Seminario
Juan 3:1–8


Juan 3:1–8

“Os es necesario nacer de nuevo”

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Jesús y Nicodemo

Nicodemo era un fariseo y un “principal entre los judíos” (Juan 3:1). Vino al Salvador por la noche para hacerle preguntas importantes sobre la salvación. Esta lección puede ayudarte a comprender y sentir la importancia de nacer de nuevo “de agua y del Espíritu” (Juan 3:5) para entrar en el Reino de Dios.

El deseo de cambiar

Piensa en una situación en la que un adolescente quiere cambiar, acercarse más al Salvador y experimentar más paz, pero no está seguro de cómo hacerlo. Considera cosas específicas que esta persona podría querer cambiar y en algunas dificultades que probablemente enfrentaría al cambiar. También es posible que desees pensar en experiencias que tú u otros hayan tenido al hacer cambios positivos, las cuales podrían darle a este adolescente la esperanza de que puede cambiar.

  • ¿Por qué crees que el Padre Celestial requiere un cambio en aquellos que desean entrar en Su reino?

En tu diario de estudio, escribe algunas formas en las que te sientes inspirado a cambiar y volverte más semejante a Jesucristo. Durante esta lección, invita a la inspiración del Espíritu Santo a medida que aprendas a buscar la ayuda del Salvador para realizar los cambios que Él desea de ti.

Jesús le enseñó a Nicodemo acerca de nacer de nuevo

Un hombre llamado Nicodemo vino a Jesús durante la noche. Nicodemo era un fariseo y un principal entre los judíos. Posteriormente, defendió a Cristo frente a los fariseos (véase Juan 7:50–53) y se unió a los creyentes en el entierro de Jesús (véase Juan 19:39–40). Nicodemo había venido al Salvador esa noche reconociendo que Jesús era “maestro que ha venido de Dios” (Juan 3:2).

Juan 3:5 es un pasaje de Dominio de la doctrina. Si lo deseas, marca los pasajes de Dominio de la doctrina de alguna forma particular para poder encontrarlos con facilidad. Aprenderás más acerca de este pasaje de Dominio de la doctrina en la próxima lección.

Lee Juan 3:1–5 en busca de lo que el Salvador le enseñó a Nicodemo que debía hacer para entrar en el Reino de Dios.

  • ¿Qué crees que quiere decir “nac[er] de nuevo”? (Juan 3:3).

  • ¿Por qué consideras que debemos nacer de nuevo a fin de ver el Reino de Dios?

  • Cuando Nicodemo no entendió cómo hacer para nacer de nuevo, ¿qué le enseñó Salvador (tal como se registra en el versículo 5)?

Uno de los principios que aprendemos de las enseñanzas del Salvador a Nicodemo es que debemos nacer de agua y del Espíritu para entrar en el Reino de Dios.

  • ¿Qué crees que significa nacer de agua y del Espíritu?

  • ¿De qué maneras crees que ser bautizados y confirmados puede ayudarnos a nacer de nuevo y entrar en el Reino de Dios?

  • ¿Qué le enseñó el Salvador a Nicodemo que te gustaría que entendiera la persona del caso que imaginaste?

El bautismo y la confirmación son dos de las ordenanzas necesarias de salvación y exaltación que cada persona debe recibir para heredar el Reino Celestial. Estas ordenanzas son la puerta por la que ingresamos a la senda de los convenios que conduce a la vida eterna (véase 2 Nefi 31:17–20). A medida que recorremos esta senda y guardamos nuestros convenios, experimentamos un cambio y un renacimiento espiritual. En el Libro de Mormón, el profeta Alma explicó la función que cumple el Salvador en permitirnos nacer de nuevo. Lee Alma 7:14 en busca de la forma en que el Salvador puede ayudarnos a nacer de nuevo.

  • ¿Cuál es la función que cumple el Salvador en ayudarnos a nacer de nuevo?

En 2 Nefi 31:17, también aprendemos acerca de la función que cumple el Espíritu Santo en ayudarnos a nacer de nuevo: “… [Y] entonces viene una remisión de vuestros pecados por fuego y por el Espíritu Santo”.

  • ¿Cuál es la función que cumple el Espíritu Santo en ayudarnos a nacer de nuevo?

Mira el video “Un cambio de corazón” (4:39) desde el minuto 0:40 hasta el 4:09 para ver la experiencia de un joven llamado Ever. Observa las cosas específicas que hizo para permitir que el Salvador lo ayudara a cambiar. (Este video está disponible en ChurchofJesusChrist.org).

  • ¿Qué te impresionó acerca de los cambios que hizo el joven?

  • ¿Cuáles son algunos de los cambios que tú o alguien que conoces han hecho para volverse más semejantes a Jesucristo?

  • ¿Qué función han tenido las ordenanzas del bautismo y la confirmación en estos cambios?

A veces nos preguntamos cómo nos está yendo en nuestro renacimiento espiritual. En Juan 3:8, el Salvador enseñó que podemos ver los efectos del viento, pero no de dónde viene ni a dónde va. Asimismo, no siempre podemos entender cuándo comienza nuestro proceso de nacer de nuevo ni cómo se están realizando los cambios dentro de nosotros. Sin embargo, podemos ver sus efectos a medida que nuestros deseos y acciones cambian (véase Mosíah 5:1–2). Escribe en tu diario de estudio acerca de la evidencia que ves del Salvador que te ayuda a cambiar. Presta atención a los susurros, ideas o impresiones que puedas recibir del Espíritu.

