermano García.
El hermano García se unió a la Iglesia hace cinco años y fue ordenado al sacerdocio. Debido a un cambio en su horario de trabajo, no ha podido asistir a ninguna de las reuniones y actividades de la Iglesia desde poco tiempo después de su bautismo. Tiene problemas para obedecer la Palabra de Sabiduría y no recibe muy bien a sus maestros orientadores. Su familia consiste en tres hermosos hijos y una esposa que lo apoya. El hermano García es un excelente carpintero que pone especial orgullo en su trabajo.
Paso 2: Ore pidiendo el Espíritu de discernimiento
Después de determinar el problema, ¿dónde podemos conseguir la ayuda para decidir cómo resolverlo?
¿Por qué debemos usar el discernimiento al acercarnos a una persona como el hermano García?
Los problemas tales como la inactividad en la Iglesia presentan desafíos especiales. Antes de que podamos tomar una decisión con respecto a una persona menos activa, debemos contar con el Espíritu para ayudarnos a discernir la verdad del error, así como las necesidades verdaderas de las imaginarias (véase D. y C. 46:27).
Paso 3: Estudie el problema
¿Qué información nos ayudaría a decidir lo que debemos hacer en el caso de un miembro menos activo?
A medida que estudiemos el problema, debemos considerar lo siguiente:
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¿Quiénes son sus maestros orientadores? ¿Cómo podemos hacer participar eficazmente a los maestros orientadores para ayudar a este miembro a volver a la actividad? ¿Deberíamos asignar a poseedores del sacerdocio especiales para que ayude a esta familia?
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¿Cómo podemos comunicarle al miembro menos activo que lo necesitamos?
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¿Cómo puede él darse cuenta de que necesita el Evangelio?
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¿Qué talentos e intereses tiene él? ¿Quiénes son sus amigos más íntimos?
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¿Cómo podemos usar sus talentos para que se sienta importante y sepa que lo necesitamos?
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¿En qué actividades podemos incluirlo sin que se ofenda?
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¿Cómo podemos pedir su ayuda?
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¿Cómo podemos ofrecerle ayuda?
¿Qué otra cosa podríamos considerar hacer?
¿Qué plan seguiremos para traer de vuelta al miembro menos activo a la actividad en la Iglesia?
Paso 4: Tome la decisión
A medida que estudiemos el problema, deberíamos desarrollar un plan para acercarnos al miembro menos activo y demostrarle que lo amamos; es el momento en que debemos decidir lo que habremos de hacer.
Paso 5: Ore para recibir la confirmación
¿Cuál es el próximo paso después de haber decidido lo que habremos de hacer?
Cuando hayamos tomado la decisión, debemos recurrir al Señor al respecto. El Espíritu nos dirá si lo que hemos decidido es correcto o no.
Paso 6: Actúe; hágalo
¿Cuál es el paso final?
Una vez que hayamos recibido la confirmación, debemos seguir el ejemplo del presidente Kimball y actuar de acuerdo con nuestro plan. Debemos “hacerlo”. A medida que sigamos nuestro plan, el Espíritu influenciará el corazón del miembro menos activo. Con el tiempo y ofreciéndole nuestra hermandad, probablemente deseará volver a activarse plenamente en la Iglesia.
El desarrollo de la habilidad de tomar decisiones correctas puede ser una experiencia agradable. Pero es de vital importancia que tomemos las mejores decisiones posibles. Entonces podemos tener la confianza de que el Señor nos apoyará a medida que llevemos a cabo nuestras decisiones.
Conclusión
Somos hijos de nuestro Padre Celestial y Él nos envió a la tierra para hacernos pasar por experiencias que nos permitan progresar. Por eso el Señor nos llama a Su servicio para ayudarlo a hacer Su trabajo en la tierra; pero si no estamos preparados o no somos dignos de recibir la influencia del Espíritu Santo, no podremos llevar a cabo en forma adecuada los llamamientos del Señor o desarrollarnos tanto como podríamos.
Por lo tanto, a fin de servir bien al Señor y tomar decisiones inspiradas, debemos vivir dignamente para tener la compañía del Espíritu Santo y tener fe en Jesucristo. También debemos tener fe en nosotros mismos al ejecutar nuestras decisiones, lo que requiere valor y un compromiso de que habremos de hacerlo. Cuando ejecutamos con rectitud aquello que nos hemos comprometido a hacer, el Señor nos bendecirá con Su Espíritu.
Al seguir los procedimientos correctos para tomar decisiones, guardar los mandamientos y buscar la confirmación del Espíritu Santo, tomaremos más decisiones inspiradas y aumentará nuestra influencia positiva.
Cometido
Esta semana, cuando tome una decisión, siga los pasos delineados en esta lección. Continúe practicando este procedimiento hasta que llegue a ser parte integral de su vida.
Pasajes adicionales de las Escrituras
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1 Reyes 3:5–15 (Salomón pide un corazón comprensivo).
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Juan 7:17 (cómo saber si algo es la voluntad de Dios).
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1 Nefi 3:7 (el Señor nos ayudará a hacer lo que nos pide que hagamos).
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D. y C. 11:12–14 (ponga su confianza en el Espíritu).
Preparación del maestro
Antes de presentar esta lección:
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Repase la lección 12 de este manual.
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Prepare un diagrama o gráfica con un resumen de los pasos que se requieren para tomar decisiones inspiradas, o prepárese para hacer una lista de esos pasos en la pizarra.
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Pida a algunos miembros de la clase que lean o presenten las historias y los pasajes de las Escrituras que se encuentran en esta lección.