Gálatas 6
“Todo lo que el hombre siembre, eso también segará”
¿Te has preguntado alguna vez si tus esfuerzos por vivir el evangelio de Jesucristo te conducirán a tus metas eternas? Pablo escribió a los santos de Galacia para ayudarlos a reconocer que la forma en que vivimos cada día influye en si el Salvador nos bendecirá con la “vida eterna” (Gálatas 6:8). Esta lección puede ayudarte a reconocer las cosas que debes hacer para lograr tus metas eternas.
Las metas eternas
El élder Quentin L. Cook, del Cuórum de los Doce Apóstoles, relató una importante conversación que tuvo una vez con un joven.
Mira el video “Elijan sabiamente”, disponible en LaIglesiadeJesucristo.org, desde el minuto 3:03 hasta el 4:52, o lee la declaración siguiente. Busca cuáles eran las metas de este joven y qué cosas pudo haber malinterpretado en cuanto a cómo lograrlas.
Hace poco me reuní con un excelente jovencito adolescente; sus metas eran servir en una misión, obtener una educación, casarse en el templo y tener una familia feliz y fiel. Me sentí muy complacido con sus metas; pero al seguir conversando, se hizo obvio que su conducta y las decisiones que estaba tomando no iban de acuerdo con sus metas. Pensé que sinceramente deseaba ir a una misión y estaba evitando transgresiones graves que le prohibieran servir en una misión, pero su conducta cotidiana no lo estaba preparando para los desafíos físicos, emocionales, sociales, intelectuales y espirituales que afrontaría. No había aprendido a trabajar arduamente, no tomaba ni los estudios ni Seminario con seriedad; asistía a la Iglesia, pero no había leído el Libro de Mormón. Pasaba mucho tiempo en videojuegos y en las redes sociales. Parecía pensar que presentarse para ir a la misión sería suficiente.
(Véase Quentin L. Cook, “Elijan sabiamente”, Liahona, noviembre de 2014, pág. 47)
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¿Qué cosas pudo haber malinterpretado este joven en cuanto a cómo lograr sus metas?
En tu diario de estudio, haz una breve lista de las metas que tienes y que considerarías de importancia eterna. Piensa en la razón por la cual deseas lograrlas. Medita en la forma en que tu conducta diaria podría estar guiándote hacia estas metas de importancia eterna o alejándote de ellas. A medida que estudies, busca verdades que puedan ayudarte a alinear mejor tus acciones diarias con los resultados eternamente significativos que deseas.
La ley de la cosecha
Los santos de Galacia habían estado expuestos a enseñanzas falsas que hicieron que muchos se desviaran (véase Gálatas 1:6–9). Algunos creían y enseñaban la falsa doctrina de que los gentiles conversos tenían que circuncidarse para ser salvos (véanse Gálatas 6:12; Hechos 15:1). Otros creían de forma errónea que la gracia de Cristo les daba libertad para pecar (véase Gálatas 5:13). Después de hablar sobre estas creencias falsas y alentar a los santos a que ayudaran a aquellos que se habían desviado espiritualmente, Pablo enseñó una verdad importante para ayudar a las personas a comprender la influencia de sus acciones.
Lee Gálatas 6:7–8. Busca una verdad que Pablo enseñó que pueda influir en nuestras acciones diarias. Ten en cuenta que sembrar se refiere a plantar y que segar se refiere a cosechar.
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¿Cómo explicarías las enseñanzas de Pablo con tus propias palabras?
Una verdad que aprendemos de Gálatas 6:7 es que aquello que una persona siembre es lo que cosechará. A esta idea en ocasiones se la llama la ley de la cosecha.
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¿Qué ejemplos has visto de esta verdad en tu vida o en la vida de otras personas?
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¿De qué manera el comprender esta verdad puede influir en las decisiones que tomes en tu vida?
Las enseñanzas de Alma a su hijo Coriantón en el Libro de Mormón pueden ayudarnos a comprender mejor las enseñanzas eternas de la ley de la cosecha, o lo que Alma llamó el “plan de la restauración”. Lee Alma 41:3–6, 10–15 y busca verdades que aumenten tu comprensión de las enseñanzas de Pablo.
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¿Qué palabras o frases importantes encontraste en estos versículos? ¿Por qué?
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Después de repasar lo que Alma enseñó a Coriantón, ¿cómo crees que esta enseñanza se aplica a las palabras de Pablo: “Todo lo que el hombre siembre, eso también segará”? (Gálatas 6:7).
