2 Corintios 8–9
El cuidado de los pobres
Jesucristo se preocupa profundamente por todos los hijos del Padre Celestial y nos invita a que nos unamos a Él a fin de proveer para los pobres y necesitados. Pablo invitó a los santos de Corinto a seguir el ejemplo del Salvador y sacrificar sus medios para cuidar de los pobres. Esta lección puede ayudarte a seguir el ejemplo de Jesucristo y compartir lo que tienes con los necesitados.
Un gran desafío
El élder Jeffrey R. Holland, del Cuórum de los Doce Apóstoles, habló acerca de un gran desafío. Piensa en algunos desafíos con los que podrías llenar el espacio en blanco en la cita siguiente.
A lo largo de la historia, ha sido uno de los mayores y más extendidos problemas de la humanidad. Su costo más evidente suele ser físico, pero el daño espiritual y emocional que genera podría ser aún más debilitador.
(Jeffrey R. Holland, “¿No somos todos mendigos?”, Liahona, noviembre de 2014, pág. 40)
El ejemplo de Jesucristo
Pablo se refirió al ejemplo del Salvador a fin de alentarnos a proveer para las necesidades de los demás con amor sincero.
Lee 2 Corintios 8:9 y busca el ejemplo de Jesucristo en cuanto a proveer para nosotros de manera abnegada.
-
¿Qué crees que quiso decir Pablo cuando escribió que Jesús llegó a ser pobre para que nosotros seamos ricos?
Una verdad que podemos aprender de la epístola de Pablo es la siguiente: Al llegar a comprender todo lo que el Salvador ha hecho por nosotros, estaremos más dispuestos a dar a los demás.
La importancia de cuidar de los necesitados se enseña a lo largo de las Escrituras, incluido el Libro de Mormón. Lee las siguientes enseñanzas de Pablo, junto con los pasajes relacionados del Libro de Mormón, y busca lo que enseñan estos pasajes acerca del cuidado de los demás. Considera vincular los pasajes.
-
El deseo de dar: 2 Corintios 8:12; Mosíah 4:24
-
Cuánto dar: 2 Corintios 9:6; Alma 1:30
-
La actitud al dar: 2 Corintios 9:7; Moroni 7:6–8
-
La gratitud a Dios: 2 Corintios 9:11–15; Mosíah 4:19–21
El élder Dale G. Renlund, del Cuórum de los Doce Apóstoles, explicó la forma en que la generosidad del Padre Celestial y de Jesucristo puede cambiarnos.
[C]ada uno de nosotros ha recibido dádivas que no podíamos adquirir por nosotros mismos, dádivas de nuestro Padre Celestial y de Su Hijo Amado, incluso la redención por medio del sacrificio expiatorio de Jesucristo. Hemos recibido vida en este mundo, recibiremos vida física en la vida venidera, y salvación y exaltación eternas, si así lo elegimos, todo gracias a nuestro Padre Celestial y a Jesucristo.
Cada vez que utilizamos o nos beneficiamos o incluso pensamos en estas dádivas, deberíamos considerar el sacrificio, la generosidad y la compasión de quienes nos las han brindado. Sentir reverencia por los dadores hace más por nosotros que solo volvernos agradecidos. Reflexionar en Sus dádivas puede y debe transformarnos.
(Dale G. Renlund, “Considerad la bondad y la grandeza de Dios”, Liahona, mayo de 2020, págs. 42)
-
¿Cómo puede transformarnos el reflexionar sobre la generosidad del Padre Celestial y Jesucristo?
Cuidar de los pobres en nuestra época
El presidente Russell M. Nelson describió dos de las muchas maneras en las que el Salvador utiliza Su Iglesia restaurada para cuidar de los pobres de todo el mundo en nuestra época. Lee la declaración siguiente o, si lo deseas, mira “El segundo gran mandamiento” (desde 6:15 hasta 8:51), disponible en LaIglesiadeJesucristo.org.
Latter-day Saint Charities ha proporcionado más de dos mil millones de dólares en ayuda para atender a necesitados de todo el mundo. Dicha ayuda se brinda a los destinatarios sin importar su afiliación religiosa, nacionalidad, raza, orientación sexual, sexo u opiniones políticas.
Eso no es todo; para ayudar a los miembros de la Iglesia del Señor que sufren tribulaciones, amamos y vivimos la antigua ley del ayuno [véase Isaías 58:3–12]. Sentimos hambre para ayudar a otras personas que tienen hambre. Un día de cada mes, nos abstenemos de alimentos y donamos el costo de esas comidas (y más) para ayudar a los necesitados.
(Russell M. Nelson, “El segundo gran mandamiento”, Liahona, noviembre de 2019, págs. 97–98)
¿Qué desearía Dios que hagas?
El élder Jeffrey R. Holland, del Cuórum de los Doce Apóstoles, explicó nuestra necesidad de pedir guía a Dios para ayudar a quienes nos rodean.
[N]o sé exactamente cómo cada uno de ustedes debe cumplir con su obligación hacia aquellos que no siempre pueden o no saben cómo ayudarse a sí mismos; pero sí sé que Dios lo sabe y que Él los ayudará y guiará hacia actos caritativos de discipulado si, de manera diligente, desean, oran y buscan la manera de cumplir con un mandamiento que Él nos ha dado una y otra vez.
(Jeffrey R. Holland, “¿No somos todos mendigos?”, Liahona, noviembre de 2014, pág. 41)
Haz un plan para actuar de acuerdo con los pensamientos y sentimientos que hayas recibido hoy con el objetivo de ayudar a las personas que te rodean. Si aún no estás seguro de a quién desea el Padre Celestial que ayudes o de cómo hacerlo, ora para recibir guía y busca oportunidades de servir a quienes te rodean, incluidos a los miembros de tu propia familia. Dios contestará tus oraciones a Su propio tiempo y manera.
Opcional: ¿Quieres aprender más?
¿Cómo se utilizan las donaciones a la Iglesia del Salvador para aliviar la pobreza en la actualidad?
-
Visita el sitio web latterdaysaintcharities.org para conocer la respuesta a esta pregunta y más.
-
Mira el video “El primer hálito de un niño” (3:13), disponible en LaIglesiadeJesucristo.org.
-
Mira el video “El hogar de los niños” (3:20), disponible en LaIglesiadeJesucristo.org.
-
Mira el video “Mil días” (4:32), disponible en LaIglesiadeJesucristo.org.
¿Cómo puedo ayudar a los que me rodean de maneras que no impliquen donar dinero?
La hermana Bonnie L. Oscarson, quien fue Presidenta General de las Mujeres Jóvenes, habló sobre una de muchas ideas:
Mis jóvenes amigos, les garantizo que siempre habrá una persona en cada reunión de la Iglesia a la que asistan que está sola, que está pasando por desafíos y necesita un amigo, o que siente que no encaja. Ustedes tienen algo importante que contribuir a cada reunión o actividad, y el Señor desea que miren a su alrededor, a sus compañeros, y luego ministren como Él lo haría.
(Bonnie L. Oscarson, “Las necesidades ante nosotros”, Liahona, noviembre de 2017, pág. 26)
El profeta José Smith (1805–1844) explicó:
[El miembro de la Iglesia] debe alimentar al hambriento, vestir al desnudo, proveer para la viuda, secar las lágrimas del huérfano y consolar al afligido dondequiera que los encuentre, ya sea en esta Iglesia o en cualquier otra, o sin iglesia alguna de por medio.
(Enseñanzas de los Presidentes de la Iglesia: José Smith, 2007, pág. 454)