Hechos 17:1–14
Escudriñar las Escrituras
¿Alguna vez te has preguntado por qué es tan importante estudiar las Escrituras? Algunas de las experiencias que tuvieron Pablo y sus compañeros en el segundo viaje misional de Pablo ejemplifican el poder que la palabra de Dios puede tener en nosotros. Esta lección puede ayudarte a sentir un mayor deseo de experimentar las bendiciones del estudio diario de las Escrituras.
Reflexiones de tu estudio de las Escrituras
Ejemplos del valor de las Escrituras
Algunas de las experiencias que tuvo Pablo durante su segundo viaje misional ejemplifican el valor que tiene estudiar las Escrituras. Escribe el siguiente título en tu diario de estudio: Cómo puede bendecir mi vida el estudio de las Escrituras. A medida que estudies hoy, busca ideas que puedas anotar bajo ese título.
Si está disponible, utiliza Mapas bíblicos, nro. 13, “Los viajes misionales del apóstol Pablo”, para localizar Tesalónica y los otros lugares a los que viajó Pablo durante su segundo viaje misional.
Lee Hechos 17:1–4 y busca lo que hizo Pablo entre los judíos de Tesalónica.
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¿Qué consideras significativo acerca de los esfuerzos de Pablo?
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¿Qué te ayuda este relato a entender acerca del valor de las Escrituras?
El mensaje de Pablo a los judíos de Tesalónica nos recuerda que las Escrituras testifican de Jesucristo y de Su misión divina (véase Juan 5:39). Podrías añadir esta verdad a la lista de tu diario de estudio.
El élder D. Todd Christofferson, del Cuórum de los Doce Apóstoles, enseñó lo siguiente en cuanto al propósito de las Escrituras. Si lo deseas, mira el video “La bendición de las Escrituras” desde el minuto 10:49 hasta el 11:21 o lee la siguiente declaración.
Al final, el propósito central de todas las Escrituras es llenar nuestras almas de fe en Dios el Padre y en Su Hijo Jesucristo; la fe en que existen; la fe en el plan del Padre para nuestra inmortalidad y vida eterna; la fe en la expiación y la resurrección de Jesucristo, lo cual da vida a este plan de felicidad; la fe para hacer del evangelio de Jesucristo nuestro estilo de vida; y la fe para llegar a conocer al “único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien [Él ha] enviado” (Juan 17:3)”.
(D. Todd Christofferson, “La bendición de las Escrituras”, Liahona, mayo de 2010, págs. 34–35)
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¿Cuál de las bendiciones que mencionó el élder Christofferson has experimentado gracias a tu estudio de las Escrituras?
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¿Cuáles son algunos versículos de las Escrituras que han aumentado tu fe en el Padre Celestial y en Jesucristo? ¿Cómo te ayudaron a aumentar tu fe las verdades que se enseñan en esos versículos?
Aunque muchas mujeres y hombres de Tesalónica creyeron y se convirtieron gracias a las enseñanzas de Pablo, otros formaron un populacho con el fin de arrestar a Pablo y a Silas (véase Hechos 17:4–5). Pablo y Silas pudieron escapar del populacho y se fueron a la ciudad cercana de Berea, donde continuaron predicando.
Lee Hechos 17:10–12 para saber cómo recibió el pueblo de Berea a Pablo y a Silas. Si lo deseas, marca las palabras o frases que consideres importantes.
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¿Cómo ayudó el estudio diario de las Escrituras a esas personas?
Una verdad que podemos reconocer en ese relato es esta: Estudiar las Escrituras con regularidad puede prepararnos para reconocer la verdad y creer en ella. Podrías añadir esta verdad a la lista de tu diario de estudio.
Piensa en cómo podría ayudarte el estudio regular de las Escrituras en las siguientes situaciones:
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Uno de tus maestros de la escuela explica un concepto que contradice tus creencias.
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Algunos de tus amigos te animan a participar en conductas que van en contra de tus normas diciendo: “Una sola vez no te hará daño”.
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En la conferencia general, un apóstol enseña algo que va en contra de las tendencias actuales del mundo.
Otras bendiciones del estudio de las Escrituras
Las verdades que has encontrado en Hechos 17 ejemplifican solo algunas de las bendiciones que podemos recibir al estudiar las Escrituras.
Dedica unos minutos a estudiar algunos de los siguientes pasajes de las Escrituras, o todos ellos, en busca de otras bendiciones que podemos recibir de Dios al estudiar Sus palabras y las palabras de Sus profetas que se encuentran en las Escrituras. Añade tus reflexiones a la lista de tu diario de estudio.
Elabora un plan
Como parte de tu participación en Seminario, se te ha invitado a establecer una meta relacionada con tu estudio diario de las Escrituras. Dedica un momento a evaluar tu progreso en cuanto a esa meta y haz los ajustes necesarios para ayudarte a tener más éxito a medida que sigues adelante.
Opcional: ¿Quieres aprender más?
¿Qué otras bendiciones están disponibles mediante el estudio diario de las Escrituras?
En cuanto a leer el Libro de Mormón a diario, el presidente Russell M. Nelson prometió lo siguiente:
Mis queridos hermanos y hermanas, les prometo que, si cada día estudian el Libro de Mormón con espíritu de oración, cada día tomarán mejores decisiones. Les prometo que cuando mediten en lo que estudien, se abrirán las ventanas de los cielos y recibirán respuestas a sus preguntas y dirección para su vida. Les prometo que, si cada día se sumergen en el Libro de Mormón, estarán vacunados contra los males de esta época, incluso la plaga esclavizante de la pornografía y otras adicciones que entumecen la mente
(Russell M. Nelson, “El Libro de Mormón: ¿Cómo sería su vida sin él?”, Liahona, noviembre de 2017, pág. 62)
El presidente Dallin H. Oaks comparó las Escrituras con un Urim y Tumim que podemos utilizar para recibir revelación del Señor:
No exageramos cuando decimos que las Escrituras pueden ser un Urim y Tumim que ayudarán a cada uno de nosotros a recibir revelación personal.
En virtud de nuestra creencia de que la lectura de las Escrituras puede ayudarnos a recibir revelación, se nos insta a leerlas una y otra vez. Por ese medio, obtenemos acceso a lo que nuestro Padre Celestial quiere que sepamos y hagamos en el día de hoy en nuestra vida personal. Esa es la razón por la cual los Santos de los Últimos Días creen en el estudio diario de las Escrituras.
(Véase Dallin H. Oaks, “Scripture Reading and Revelation”, Ensign, enero de 1995, pág. 8)