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¿Qué te ayudan a entender acerca del Padre Celestial y Jesucristo las enseñanzas que has estudiado hasta ahora?
La invitación de Pablo a los gálatas
Pablo concluyó sus enseñanzas sobre la ley de la cosecha con una invitación. Lee Gálatas 6:9–10 y busca lo que Pablo invitó a los santos que hicieran.
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¿Qué crees que significa “no cans[arse] […] de hacer el bien”? (Gálatas 6:9).
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¿Cómo es Jesucristo el ejemplo perfecto de esto?
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¿Qué crees que quiso decir Pablo cuando dijo que “a su tiempo segaremos” (Gálatas 6:9) a medida que nos esforcemos por hacer el bien a los demás? ¿Por qué es importante comprender esto?
Pon en práctica lo que has aprendido
El presidente Dallin H. Oaks, de la Primera Presidencia, nos animó a pensar adónde nos conducirá cada una de nuestras decisiones (véase “¿A qué conducirá esto?”, Liahona, mayo de 2019, págs. 60–62).
Para poner en práctica este consejo del presidente Oaks, haz la actividad siguiente.
1. Para poner en práctica este consejo del presidente Oaks, haz la actividad siguiente en tu diario de estudio. Solo incluye las partes de tu cuadro que no sean demasiado personales para compartir.
Crea un cuadro similar al siguiente:
Lo que estás sembrando (acciones que realizas con regularidad) |
Lo que estás cosechando o lo que esperas cosechar en el futuro (hacia dónde te conducirán estas acciones) |
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En el lado izquierdo, haz una lista de algunas de las cosas a las que les dedicas la mayor parte de tu tiempo, o de aquellas que te gustaría comenzar a hacer con regularidad.
En el lado derecho, anota los resultados que sientas que podrías llegar a obtener por hacer esas cosas con regularidad. Piensa en los resultados que podrías esperar si repites estas acciones con regularidad durante una semana, un mes, un año, cinco años o incluso el resto de tu vida.
Reflexiona sobre las impresiones del Espíritu Santo que hayas recibido al estudiar hoy. Debajo del cuadro, anota los ajustes que te hayas sentido inspirado a hacer en tu vida que te ayuden a ser más digno de recibir las bendiciones que deseas. Dios te ayudará a medida que hagas tu mejor esfuerzo (véase Doctrina y Convenios 123:17).
Opcional: ¿Quieres aprender más?
Gálatas 6:8. ¿Qué significa que una persona “siembra para el Espíritu” o “siembra para su carne”?
El élder Ulisses Soares, del Cuórum de los Doce Apóstoles, enseñó:
Sembrar para el Espíritu significa que todos nuestros pensamientos, palabras y hechos deben elevarnos al nivel de divinidad de nuestros padres celestiales. Sin embargo, las Escrituras hacen referencia a la carne como a la naturaleza física o carnal del hombre natural, la cual deja que las personas sean influenciadas por la pasión, el deseo, los apetitos e instintos de la carne en lugar de buscar la inspiración del Espíritu Santo. Si no tenemos cuidado, esas influencias, combinadas con la presión de la maldad del mundo, pueden conducirnos a adoptar un comportamiento vulgar e imprudente que llegará a formar parte de nuestra personalidad. A fin de evitar esas malas influencias, debemos hacer lo que el Señor instruyó al profeta José Smith sobre sembrar continuamente para el Espíritu: “Por tanto, no os canséis de hacer lo bueno, porque estáis poniendo los cimientos de una gran obra. Y de las cosas pequeñas proceden las grandes” (Doctrina y Convenios 64:33).
(Véase Ulisses Soares, “¡Permanezcamos en el territorio del Señor!”, Liahona, mayo de 2012, pág. 39)
El presidente Dallin H. Oaks, de la Primera Presidencia, enseñó lo siguiente:
Si nos entregamos a las drogas, a la pornografía o a otros males a los que el apóstol [Pablo] llamó “de la carne”, la ley eterna decreta que seguemos corrupción en lugar de vida eterna. Así es la justicia de Dios, y la misericordia no puede robar a la justicia. Si se quebranta una ley eterna, se debe sufrir el castigo correspondiente a esa ley. Algo de eso puede compensarse por la expiación del Salvador, pero la purificación misericordiosa del pecador solo ocurre después del arrepentimiento (véase Alma 42:22–25), el cual puede ser un proceso largo y doloroso.
(Véase Dallin H. Oaks, “No se dejen engañar”, Liahona, noviembre de 2004, pág. 45)
¿Cómo pueden los pequeños esfuerzos cambiar mi vida y la vida de los demás?