Seminario
Santiago 3


Santiago 3

Las palabras que decimos

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Tres jovencitas adolescentes sonríen y ríen juntas.

Las palabras que decimos tienen poder. ¿Puedes pensar en experiencias de tu vida en las que hayas sentido el poder de las palabras, ya sea para bien o para mal? En su epístola, Santiago enseñó sobre la importancia de controlar lo que decimos. El objetivo de esta lección es ayudarte a evaluar las palabras que dices y la forma en que estas influyen en tus esfuerzos por llegar a ser más como el Salvador.

El poder de las palabras

Mira las ilustraciones que se encuentran a continuación e imagina la conversación que podrían estar teniendo las personas. Piensa en la influencia que pueden tener las palabras que escuchamos y utilizamos.

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Una madre discute con su hijo adolescente mientras están en la cocina.
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Una joven y su madre usando una tableta y un ejemplar de las Escrituras probablemente para estudiar y conversar.
  • ¿Qué es lo último que recuerdas que te dijeron que te haya ayudado o lastimado?

  • ¿Qué fue lo último que le dijiste a alguien que lo haya fortalecido o animado?

Piensa si has dicho algo recientemente que pudiera haber tenido un efecto negativo en alguien. Al estudiar las enseñanzas de Santiago, busca verdades que te ayuden a entender mejor el poder de las palabras. Presta atención a los sentimientos, pensamientos e impresiones que te motiven a hablar más como el Salvador.

La lengua es como…

Santiago recalcó el poder de las palabras que escuchamos y decimos, y comparó la lengua con muchas cosas diferentes. Lee Santiago 3:2–12 para saber con qué la comparó. Dibuja una versión sencilla de una o dos de las comparaciones de Santiago en tu diario de estudio, mientras meditas sobre la forma en que nuestras palabras pueden ser como lo que estás dibujando.

Lee la lista siguiente para ver si encontraste las mismas comparaciones.

1. Responde las preguntas siguientes en tu diario de estudio:

  • ¿Cómo pueden esas comparaciones ayudarnos a comprender mejor el poder de las palabras que escuchamos y decimos?

  • ¿Qué otras comparaciones podrías agregar para describir la influencia de las palabras que decimos?

Refiriéndose a las poderosas enseñanzas de Santiago, el élder Jeffrey R. Holland, del Cuórum de los Doce Apóstoles, comentó lo siguiente:

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Retrato oficial del élder Jeffrey R. Holland, fotografiado en enero de 2018.

Obviamente, Santiago no quiere decir que nuestras lenguas sean siempre inicuas, ni que todo lo que digamos esté “llen[o] de veneno mortal”, pero claramente quiere decir que por lo menos algunas de las cosas que decimos pueden ser destructivas, e incluso venenosas, ¡y esa es una acusación escalofriante para un Santo de los Últimos Días! La voz que expresa un testimonio sincero, que pronuncia fervientes oraciones y que canta los himnos de Sion, puede ser la misma voz que vitupera y critica, que avergüenza y denigra, que ocasiona dolor y destruye el espíritu de uno mismo y con ello, el de los demás […].

Ruego que tratemos de ser ahora hombres y mujeres “perfectos” por lo menos de esta manera: al no ofender en palabra, o dicho de manera más positiva, al hablar con una nueva lengua, la lengua de ángeles. Nuestras palabras, así como nuestras acciones, deben estar llenas de fe y esperanza y caridad […] que el mundo necesita tan desesperadamente hoy día. Con palabras como esas, pronunciadas bajo la influencia del Espíritu, se pueden secar lágrimas, sanar corazones; se pueden edificar vidas, restituir la esperanza y hacer prevalecer la confianza.

(Véase Jeffrey R. Holland, “La lengua de ángeles”, Liahona, mayo de 2007, págs. 16, 18)

  • ¿Qué aprendiste de las comparaciones de Santiago y de las palabras del élder Holland?

Una verdad que podemos aprender es que los seguidores de Dios se esfuerzan por usar sus palabras con objetivos rectos, y no para difundir el mal.

Reflexiona por un momento sobre cómo has visto que se utilizan las palabras tanto para el bien como para el mal en las siguientes situaciones:

  • en mensajes de texto o redes sociales

  • en la iglesia los domingos

  • en la escuela con tus amigos

  • en un equipo o en un club

  • en casa con tu familia

  • ¿Qué experiencias has tenido que ilustren el poderoso efecto que pueden tener las palabras en las personas, para bien o para mal?

