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Usted forma parte de una labor que cambia vidas. Al prestar servicio “con todo [su] corazón, alma, mente y fuerza” (Doctrina y Convenios 4:2), el Señor aumentará su capacidad y magnificará sus dones. Sus esfuerzos diligentes serán una bendición para su vida y la vida de aquellos a quienes enseñe.