PROLOGO
La amplitud del tema presentado en esta obra queda expresado en la portada. Se verá desde luego que el autor se ha desviado del curso que usualmente toman aquellos que escriben sobre la vida de Jesucristo, que, por regla general empieza, por supuesto, con el nacimiento del Niño de María y concluye con la ascención del crucificado y resucitado Señor desde el Monte de los Olivos. El material incorporado en estas páginas, además de la narración de la vida del Señor en la carne, comprende la existencia y actividades del Redentor del mundo en su estado preexistente, las revelaciones y manifestaciones personales del glorificado y exaltado Hijo de Dios durante el período apostólico de la antigüedad, así como en tiempos modernos, la cierta proximidad del segundo advenimiento del Señor y futuros acontecimientos predichos, todo ello de conformidad con lo que las Santas Escrituras declaran.
Es de particular congruencia, y propio en extremo, que la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Ultimos Días— la única Iglesia que, basada en revelación y comisión directas, afirma tener la autoridad para usar el Santo Nombre del Señor como designación distintiva—exponga sus doctrinas concernientes al Mesías y su misión.
El autor de esta obra emprendió con gozo este servicio, por solicitud y nombramiento de las autoridades presidentes de la Iglesia; y la Primera Presidencia y el Consejo de los Doce han leído y aprobado la obra completa. No obstante, presenta la creencia personal del autor, así como su más profunda convicción de la verdad de lo que él ha expresado en este escrito. La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Ultimos Días se ha encargado de su publicación.
Uno de los aspectos característicos de la obra es la orientación recibida de las Escrituras modernas, junto con la explicación de las Santas Escrituras de tiempos antiguos consideradas a la luz de las revelaciones de la época actual, por medio de las que, como una potente y bien dirigida ráfaga de luz, ilumina muchos pasajes obscuros de construcción antigua.
El espíritu sagrado inherente al tema ha sido un compañero constante del autor todo el tiempo que duró su agradable labor, y ahora él, a su vez, reverentemente ruega que el mismo espíritu acompañe a quienes lean la presente obra.
James E. Talmage