Jesucristo fue “un hombre perfecto” (Santiago 3:2) y nuestro ejemplo en todas las cosas, incluso en las palabras que dijo. Recuerda lo que sabes acerca de Él e imagina cómo usaría Sus palabras el Salvador si estuviera en las situaciones mencionadas anteriormente.

2. Responde la siguiente pregunta en tu diario de estudio:

  • ¿Qué diferencias podrías notar entre la forma en que imaginas que el Salvador usaría las palabras y lo que comúnmente ves y escuchas hoy en día en esos entornos?

El lenguaje que escuchamos y utilizamos

Por medio de Sus profetas, el Señor nos ha enseñado lo que debemos y no debemos decir.

Reflexiona sobre tu manera de comunicarte (en cualquier forma: mensajes de texto, redes sociales, hablar con los demás, etc.) mientras lees las diez declaraciones siguientes adaptadas de Para la Fortaleza de la Juventud (librito, 2011, págs. 20–21). Evalúa tu vocabulario utilizando una escala del 1 al 5, donde 1 significa “Necesito mucha ayuda” y 5 significa “Estoy muy bien”.

  1. Trato de usar un vocabulario limpio e inteligente.

  2. Utilizo un lenguaje edificante, alentador y halagador.

  3. Hablo amable y positivamente acerca de los demás.

  4. No insulto a los demás ni los degrado, ni siquiera en broma.

  5. Me esfuerzo por evitar los chismes de cualquier clase y por evitar hablar con enojo.

  6. Cuando me siento tentado a decir cosas duras o hirientes, no las digo.

  7. Utilizo el nombre de Dios y el de Jesucristo con reverencia y respeto.

  8. Me dirijo al Padre Celestial usando un lenguaje reverente y respetuoso.

  9. No utilizo lenguaje o gestos profanos, vulgares ni groseros.

  10. No cuento chistes ni relatos sobre acciones inmorales.

Piensa en el lenguaje que escoges utilizar y medita sobre lo que podrías hacer mejor.

3. Responde las preguntas siguientes en tu diario de estudio:

  • ¿Cuáles son una o dos cosas que podrían ayudarte a escoger con más cuidado las palabras que dices y escuchas?

  • ¿En qué situaciones quieres mejorar especialmente?

  • ¿Qué estrategias podrían ayudar?

  • ¿De qué manera tus esfuerzos podrían ayudarte a llegar a ser más semejante al Salvador?

Opcional: ¿Quieres aprender más?

¿Cómo reflejan nuestras palabras quiénes somos como persona?

El élder Robert S. Wood, de los Setenta, enseñó lo siguiente:

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Último retrato oficial del élder Robert S. Wood, del Primer Cuórum de los Setenta, 1999. Llamado como presidente del Templo de Boston Massachusetts, 2009. Relevado del Segundo Cuórum de los Setenta el 3 de octubre de 2009 en la conferencia general.

Nuestras palabras, lo mismo que nuestras expresiones externas, no son neutras, puesto que revelan lo que somos y dan forma a lo que llegaremos a ser […].

Lo que decimos y hacemos no solo da a conocer nuestra persona interior sino que también nos moldea a nosotros mismos, a los que nos rodean y, por último, a toda la sociedad. Todos los días cada uno de nosotros tiene que ver con el oscurecer la luz o con el desechar las tinieblas. Se nos ha llamado para invitar la luz y para ser una luz, para santificarnos nosotros mismos y edificar a los demás […].

Al hablar y actuar, preguntémonos si lo que decimos y la forma en que actuamos invitan a los poderes del cielo a nuestra vida y si invitan a todos a venir a Cristo. Debemos tratar las cosas sagradas con reverencia. Tenemos que eliminar de nuestra conversación lo inmodesto y lo lujurioso, lo violento y lo amenazante, lo degradante y lo falso. Como escribió el apóstol Pedro: “Sino, como aquel que os ha llamado es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra conducta” [1 Pedro 1:15]. La expresión “conducta” se refiere allí no solo a lo que decimos sino a todo nuestro comportamiento.

(Véase Robert S. Wood, “Con lengua de ángeles”, Liahona, enero de 2000, págs. 101, 102)

¿Cómo podemos cambiar positivamente el lenguaje que usamos y escuchamos?

El video “Club en contra de las malas palabras” (4:58), disponible en LaIglesiadeJesucristo.org, muestra los esfuerzos de un joven por ayudar a los demás a evitar el lenguaje inapropiado.

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