Ayudar a los demás

1. Completa la actividad siguiente en tu diario de estudio:

Piensa en el caso hipotético que imaginaste al comienzo de la lección. Reflexiona sobre lo que has aprendido y sentido hoy. Escribe una breve carta al adolescente de ese caso para explicarle la forma en que el Salvador puede ayudarlo a cambiar. Las siguientes preguntas pueden ayudarte a medida que lo haces:

  • ¿Qué crees que podría hacer esta persona a fin de buscar la ayuda del Salvador para cambiar? ¿Por qué crees que esas acciones la ayudarían?

  • ¿Cómo pueden las ordenanzas del bautismo, la confirmación y el participar de los emblemas de la Santa Cena ayudar a esta persona a cambiar y nacer de nuevo?

  • ¿Qué has aprendido sobre Jesucristo a medida que has experimentado el proceso de nacer de nuevo o has visto este proceso en otras personas?

Opcional: ¿Quieres aprender más?

¿Qué significa nacer de nuevo?

El élder David A. Bednar, del Cuórum de los Doce Apóstoles, explicó:

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Élder David A. Bednar

Los siervos autorizados del Señor enseñan reiteradamente que uno de los propósitos principales de nuestra existencia terrenal es que se produzca un cambio espiritual y una transformación por medio de la expiación de Jesucristo […].

Se nos ha instruido que debemos “veni[r] a Cristo, y perfecciona[rnos] en él, y abstene[rnos] de toda impiedad” (Moroni 10:32), a fin de convertirnos en “nueva[s] criatura[s]” en Cristo (véase 2 Corintios 5:17), despojarnos del “hombre natural” (Mosíah 3:19) y experimentar “un potente cambio en nosotros, o sea, en nuestros corazones, por lo que ya no tenemos más disposición a obrar mal, sino a hacer lo bueno continuamente” (Mosíah 5:2). Tengan a bien notar que la conversión que se describe en esos versículos es potente, no pequeña; es un nacimiento espiritual y un cambio fundamental en lo que sentimos y en lo que deseamos, en lo que pensamos, en lo que hacemos y en lo que somos. En efecto, la esencia del evangelio de Jesucristo supone un cambio fundamental y permanente en nuestra naturaleza, lo cual es posible a través de nuestra dependencia en “los méritos, y misericordia, y gracia del Santo Mesías” (2 Nefi 2:8). Al escoger seguir al Maestro, escogemos cambiar, nacer de nuevo espiritualmente.

(Véase David A. Bednar, “Os es necesario nacer de nuevo”, Liahona, mayo de 2007, págs. 19–20)

¿Cómo puedo nacer de nuevo?

El élder David A. Bednar, del Cuórum de los Doce Apóstoles, dio un discurso titulado “Siempre retendréis la remisión de vuestros pecados” (Liahona, mayo de 2016, págs. 59–62), el cual contiene reflexiones relacionadas con esta pregunta.

¿Por qué puede ser difícil reconocer si he nacido de nuevo?

El élder D. Todd Christofferson, del Cuórum de los Doce Apóstoles, enseñó:

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Élder D. Todd Christofferson

Se preguntarán: “¿Por qué no se produce ese gran cambio más rápido en mí?” […]. Para la mayoría de nosotros los cambios son graduales y llevan tiempo. Volver a nacer […] es más un proceso que un acontecimiento, y el dedicarnos a ese proceso es el propósito central de la vida terrenal.

A su vez, no nos justifiquemos en un esfuerzo casual; no nos conformemos con mantener cierta disposición a hacer lo malo. Participemos dignamente de la Santa Cena cada semana y recurramos al Espíritu Santo para eliminar los últimos vestigios de impureza en nosotros. Testifico que a medida que sigan en el sendero del renacimiento espiritual, la gracia expiatoria de Jesucristo borrará sus pecados y la mancha de esos pecados, las tentaciones perderán su atractivo y, por medio de Cristo, llegarán a ser santos, tal y como Él y nuestro Padre son santos.

(D. Todd Christofferson, “Nacer de nuevo”, Liahona, mayo de 2008, pág. 78)

¿Cuál es la diferencia entre “ver” el Reino de Dios y “entrar” en él?

El profeta José Smith (1805–1844) enseñó en cuanto a las palabras del Salvador en [Juan 3:3, 5], donde se habla de “ver” el Reino de Dios y “entrar” en él: “Una cosa es ver el Reino de Dios y otra cosa es entrar en él. Debemos tener un cambio de corazón para ver el Reino de Dios, y aceptar los artículos [o estatutos] de adopción para entrar en él” (en Journal, December 1842–June 1844; Book 3, 15 July 1843–29 February 1844, pág. 130, josephsmithpapers.org). Cuando una persona “ve” el Reino de Dios, el Espíritu Santo ha hecho que dicha persona tenga un potente “cambio en [el] coraz[ón]” (véase Alma 5:14); luego, la persona debe participar en las ordenanzas del Evangelio a fin de “entrar” en el Reino de Dios.

(Véase “Juan 2–4”, en Nuevo Testamento: Manual del alumno, 2018, ChurchofJesusChrist.org)

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