Capítulo 5

¿Cuál es la diferencia entre el perfeccionismo y el querer ser digno?

El deseo de ser dignos suele provenir de nuestro amor por Dios y de percibir el amor de Él por nosotros, y nos conduce a la senda de la obediencia, los convenios y el arrepentimiento. Es un deseo de llegar a ser perfectos tal como el Salvador nos ha invitado a serlo (véase Mateo 5:48). Significa esforzarse por ser humildes “y abstene[rnos] de toda impiedad”, de modo que seamos perfeccionados en Jesucristo mediante Su gracia (Moroni 10:32).

Por el contrario, el perfeccionismo con frecuencia surge del temor en vez del amor: el temor a la vergüenza, el temor al fracaso, el temor al castigo, y el temor a la desaprobación o la desilusión. Una forma en la que esto se manifiesta es cuando miramos más allá, “traspa[sando] lo señalado” (Jacob 4:14), nos hacemos expectativas más allá de lo que el Señor ha establecido y nos atormentamos sin necesidad alguna, al no cumplirlas. Eso puede provocar ansiedad e inestabilidad emocional.

El élder Cecil O. Samuelson ha explicado la diferencia entre la dignidad y la perfección: “Dignidad y perfección no significan lo mismo […] Podemos ser dignos aunque aún debamos mejorar […] Las personas que sufren de perfeccionismo […] padecen al exagerar sus errores, debilidades o defectos menores al punto de que pueden perder la capacidad de actuar plenamente […] Tenemos que ver [nuestras debilidades], sin regodearnos en ellas ni exagerarlas” (“What Does It Mean to Be Perfect?”, New Era, enero de 2006, págs. 10, 12).